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Legalizar el cultivo de amapola impulsaría el desarrollo económico de Guerrero, plantean

Legalizar el cultivo de amapola impulsaría el desarrollo económico de Guerrero, plantean En entrevistas con El Sur, expertos analizan las opciones para despenalizar el consumo y cultivo de las drogas y lamentan que ningún candidato presidencial toque el tema en las campañas Legalizar el cultivo de amapola impulsaría el desarrollo de Guerrero, plantea especialista Una … Continúa leyendo Legalizar el cultivo de amapola impulsaría el desarrollo económico de Guerrero, plantean

Guillermo RiveraEl Sur / Ciudad de México

Marzo 18, 2018

Legalizar el cultivo de amapola impulsaría el desarrollo económico de Guerrero, plantean

En entrevistas con El Sur, expertos analizan las opciones para despenalizar el consumo y cultivo de las drogas y lamentan que ningún candidato presidencial toque el tema en las campañas

Legalizar el cultivo de amapola impulsaría el desarrollo de Guerrero, plantea especialista

Una gran cantidad de su población vive de ese producto, recuerda el criminólogo Gabriel Regino. Ningún candidato presidencial toca el tema, pues todos “son bastante conservadores”, señala Raúl Benítez Manaut, de la UNAM. Si se regula lo primero que terminaría es la violencia del Estado contra campesinos pobres, dice Catalina Pérez Correa, del CIDE. México puede, como Afganistán, pedir permisos para producir con fines medicinales, lo que sacaría a los cárteles del negocio, propone

Guillermo Rivera

El Sur / Ciudad de México

La legalización de las drogas en México no será una decisión legislativa que logre exterminar la violencia en el país, pero eso no descarta la urgencia de una nueva política de sustancias ante el fracaso de la actual.
Esa es la conclusión de expertos consultados por El Sur, quienes coinciden en en su cuestionamiento a la política sobre estupefacientes basada esencialmente en la acción punitiva del Estado, es decir, en la intervención de soldados, ministerios públicos y policías en la vida civil, como indica la investigadora de la División de Estudios Jurídicos del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) Catalina Pérez Correa.
–El secretario de Turismo, Enrique de la Madrid, planteó legalizar la mariguana en zonas turísticas –se le comenta.
–¿Qué justificaría que no fuera en todo el país? Nada. Donde más existe un problema de criminalización es en zonas urbanas. Se persigue, procesa y sanciona a jóvenes por ser consumidores o portadores de pequeñas cantidades de sustancias. Lo que urge es una política de drogas proporcional-racional para el país ante una poco racional, violenta, que no tiene sustento empírico y no funciona para lo que está planteada. No hay reducción del consumo, incluso ha aumentado.
–¿Legalizar las drogas es lo viable?
–Sí, desde el punto de vista legal se pueden hacer muchas cosas, incluso cambiando un régimen jurídico –responde la también coordinadora del Colectivo de Estudios Drogas y Derecho (CEDD)–. Hasta ahora se han dado pasos minúsculos. La Cofepris (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios) lanzó un reglamento –a propósito del uso de mariguana con fines médicos– que ni siquiera permite que se siembre y coseche la mariguana en el país. Para fines industriales de la cannabis, se trata de licencias carísimas. Una de las excusas para no cambiar la política es que no va a terminar con la violencia y no tiene sentido.

Los puntos medios

Si bien para exterminar la violencia se requiere de emprender acciones más complejas, “existen una gran cantidad de recursos institucionales que se utilizan para perseguir delitos de drogas, cuando podrían emplearse en otras cosas. El Estado ejerce una enorme violencia contra una parte importante de la población”, continúa Pérez Correa.
“Todas las drogas deberían de regularse de mejor forma. Pareciera que sólo existen dos opciones: criminalizar o liberar absolutamente, que se permita la venta de mariguana y heroína en las tienditas. Y no. Hay muchos puntos medios, hay que revisar cada sustancia”.

