Al seguir en su película a dos jóvenes días antes de su suicidio, programado como final del reto Ballena azul, el director Jorge Cuchí se enfocó en explorar lo devastador de la tristeza en la juventud.
El filme 50 o dos ballenas se encuentran en la playa, en competencia en la Semana de la Crítica en Venecia, se inspiró en una noticia sobre el reto en línea Ballena azul, que incitaba a las autolesiones y el suicidio a los participantes.
En lugar de juzgar al desafío el mexicano se enfocó en explorar a sus personajes y las penas que cargan.
“El juego invita a una persona deprimida a matarse, pero su melancolía no es culpa del juego. Cuando los chicos entran, ya tienen una decisión tomada, por lo que la historia permite hablar de la soledad.
“Es una película que reflexiona sobre el poder que puede tener la tristeza en una persona, mostrado desde el punto de vista de unos chavitos desolados que se enfilan en un camino que parece no tener fin”, explicó el director en entrevista telefónica desde Venecia.
En la trama, Félix (José Antonio Toledano) y Elisa (Karla Coronado) se encuentran cuando están por terminar el juego, pues uno de los últimos retos es salir con otro participantes.
“La película tiene dos tipos de melancolía: un personaje está cargado de historia, pero uno adivina que no siempre estuvo así, sino que le pasó algo; el otro es un enigma, no sabe porqué está triste, sólo se quiere matar”.
Pese a que el filme se desarrolla en México, el cineasta no basó a sus personajes y sus tristezas en la realidad del país, pues buscó retratar un sentimiento actual en todo el mundo.
“La historia puede pasar en cualquier parte y por eso está conectando con todo el mundo. Lo vieron alemanes en Toulouse y la entendieron, porque no es película localista, sino de interés universal.
“Tenemos derecho a temas universales y no sólo contar historias de nuestro país. Eso nos hacen tener un cine más amplio”, aseguró el cineasta.

El feminismo impregna la Mostra

Con ocho mujeres frente a 10 hombres compitiendo por el preciado León de Oro, la Mostra no sólo casi alcanza la debatida paridad, sino que apuesta por un cine con una mirada feminista.
En el año más raro, con una edición marcada por el coronavirus, el feminismo acaparó esta semana el festival de Venecia con filmes que narran las combativas y difíciles vidas de las mujeres.
Es el caso de la trágica vida de la hija de Karl Marx, narrada en el filme Miss Marx de la italiana Susanna Nicchiarelli, elogiado y apreciado por la crítica italiana.
La hija más pequeña del padre del comunismo, Eleanor, fue una de las primeras mujeres en asociar la lucha por la igualdad de las mujeres con la lucha de clases a finales del siglo XIX.
“Todas somos Miss Marx”, escribió la crítica de cine Teresa Marchesi en el Huffpost al referirse a la historia atormentada de una mujer culta y brillante, que creía en el poder liberatorio de la cultura y el arte, pero que a pesar de ello llega al suicidio a los 43 años por una relación amorosa tortuosa, desgastada por la infidelidad de su amado.
El filme sobre la hija menor de Marx, nacida en Londres en 1855, resulta un himno al feminismo y además combina lenguajes diferentes, imágenes del siglo XIX con música ultramoderna, mezclando, como ocurrió en la vida de la protagonista, razón y sentimiento.
“Miss Marx es la película socialista y feminista que el cine y el mundo actual necesitan”, sostiene el diario especializado Fotogramas.