*De visita en Acapulco, Pinar Ogrenci, ofrece una charla sobre su trabajo en artes visuales y su relación con la gentrificación, término que designa la transformación urbana de un sector deteriorado a uno de un mayor nivel adquisitivo

Óscar Ricardo Muñoz Cano

De la mano de la creadora turca Pinar Ogrenci la noche del domingo se realizó un conversatorio sobre su trabajo en artes visuales y su relación con la gentrificación (transformación urbana de un sector deteriorado a uno de un mayor nivel adquisitivo), tema que goza de todo su interés para documentarlo pues se lleva a cabo en cualquier parte del mundo, incluso en el puerto.
Asimismo, la velada que se llevó a cabo en La Cazona, en Costa Azul, dio oportunidad también para que narrara un poco de su experiencia como activista en las revueltas de la Primavera Turca de 2013 contra el autoritarismo del gobierno de aquel país.
Con ayuda de un traductor, Sergio González, fundador y coordinador de R.A.T. Residencias Artísticas por Intercambio (que coordinan en Acapulco Alondra Berber y Luis Vargas) y ante unas 20 personas, la artista visual y escritora explicó que actualmente desarrolla un trabajo respecto a cómo “se aburguesan” ciertos lugares de las ciudades que anteriormente se dejaron de lado, envejecieron, se deprimieron, en un proceso complejo que tiene que ver con cuestiones económicas, cuestiones políticas pero también con crimen y corrupción.
En ese sentido, abundó en que actualmente investiga sobre el tema en la ciudad de México pero en su visita de una semana en Acapulco, se percató de que “hay muchos edificios, muchos de ellos, que están abandonados, que están casi nuevos o que les faltó tantito para terminarlos o peor aún, que fueron importantes en su tiempo y ahora están literalmente abandonados”, explicó.
“Después y con dinero, habrá inversionistas que activen el proceso de gentrificación que comprarán muy barato, venderán muy caro y harán mucho dinero…”.
Esto es un proceso cosmético de muy baja inversión un alto rendimiento, señaló al tiempo que incluyó a las obras del Acabus “que parece que tienen ya muchos años intentando ser, estar nuevito pero está ahí nada más…”.
Ögrenci, quien es arquitecta de profesión relató que abandonó la práctica para decidirse por el arte con sus propios medios y con ayuda de algunas imágenes y videos mostró algunos de los trabajos que le valieron el reconocimiento mundial; desde el desarrollo urbano en Bélgica hasta la recuperación de espacios públicos en su natal Turquía.
Asimismo, y como colofón, mostró un sentido trabajo visual, Operativo Manuel, donde expresa sus sentir por la muerte de su padre y donde elementos como una puerta de baño que se abre automáticamente o una luz que se apaga de la misma forma dan movimiento a una artista malacara que está sentada en un toilet.

La Primavera Turca

En mayo de 2013 lo que inició como una protesta pacífica por la destrucción del parque de Gezi en la capital turca, derivó en una protesta social contra el gobierno en turno de Recep Tayyip Erdogan que dejó como saldo cientos de detenidos, de heridos y decenas de muertos.
Gente de diferentes edades, etnias filiaciones religiosas o políticas se unieron en torno al parque que por un mandato se transformaría en centro comercial, explicó P?nar Ögrenci quien decidió sumarse a la causa no como creadora, como documentalista incluso, sino como mera activista.
En dicho parque, dijo, se encuentran los bares, los locales con música en vivo, los centros culturales y librerías progresistas, así como las tiendas con la moda de vanguardia y dicho mandato representó un golpe autoritario contra el progreso y las izquierdas del país.
El 28 de mayo se pusieron en marcha las excavadoras, sin que las personas pudieran impedirlo y al día siguiente, el 29 por la tarde, un diputado kurdo se plantó delante de las excavadoras y exigió la autorización legal para realizar esos trabajos, autorización que los operarios no tenían por lo que se retiraron.
Al día siguiente, detalló, al menos un millón de personas ya estaba reunido gracias a las redes sociales y “la respuesta de la policía fue brutal, llegaron con gases, golpeando…”.
“Una convocatoria que era para una noche se convirtió en un campamento permanente donde se levantaron casas de campaña, comedores y la necesidad de organizarse los llevó a ir más allá al grado de poner bibliotecas, foros de debate, de la mano de gente de la cultura, mercados y más y como la represión aumentó empezaron a llegar médicos, enfermeras, se crearon pequeñas clínicas para apoyar la protesta…”.
Tras recordar las luchas liberales de los años ochenta en su país, Ögrenci argumentó que los jóvenes estaban tomando posturas políticas en aras de transformar su realidad.
Si bien, “la gente demostró que era más importante tener un parque con unos cuantos árboles”, el hecho en sí representaba algo más, una protesta en contra de un gobierno autoritario.
“Igual que aquí en México, la forma del gobierno en reaccionar a la crisis fue reprimiendo con violencia, con gas pimienta, armas de verdad o chorros de agua, lo cual provocó la muerte de veinte personas”.
Después de un mes, ante el alza constante de la violencia tuvieron que dejar el parque paras salvar la vida, señaló con tristeza no obstante, y tiempo después, por mandato judicial dicho centro comercial no se construyó y a la fecha, en muchos de los parque del país la gente se reúne una vez por semana con micrófono abierto para hablar de cualquier cosa.
“Es importante (el hecho de) tomar los espacios públicos como forma de encuentro, para hablar de las problemáticas” y para mí, añadió “la sensación es de victoria no por detener en sí un proyecto público, privado, si no porque como ciudadanos ante un gobierno tienen mucho más poder”.