“No tengo derecho a fallar al pueblo de México”, proclama en su toma de posesión Fustiga a los gobiernos de los últimos 36 años; su política neoliberal ha sido “un desastre, una calamidad” Reitera su propuesta de “punto final” a corruptos del pasado e insiste en que su propósito es acabar con la corrupción y la impunidad Remarca que su gobierno no será un “simple facilitador del saqueo” ni “un comité al servicio de una minoría rapaz” “Ya no me pertenezco, soy de ustedes; no me dejen solo”, clama en el Zócalo Anuncia allí que promoverá una “modernidad desde abajo”
Viétnika Batres y Guillermo RiveraEl Sur / Ciudad de México
Diciembre 02, 2018
Protesta AMLO como presidente; ofrece una
transformación “profunda y radical” del país
“No tengo derecho a fallar al pueblo de México”, proclama. Fustiga a los gobiernos de los últimos 36 años que aplicaron una política neoliberal que ha sido “un desastre, una calamidad”. Reitera su propuesta de “punto final” a corruptos del pasado y subraya que el plan del nuevo gobierno es acabar con la corrupción y con la impunidad. Remarca que su gobierno no será un “simple facilitador del saqueo” ni “un comité al servicio de una minoría rapaz”
Viétnika Batres y Guillermo Rivera
El Sur / Ciudad de México
Casi tres lustros después de iniciar su camino a la Presidencia y luego de dos intentos, Andrés Manuel López Obrador se convirtió oficialmente en el presidente número 67 de México y, con la banda tricolor en el pecho, juró dejar atrás los gobierno neoliberales del pasado para vanzar hacia una transformación “profunda y radical” del país.
Ante legisladores, gobernadores, líderes sociales, empresarios y una veintena de mandatarios internacionales, el presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, recibió la banda presidencial de manos del –hasta ese momento– presidente Enrique Peña Nieto y se la ofreció a López Obrador, justo a las 11:20 de la mañana.
Así, entre gritos de “¡Pre-sidente, presidente!”, “¡Es un ho-nor estar con Obrador!”, aplausos y vivas, rindió protesta este sábado ante el Congreso de la Unión en San Lázaro con un discurso de poco más de 14 cuartillas; más de 37 mil 269 palabras en el que enfatizó que comienza “la Cuarta Transformación” de México.
Al comenzar su intervención, López Obrador se dirigió a su antecesor Peña Nieto, a quien le reconoció “no haber intervenido, como lo hicieron otros presidentes, en las pasadas elecciones”.
Hoy comienza, definió, “un cambio de régimen político”. Como lo había mencionado en diversas ocasiones, indicó que se llevará a cabo “una transformación pacífica y ordenada, pero al mismo tiempo profunda y radical”, pues “se acabará con la corrupción e impunidad que impiden el renacimiento” del país porque “nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes”.
En el discurso de más de una hora de duración, afirmó que es la corrupción “la causa principal de la desigualdad económica y social, y de la inseguridad y de la violencia que padecemos”. En cuanto “a la ineficiencia del modelo económico neoliberal… ni siquiera en términos cuantitativos ha dado buenos resultados”.
Y subrayó que esa política neoliberal, “lo digo con realismo y sin prejuicios ideológicos” ha sido “un desastre, una calamidad para la vida pública del país”.
La política económica aplicada durante “el periodo neoliberal, de 1983 a la fecha, ha sido la más ineficiente en la historia moderna de México”, la economía creció 2 por ciento anual y esto “ha empobrecido a la mayoría de la población hasta llevarla a buscarse la vida en la informalidad, a emigrar masivamente o a tomar el camino de conductas antisociales”.
Insistió en que “el distintivo del neoliberalismo es la corrupción. Suena fuerte, pero privatización ha sido en México sinónimo de corrupción. Desgraciadamente casi siempre ha existido este mal en nuestro país, pero lo sucedido durante el periodo neoliberal no tiene precedente en estos tiempos que el sistema en su conjunto ha operado para la corrupción. El poder político y el poder económico se han alimentado y nutrido mutuamente y se ha implantado como modus operandi el robo de los bienes del pueblo y de las riquezas de la nación”.
