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Cultura  

El Princesa de Asturias a la FIL, un premio que llega “como una luz en tiempos de oscuridad”

“Los libros, las artes y las humanidades” son un remedio en “una época de crisis sanitaria, económica, política y social”, dice el presidente del encuentro libresco, Raúl Padilla López. El reconocimiento internacional debe llamar a la reflexión sobre el impacto que tienen estos espacios en la dinámica cultural, asegura la directora Marisol Schulz

Staff / Agencia Reforma Ciudad de México

Junio 11, 2020

Staff / Agencia Reforma

Ciudad de México

La Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara fue reconocida ayer con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2020, porque se ha convertido en un fenómeno universal, por su popularidad entre los lectores y por posicionarse como un foro de divulgación del español en distintos niveles.
De acuerdo con el presidente de este encuentro libresco, Raúl Padilla López, este galardón representa un aliciente en tiempos de incertidumbre a causa de la pandemia del Covid-19 y un estímulo para continuar con el fomento al libro y la lectura, pero también para seguir abriendo el diálogo a partir del pensamiento crítico.
“Recibimos este galardón como una luz en tiempos de oscuridad, vivimos una época de crisis sanitaria, económica, política y social, sin embargo pocas veces reparamos en que la cultura, los libros, las artes y las humanidades, son uno de los remedios para estas y otras tantas fuentes de incertidumbre que como humanidad afrontamos en estos momentos”, expresó Padilla López.
Para la directora de la FIL, Marisol Schulz, que el premio se entregue a dos festivales literarios debe llamar a la reflexión sobre el impacto que tienen estos espacios en la dinámica cultural en distintos planos.
“En este año aciago, en el que la humanidad se ve azotada por lo que todos sabemos, tener una certeza que es la FIL a todos nos da un ánimo y una esperanza, es una luz al final del túnel, y es una reflexión también alrededor de las otras ferias del libro. Se premia junto con el Hay Festival, otro encuentro para que los lectores y autores se encuentren alrededor del libro y la cultura”, apunto Schulz.
El Hay Festival nació en 1988 en la pequeña localidad galesa de Hay-on-Wye y desde 2006 se ha extendido a una decena de ciudades en todo el mundo como Querétaro, México; Medellín y Cartagena, en Colombia, y Santiago de Chile.
El Premio Princesa de Asturias se entrega desde 1981. Este año, en la categoría de Comunicación y Humanidades se registraron 28 candidaturas de 15 países.
Los galardones se entregan cada octubre en Oviedo, con la presencia de los reyes de España, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía.
A cada premiado se le entrega una escultura de Joan Miró, 50 mil euros, un diploma y una insignia.
Este galardón lo han recibido desde la revista Vuelta, de Octavio Paz, la Universidad Nacional Autónoma de México, hasta la periodista Alma Guillermoprieto. También lo han ganado el arquitecto Oscar Niemeyer, el cineasta Martin Scorsese y la bailarina Tamara Rojo.

Reacciones

El escritor nicaragüense Sergio Ramírez, un veterano de la FIL de Guadalajara, celebró en entrevista el galardón al considerarlo un “homenaje al libro y a la cultura”, y calificó a la FIL como la institución más exitosa en lengua española en cuanto a congregación cultural.
Con el premio, el gremio editorial se siente “cómplice”, consideró Juan Luis Arzoz, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana.
“La Fundación Princesa de Asturias envía un mensaje de lo más transparente: el libro es parte de la cultura, es importante para la humanidad, y la industria editorial es muy importante también para el desarrollo del mundo”, señaló.
Elena Poniatowska, en compañía de Carlos Monsiváis, conoció la feria “caserita” que alguna vez fue.
A diferencia de la de Frankfurt, Alemania, reservada para los profesionales, la FIL propicia el encuentro con los lectores, destacó en entrevista la escritora. “Me gusta la cercanía con la gente y eso alimenta a cualquier escritor”.
A Poniatowska le tocó ser testigo de una vez que Carlos Fuentes protestó la decisión de su editorial de suspender la firma de ejemplares cuando aún sus lectores hacían fila. “Es mi público”, gritó el novelista. Y recordó también aquella tarde en que se mezcló entre los mil jóvenes que dialogaron con el brasileño Rubem Fonseca, galardonado con el entonces Premio Juan Rulfo, nombre que debió retirarse al galardón tras diferencias con la familia.
“Es una feria que se debe al tesón, a la insistencia, que se impone a las dificultades, que se ha vuelto una marca mundial de México y de América Latina”, resumió Ramírez.

Una feria con tesón

Nació casera, casi como un tianguis de saldos de libros en la recién inaugurada Expo Guadalajara, donde ni siquiera había micrófonos ni un auditorio en forma para las actividades literarias.
La FIL arrancaba modesta su primera edición aquel 28 de noviembre de 1987, pero crecería con tesón y gracia, sumando apoyos.
William Golding, el autor de El señor de las moscas, fue el primer Nobel en acudir; Juan José Arreola, el primer homenajeado, y Nicanor Parra, el primer galardonado con el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, hoy Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances.
Un tesón que se ve recompensado con el Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2020, que mira hacia el “fenómeno literario universal” en que se convirtió.
Con “enorme resonancia popular y una participación masiva, constituye un gran foco de proyección de la lengua española”, señaló el acta del jurado.
A su candidatura se adhirió la Academia Mexicana de la Lengua, reveló ayer su director, Gonzalo Celorio, quien ha sido asesor literario del encuentro por 20 años y no ha faltado a ninguna cita desde aquella primera edición, cuando, rememora, había que buscarse mamparas y sillas para las presentaciones editoriales.
Incluso recordó cuando desde la UNAM convocaba, junto a Hernán Lara Zavala, a un contingente de escritores que partía a Guadalajara a bordo del Tequila Express, tren bautizado así por el español Enrique Vila-Matas, y que la argentina Luisa Valenzuela evocaba muy al estilo del Orient Express de Agatha Christie.
El tren viajaba durante la noche para llegar muy temprano. En el trayecto, a punto estuvieron de llegar a los puños en alguna ocasión Vila-Matas y Roberto Vallarino.
“(Los varones) íbamos en vagones de carga, no tenían asientos; pertrechados con botellas de tequila, ahí empezaban las lecturas. Viajábamos toda la noche para ahorrarnos el hotel y garantizábamos el pasaje”, recordó Celorio.
“Íbamos directo a la inauguración de la feria, sin bañarnos ni rasurarnos”.
La postulación de la FIL al Asturias, aseguró el escritor, fue bien fundamentada y legítima, porque es, sin duda, la feria del libro más importante en lengua española, “y diría que, después de Frankfurt, la segunda más importante (en el mundo)”.