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Cultura  

Sorprende la poeta estadunidense Louise Glück al ganar el Premio Nobel de Literatura 2020

“Me voy a quedar sin amigos”, dice la emocionada autora al saber la noticia. Su “inconfundible voz poética” torna la existencia individual en universal, encomia la Academia Sueca

Octubre 09, 2020

Louise Glück, de 77 años, es la decimosexta mujer que gana el preciado galardón Foto: Tomada de internet

Redacción / Agencia Reforma

Ciudad de México

La poeta estadunidense Louise Glück , de 77 años, ganó de manera sorpresiva el Premio Nobel de Literatura, anunció este jueves la Academia Sueca, un galardón que corona su obra, que comenzó en los años 60.
Glück (Nueva York, 1943) fue premiada por su “inconfundible voz poética, que, con una belleza austera, torna la existencia individual, universal”, dijo la institución en una videoconferencia.
La infancia y la vida en familia, la estrecha relación entre los padres y los hermanos y hermanas, son algunos de los temas en los que ha centrado su obra.
Averno (2006) es su poemario magistral, una interpretación visionaria del mito del descenso a los infiernos de Perséfone, cautiva de Hades, dios de la Muerte. Otra de sus obras destacadas es su última recopilación, Noche fiel y virtuosa.
Dos años después de la polaca Olga Tokarczuk, Louise Glück se convierte así en la decimosexta mujer galardonada en 117 entregas del premio, en una edición de los Nobel muy femenina.
Con tres laureadas en las categorías científicas del Nobel –que se entregó por primera vez en 1901–, esta temporada podría batir el récord de mujeres premiadas (cinco en 2009), pues todavía quedan dos galardones por otorgar, el de la Paz –hoy viernes– y el de Economía, el lunes.
Tras una serie de escándalos o polémicas que empañaron en los últimos años el premio literario más famoso del mundo, la elección de este año de la Academia Sueca era especialmente imprevisible, según los críticos.
El año pasado, el premio 2019 fue otorgado al escritor austriaco Peter Handke, cuyas atrevidas posiciones a favor de Milosevic generaron una gran polémica, que se añadió al escándalo sexual que desgarró a la institución hace tres años y que hizo que la atribución del premio de 2018 fuera postergada un año.
Cuando fue designada Poeta Laureada de Estados Unidos por la Biblioteca del Congreso, en 2003, aseguró que no le preocupaba ampliar sus públicos, y prefería que fuera pequeños, intensos, apasionados.
Pero ayer la realidad era otra: el teléfono, que no cesaba de sonar, la abrumaba. Debió reclamar un momento para beber café.
“Lo primero que pensé fue: ‘Me voy a quedar sin amigos’, porque muchos son escritores”, bromeó al enterarse del galardón. Después lo consideró un honor, aunque –reconoció– hay premiados a los que no admira, pero prefirió pensar en quienes sí aprecia.
Con la retribución del Nobel, unos 24 millones de pesos, la autora radicada en Cambridge, Massachusetts, planea comprar una casa en Vermont.
“Estoy preocupada por mantener mi vida junto a la gente que quiero”, aseguró en entrevista.
Glück es la primera mujer estadunidense en obtener el premio en casi 30 años, tras Toni Morrison en 1993.
Hubo sorpresa, porque los favoritos de críticos literarios y las casas de apuestas eran Guadalupe Maryse Condé, Jamaica Kincaid, Michel Houellebecq y Thomas Pynchon, pero la decisión fue también considerada como un acto de justicia por autores y editores de todo el mundo, quienes valoraron su capacidad para convertir lo íntimo en universal.
El premio de leerla

“Creo que Glück tiene una capacidad extraordinaria para que el lenguaje logre revelar mucho de lo que se esconde en las acciones cotidianas, y hasta banales, para iluminar especialmente ciertos detalles y ‘extraer’ de ellos toda su capacidad poética. Puede ser una imagen, un recuerdo, una frase de su madre, un sueño. Y con eso construye un mundo propio, una música para su manera de decir. No es una poesía sencilla, es visceral, exuberante en las emociones que toca, pero es muy precisa con las palabras. Es exigente con quien la lee, pero la recompensa es alta”, destaca en entrevista la editora Raquel San Martín.
“Es verdad que muchas veces tiene mirada dura, nada condescendiente, que incluso puede llegar a incomodar, sobre el dolor y la muerte. Pero también creo que, en general, más visible o más escondida, en sus poemas hay una posibilidad de redención, aun pequeña. No veo una poesía desesperanzada; sí realista, sí ácida, sí visceral, pero no apocalíptica”.
Esta redención en su poesía, como casi todo lo que retrata, puede estar en los detalles, observa San Martín.
Glück, profesora en Yale, ha reflexionado precisamente en cómo los detalles, aun los relacionados con el trabajo, constituyen el sustrato de la vida.
“Si suprimes todos tus impulsos más apasionados al servicio de un arte que aún no se ha declarado, estás cometiendo un terrible error”, advirtió en una entrevista con la revista Poets and Writers.
“Cuando era joven llevé la vida que creía que debían llevar los escritores, en la que repudias al mundo, consagrando ostentosamente todas tus energías a la tarea de hacer arte. Me sentaba en Provincetown en un escritorio y era espantoso: cuanto más me sentaba sin escribir más pensaba que no había renunciado al mundo lo suficiente. Después de dos años de eso llegué a la conclusión de que no iba a ser escritora. Así que tomé un trabajo de profesor en Vermont, aunque hasta ese momento había pasado mi vida pensando que los verdaderos poetas no enseñan. Pero acepté este trabajo, y en el momento en que empecé a enseñar, en el momento en que tuve obligaciones en el mundo, empecé a escribir de nuevo”.