Remarcó: “Privatización ha sido en México sinónimo de corrupción. El poder político y el poder económico se han alimentado y nutrido mutuamente y se ha implantado como modus operandi el robo de los bienes del pueblo y de las riquezas de la nación”. Por eso, el plan del nuevo gobierno es: “acabar con la corrupción y con la impunidad”.
Frente a empresarios como Carlos Slim, y dirigentes del Consejo Coordinador Empresarial y del Consejo Mexicano de Negocios, insistió en que el poder económico debe separarse del poder político.
Anunció que su gobierno no será un “simple facilitador del saqueo”, ni “un comité al servicio de una minoría rapaz”.
No obstante garantizó que habrá seguridad para las inversiones de accionistas de México y el extranjero e insistió en que “se crearán condiciones para obtener buenos rendimientos, porque en México habrá honestidad, Estado de derecho, reglas claras, crecimiento económico y confianza”.
Se cancelará la reforma energética; no hubo tal inversión a raudales
López Obrador se refirió después a la reforma energética. Dijo que se cancelará, porque “sólo ha significado la caída en la producción de petróleo y el aumento desmedido en los precios de las gasolinas, el gas y la electricidad”.
Cuando se aprobó la reforma energética, hace cuatro años, se afirmó que se iba a conseguir inversión extranjera a raudales. El resultado es que apenas llegaron 760 millones de dólares de capital foráneo, lo que únicamente representa el 1.9 por ciento de la incipiente inversión pública realizada por Pemex en el mismo periodo, y apenas el 0.7 por ciento de la inversión prometida”.
Mientras el presidente hablaba, los legisladores del PAN mostraban desde sus curules letreros azules que decían “Que baje la gasolina”.
Es tan grave “el daño causado al sector energético nacional durante el neoliberalismo, que somos el país petrolero que más gasolinas importa en el mundo”, siguió López Obrador.
La bancada de Acción Nacional fue la única que levantó pancartas y coreó consignas, si bien muy contenidas, en contra de López Obrador.
En el tema de la reforma energética, el nuevo presidente se aguantó para contestarles más adelante, en un momento en que los panistas volvieron a lanzar algunos gritos y mostrar sus carteles azules al escuchar que el tabasqueño reiteraba su compromiso de que la nueva refinería bajará el precio de las gasolinas.
López Obrador respondió: “Ahora resulta que los que aumentaron el precio a las gasolinas están pidiendo que baje. Hago el compromiso responsable, que pronto, cuando terminemos la refinería que vamos a construir en México, va a bajar el precio de la gasolina.
“Tampoco vamos a endeudar al país”, dijo, como lo hicieron Vicente Fox y Felipe Calderón. Cuando éste empezó su gobierno, la deuda pública era de 1.7 billones de pesos; al terminar, alcanzaba los 5.2 billones, es decir que aumentó 200 por ciento. “Y en esos dos sexenios fue cuando se recibió más dinero por la venta de petróleo. Ahora la deuda es de 10 billones”.
Los panistas callaron.
Ayotzinapa y el punto final
Con Peña Nieto –cuya administración concluye con documentados escándalos de corrupción– a su costado izquierdo, López Obrador reafirmó, como lo ha dicho en distintas ocasiones, que en su gobierno no habrá persecusión política. La nueva etapa va a empezar “sin perseguir a nadie porque no apostamos al circo ni a la simulación. Si abrimos expedientes dejaríamos de limitarnos a buscar chivos expiatorios, como se ha hecho siempre. No habría juzgados ni cárceles suficientes, y lo más delicado, meteríamos al país en una dinámica de conflicto y confrontación”. Esto, indicó, “nos llevaría a consumir tiempo y recursos que necesitamos para emprender la regeneración radical de la vida pública de México”.
Siguió: “Creo precisamente que en el terreno de la justicia se pueden castigar los errores del pasado, pero lo fundamental es evitar los delitos del porvenir. En consecuencia, propongo al pueblo de México que pongamos un punto final a esta horrible historia y mejor empecemos de nuevo, en otras palabras, que no haya persecución a los funcionarios del pasado, y que las autoridades encargadas desahoguen en absoluta libertad…”
Apenas terminar de decir “que no haya persecuión a los funcionarios del pasado”, un “noooooo” se coló casi murmullo en el recinto.
