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Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

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Vende frutas, pan y flores para pagar tratamiento de su hijo

Vende frutas y verduras afuera del Iecan para pagar el tratamiento de su hijo La señora Juana Zeferino Zeferino desde hace dos años paga el tratamiento de cáncer que padece su hijo de 9 años vendiendo verduras, frutas, pan y rosales que trae desde la comunidad de Nejapa, Chilapa, uno de los municipios sumidos en … Continúa leyendo Vende frutas, pan y flores para pagar tratamiento de su hijo

Jacob Morales Antonio

Enero 11, 2022

Con el fin de pagar las quimioterapias y los medicamentos contra el cáncer que padece su hijo de 9 años, la señora Juana Zeferino Zeferino (ambos en la imagen), vende verduras, frutas, pan y rosales que trae desde la comunidad de Nejapa, Chilapa, en las afueras del Instituto Estatal de Cancerología. Ayer las diputadas de Morena y del PT, integrantes de la Comisión de Salud del Congreso, Jessica Alejo Rayo y Leticia Mosso Hernández, informaron que recibieron quejas sobre el desabasto de medicamentos y del mal servicio que ofrece esa institución, así como el Hospital de la Madre y el Niño y Guerrerense Foto: Jacob Morales

Vende frutas y verduras afuera del Iecan para pagar el tratamiento de su hijo

La señora Juana Zeferino Zeferino desde hace dos años paga el tratamiento de cáncer que padece su hijo de 9 años vendiendo verduras, frutas, pan y rosales que trae desde la comunidad de Nejapa, Chilapa, uno de los municipios sumidos en la violencia en Guerrero.
Al caminar afuera del Instituto Estatal de Cancerología (Iecan) y ver a la mujer ofreciendo sus productos, da la impresión de ser una vendedora ambulante, pero no.
El domingo, y horas antes de partir a Acapulco, la mujer salió al campo, a recolectar el jitomate silvestre, nopal, y el epazote, ir por el pan tradicional, el mole, empacarlos y traerlos hasta la ciudad, y así costear los pasajes, y el tratamiento de su hijo, Cristian.
El reloj marca la una de la madrugada del lunes. Para ella comienza la travesía que desde hace dos años vive. Sube al transporte público de su comunidad a la cabecera municipal, donde tiene que transbordar en una combi del servicio público a Chilpancingo, y de la capital del estado, llegar a Acapulco.
Cinco horas después, está en el Iecan. La mujer recuerda que la primera vez que llegó con su hijo al puerto para que le hicieran los estudios, ella se perdió. Ahora el camino le es familiar, tanto que Cristian se lo sabe de memoria, y a veces la corrige.
Su hijo, un niño amigable y muy platicador, le fue detectado en 2019 un tumor cancerígeno en el cuello, luego de casi sanar con las quimioterapias, otro tumor le salió al pequeño en la cadera. En la actualidad continúa en observación y valoración médica en el nosocomio, luego de superar las quimioterapias.
Juana cuenta que su esposo la dejó hace poco más de un año, cuando recién le habían detectado el tumor cancerígeno a su hijo. Es madre soltera de cinco hijos, los mayores de 17 y 11 años tuvieron que dejar la escuela para trabajar en el campo y apoyar en los gastos, porque su ex pareja hasta el día de hoy niega que Cristian tenga los tumores cancerígenos y no la apoya.
Para ella cada peso que se gana vendiendo los productos del campo que trae de Chilapa, son una bendición. Sólo en pasajes se gasta unos 800 pesos, más las comidas de al menos dos días en que estará en Acapulco.
Ahora el gasto para la señora es menor pero no deja de impactar fuertemente en su economía. Ella estudió hasta la preparatoria, se casó y formó su familia. Jamás pensó en que su esposo la dejaría. Ahora se dedica a los trabajos del campo para poder mantener a sus cinco hijos, y el tratamiento de Cristian.
Para la mujer nada ha sido gratis desde que le fue detectado el primer tumor a Cristian. Pero la crisis más fuerte la atravesó en enero de 2020, cuando se sumó a los padres de niños que protestaron por la falta de medicamentos para las quimioterapias.
A pesar de que en la actualidad su hijo ya no recibe quimioterapias, porque aparentemente ha superado los tumores, el menor aún está en observación médica y tiene que hacerse estudios, que ayer, aun le iban a indicar cuáles eran y cuánto costaban.
En enero de 2020 por un medicamento pagó casi 2 mil pesos, una cantidad que ni ella supo de dónde sacó, pero que con ello su hijo pudo recibir la quimioterapia.
La mujer platicó que en el primer año sufrió mucho, porque tenía que estar de manera intercalada dos semanas prácticamente en el hospital, y dormir en un albergue.
El menor de 9 años, por su gran simpatía se ganó el cariño y aprecio de las y los enfermeros y empleados que labora en el Iecan, algunos de ellos ni la mamá los conoce, porque es Cristian quien les habla.
Mientras su mamá ofrecía sus productos, las y los trabajadores salieron a comprar. Dos de las enfermeras de inmediato se acercaron al menor, lo abrazaron y le dieron dos regalos. No habían visto a Cristian en diciembre.
De una de las bolsas de inmediato sacó el niño un tren, que armó en menos de dos minutos. Alguien más le regaló las pilas y el niño se puso a jugar en la calle, casi a un costado de la puerta del Iecan.
La señora Juana tiene la próxima cita el 26 de enero, para ese día también traerá el jitomate silvestre que ofrece en 20 pesos por bolsa, el pan en 5 pesos la pieza, la bolsa de cacahuates en 20 pesos, y los rosales plantados en una cubetita de plástico en 40 pesos.
Durante la visita este lunes al Iecan se solicitó una entrevista a la directora general del hospital, Sandra María Fajardo Hernández, pero su secretaria expresó que no estaba atendiendo a la prensa, y afirmó que no sabía de las renuncias y despidos de empleados.