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Cultura  

Fallece Alice Munro, la escritora canadiense ganadora del Premio Nobel, a los 92 años

La relevante cuentista pasó sus últimos años con demencia y murió en una residencia para mayores en Ontario, informaron familiares

Mayo 15, 2024

Erika P. Bucio / Agencia Reforma

Ciudad de México

Ante la pregunta de qué tan autobiográfica era su obra, Alice Munro se refirió a La vida de las mujeres (1971), una serie de historias relacionadas entre sí acerca de la ficticia Del Jordan, una niña vivaz y curiosa, decidida a convertirse en escritora al darse cuenta de que tiene material de sobra en su pueblo natal.
“Supongo que podría llamarse una novela autobiográfica… La mayoría de los incidentes son versiones modificadas de incidentes reales. Algunos son completamente inventados, pero la realidad emocional, el sentimiento de la chica por su madre, por los hombres, por la vida… todo es sólidamente autobiográfico”, argumentó la autora canadiense, fallecida el lunes a los 92 años.
Como Del Jordan, Munro se propuso ser escritora. Produjo sus primeros cuentos en la adolescencia en su natal Wingham, en el Ontario rural, donde su padre, Robert Laidlaw, se dedicaba al negocio de las pieles, y su madre, Anne, era maestra.
En la primavera de 1950 publicó su primer relato, The dimensions of a shadow, en una revista literaria estudiantil.
“Desde sus primeros relatos publicados en los años 50, cuando era estudiante, hasta Las chicas Ferguson nunca deben casarse, Ontario, como lugar ficticio, ocupa un sitio central en el contenido y la forma de sus relatos (…) Sus costumbres, percepciones y prejuicios impregnan el arte de Munro”, escribió su biógrafo Robert Thacker en Reading Alice Munro, 1973-2013.
Cuando la escritora ganó el Nobel de Literatura en 2013, la primera cuentista en lograrlo, el Toronto Star publicó una nota sobre Wingham, el “lugar donde Munro encontró sus historias”, que contrastaba la admiración por la autora que tiene un sitio dentro del museo local con la indignación de quienes creían reconocerse en sus historias y no necesariamente salir bien librados.
Un hombre se presentó armado en el rancho del padre de Munro al reconocer detalles de la trágica muerte de un bebé escaldado en La hora de la muerte, publicado en su primer libro de relatos, Danza de las sombras (1968), y a punta de pistola le exigió que su hija dejara de escribir sobre su familia.
Ese primer libro resultó ganador del Premio del Gobernador General.
En esa época, Munro era vista como una ama de casa. Un periódico, de hecho, anunció el galardón con el titular: “La fama sorprende a una ama de casa”.
Una escritora que acabaría por ser bautizada como la “Chejov canadiense”, cuyos relatos empezaron a aparecer en The New Yorker en 1977.
Munro contó que aun después de publicar sus primeros cuatro libros de cuentos, las editoriales seguían esperando que escribiera una novela. No lo hizo, aunque confesaría que lo intentó un par de veces.
“Nos dio justo la confirmación de que el cuento es infinito y puede ser, puede convertirse en cualquier cosa que una buena autora como Munro puede lograr”, advierte a Reforma la escritora Bibiana Camacho sobre la también autora de Demasiada felicidad y ¿Quién te crees que eres?
La autobiografía se encontraba, según Thacker, en el “núcleo mismo de la célebre capacidad de Munro para ofrecer historias de tal precisión, belleza inquietante y verosimilitud”.
Aunque su vida parecería no tener nada de extraordinaria, anotó el biógrafo y crítico: con dos matrimonios y tres hijas, pocos viajes, llevó una existencia tranquila casi siempre en Ontario o en la Columbia Británica.
“Su celebridad proviene por completo de su escritura, no busca la notoriedad de ninguna manera, participando sólo a regañadientes en la publicidad que la rodea como escritora famosa”, remarcó Thacker sobre una autora renuente a los congresos y conferencias sobre su obra.
Una de sus más fervientes admiradoras es Margaret Atwood, con quien festejó el Nobel de Literatura, abrazadas y brindando, y quien tenía una palabra precisa para describir su obra: disección.
“¿Cómo deberíamos llamar si no a la combinación de escrutinio incisivo, exhumación arqueológica, recuerdo preciso y detallado, y obsesión por el reverso más sórdido, miserable y vengativo de la naturaleza humana, la confesión de secretos eróticos, la nostalgia por la tristeza desaparecida y el regocijo por la plenitud y la variedad de la vida?”, opinó su colega, quien se interesó por su obra desde la aparición de su primer libro de relatos.
En entrevista, Mauricio Montiel Figueiras aprecia en la obra de Munro una mirada compasiva, pero también irónica sobre la condición humana contemporánea, pero sin la intención de “sicologizar en exceso.
“Plantea una mirada hasta cierto punto como de cirujana”, propone el cuentista. “Deja que las acciones cuenten la sicología de los personajes; eso es lo que deben hacer los grandes cuentistas, sobre todo en un terreno como la prosa corta, donde no se tiene tiempo para ser el sicólogo de los personajes”.
En honor de Munro, el autor mexicano escribió un cuento inspirado en el personaje del padre, enfermo del corazón, a quien su hija visita en el hospital de Las lunas de Júpiter, cuento que da título al libro de 1982.
“La enfermedad es una presencia constante en sus cuentos, desde distintos puntos de vista”, agrega Montiel Figueiras, quien cita además el relato The bear came over the mountain, que inspiró la película Away from her (2006) de Sarah Polley, sobre una mujer con Alzheimer.
Munro vivió sus últimos años con demencia y murió en una residencia para mayores en Ontario, según informaron sus familiares.
En una entrevista antes de su retiro, la autora dijo que “a medida que envejecemos, la vida se vuelve aún más misteriosa y difícil, de modo que escribir es el arte de acercarse a la realidad”.