Primero la mariguana

El integrante del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM, Raúl Benítez Manaut, ve con preocupación que ninguno de los candidatos presidenciales de los partidos plantee el tema de la legalización de las drogas. “No creo que mencionen la amapola. Hay algunos políticos en Guerrero que dijeron que se necesitan legalizar los cultivos, pero no hubo repercusión”, dice en alusión a lo planteado por el propio gobernador Héctor Astudillo y a la iniciativa que llevó al Congreso local el di-putado de Movimiento Ciuda-dano, Ricardo Mejía Berdeja.
Nadie en las campañas presidenciales, dice, hablará siquiera de la mariguana. “Ningún partido. Los candidatos son bastante conservadores. No veo en el horizonte un cambio de la política”.
Doctor en seguridad internacional y crimen organizado en México, Benítez Manaut afirma que la mariguana legalizada no acabará con la violencia, “pues no es una droga que genere grandes ganancias o por la cual se estén peleando el control los cárteles. Ese es el caso de la cocaína, la heroína, las metanfetaminas. Exterminar la violencia va por el camino de políticas de contención y de salud preventivas”.
Pérez Correa y Benítez Manaut coindicen en que, en todo caso, antes de la amapola se debe legalizar la mariguana.
–Hay que experimentar de forma restrictiva con la mariguana –señala Pérez Correa–, sus daños potenciales son bastante menores. Se trataría de un régimen en el que sea fuerte la intervención del Estado, y aprender antes de abrir el mercado por completo.
–¿Se atacaría a los cárteles?
–No se termina con la delincuencia organizada legalizando drogas como la amapola. Aunque sí se resuelve un tipo de violencia: la que el Estado ejerce contra sectores importantes de la población, sobre todo en Guerrero. Los militares aparecen y destruyen plantaciones de campesinos que viven de eso. Es el ingreso de gente que opera, trabaja, procesa, produce, transportando de la Montaña a otros territorios.
La repercusión de legalizar la amapola, explica Pérez, “es que las personas en el mercado clandestino, gente marginada en Guerrero, entrarían a la legalidad, con los beneficios y responsabilidades que eso implica. El Estado podría tener mayor capacidad de recaudación de impuestos, lo que implica recursos para profesionalizar a la policía y procuradurías, si se acompaña de una política de fortalecimiento de instituciones”.
–¿Cuál sería el primer paso para tratar la amapola?
–México, como Afganistán, tiene la posibilidad de pedir permisos a nivel internacional, para que esas producciones vayan dirigidas a la elaboración de medicamentos. Pero la política mexicana es negar lo que existe. Todos sabemos que hay muchas plantaciones de amapola en Guerrero y otras partes del país. Con el esfuerzo de erradicar pareciera que terminará eso, y no es así.
“Sí –dice por su lado Benítez Manaut–, primero hay que ver qué pasa con la mariguana, la cual es tolerada en la Ciudad de México pero no es legal. Luego puede plantearse el tema de la amapola, discusión que veo muy lejana”. Pone como ejemplo Estados Unidos, donde en algunos estados, como California, la mariguana ya fue legalizada.
“Ahí nadie plantea el tema de la amapola. Primero quieren ver los efectos en la economía y en la salud de los jóvenes. Hay un virus de consumo de heroína en Estados Unidos y miles de muertes al año. La DEA (Administra-ción para el Control de Drogas) está concentrada en tratar de controlar la heroína”.
–¿Qué opina de legalizar en algunas zonas?
–Lo dijo el secretario de Turismo y estuvo de acuerdo el gobernador de Quintana Roo (Carlos Joaquín González). Podría ser una estrategia para evitar la violencia en bares y playas. Un experimento para implementar en otras zonas.

Guerrero subiría al más alto lugar en beneficio de sus habitantes

¿Y qué pasaría si en Guerrero se legalizaran los sembradíos de amapola? “El estado trascendería al más alto lugar, económicamente hablando, en beneficio de sus pobladores, y se evitaría la fuga hacia Estados Unidos”, responde por separado el criminólogo Gabriel Regino, ex director general de Asuntos Internos y subsecretario de la Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México hasta 2006.
“Una gran cantidad de guerrerenses de la zona de la sierra y la Montaña ha vivido y vive de la amapola, pero sujetos a presiones criminales. Si esa presión se traslada a una cuestión impositiva, los criminales quedan sin efectos. Lo ideal es que esto sea manejado por el Estado, sin licitar, pues si licita vamos a ir a otra criminalidad: la corporativa. Ningún empresario puede suplantar a los que viven de la tierra y la cosecha”.
El experto precisa que la producción natural de ciertos insumos que generan efectos psicotrópicos –la amapola, la mariguana y la cocaína–, “es un tema de elección antes que de salud. ¿Qué países producen amapola? Afganis-tán, Guerrero en México. ¿Cuál es la diferencia entre las producciones de amapola y tabaco? Las personas que las controlan. Cuando se habla de regular drogas, no se ve el tema de salud, sino el hegemónico. Estados Unidos va a autorizar la producción, exploración y comercio de lo que esté bajo su control”.

Populismo punitivo

Regino afirma que regular drogas en un tema regido por cuestiones económicas. “Si mañana se dijera: ‘se legalizan, pues’, ¿sabes cuáles serían las nuevas potencias económicas emergentes? Bolivia, Perú, México. Algo inadmisible en el eje económico de control de Estados Unidos y el G-8”.
Hoy, indica, no se habla de la legalización, pues hay “hipocresía electoral, nadie entra al tema de fondo porque México se escandaliza. Esta moralina impide a los políticos enfrentar de manera directa un asunto de libertad, salud y seguridad. Lo que vende es el populismo punitivo, es decir, ‘pena de muerte para los traficantes de drogas’. Lo que está en juego son votos, no ideas. Lamentablemente, aunque es urgente, no veo un debate próximo ni cercano”.