Una voz colectiva que fue subiendo de volumen hizo el conteo –por segunda vez en San Lázaro, la primera fue el pasado 1 de septiembre– por los 43 estudiantes normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. Resultaba curioso que, en esta ocasión, los más entusiastas al gritar “…41, 42, 43, ¡justicia!” fueran precisamente los legisladores del PAN.
López Obrador hizo una muy breve pausa y continuó: “Mi postura al respecto la definí en la campaña. Dije que no es mi fuerte la venganza. No olvido”, pero “sí soy partidario del perdón y la indulgencia. En otras palabras, que no haya persecución a los funcionarios del pasado y que las autoridades encargadas desahoguen en absoluta libertad. Por cierto, hoy se constituye una comisión para atender el caso de los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa. Que se castigue a los que resulten responsables”.
“Que se castigue a los que resulten responsables, pero que la Presidencia se abstenga de solicitar investigaciones en contra de los que han ocupado cargos públicos o se hayan dedicado a hacer negocios al amparo del poder durante el periodo neoliberal”.
“Me canso, ganso”
El nuevo presidente se comprometió a “no robar y a no permitir que nadie se aproveche de su cargo o posición para sustraer bienes del erario o hacer negocios al amparo del poder público. Esto aplica para amigos, compañeros de lucha y familiares. Si mis seres queridos, mi esposa o mis hijos, cometen un delito, deberán ser juzgados como cualquier otro ciudadano. Solo respondo por mi hijo Jesús, por ser menor de edad”.
Indicó que, según la iniciativa de ley que ayer envió al Senado, “podrá ser el presidente juzgado como cualquier ciudadano por el delito que sea. Vamos a limpiar al gobierno de corrupción de arriba para abajo”.
El gobierno representará “a ricos, pobres, creyentes, libres pensadores, a todas las mexicanas y mexicanos, al margen de ideologías, orientación sexual, cultura, idioma. Vamos a gobernar para todos, pero vamos a dar preferencia a los vulnerables y a los desposeídos”.
Reiteró que se “se respetará la autonomía del Banco de México” y que “se construirá el Tren Maya, se sembrarán un millón de hectáreas de árboles frutales y maderables en el sursureste.
En tres años estará funcionando: me canso, ganso –dijo y provocó las risas entre la concurrencia–, además del actual, el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, con dos pistas adicionales en la Base Aérea de Santa Lucía”.
El nuevo presidente señaló que el “salario mínimo no volverá a fijarse por debajo de la inflación” y que “2 millones 300 mil jóvenes serán contratados para trabajar como aprendices en talleres, empresas. Ya no va a haber ninis.
“Se atenderá de inmediato a los damnificados por los sismos… se ayudará a productores del campo con subsidios. No se permitirá el fracking ni transgénicos. Nadie podrá viajar en aviones o helicópteros privados a expensas del dinero público. Desde el lunes próximo se pondrá en venta el avión presidencial. El presidente ganará el 40 por ciento de lo que recibía el presidente saliente”.
La Guardia Nacional: replantear el papel de las fuerzas armadas
Respecto a su controvertida propuesta de la Guardia Nacional, repitió que “los 8 mil elementos del Estado Mayor que se destinaban a cuidar al presidente y los 3 mil 200 agentes de Gobernación, hasta ayer dedicados al espionaje, pasarán a formar parte” de este nuevo cuerpo, cuya creación dependería del “pueblo y el Poder Legislativo, para enfrentar el grave problema de la inseguridad y de la violencia.
“Esto significa replantear el papel de las fuerzas armadas ante la inoperancia de las corporaciones policiales. La Policía Federal creada hace 20 años para suplir la labor de las fuerzas armadas en el combate a la delincuencia, es en la actualidad un agrupamiento de apenas 20 mil efectivos, que carecen de disciplina, capacitación y profesionalismo.
“En cuanto a los agentes ministeriales y los cuerpos policiales estatales y municipales, se debe reconocer, sin generalizar, que muchos están movidos por la corrupción. El ciudadano mexicano en la actualidad está en estado de indefensión”.
López Obrador reconoció que el de la Guardia Nacional es un “tema polémico”, pero insistió en que las fuerzas armadas están entre las mejores instituciones de México. “Ciertamente no todos los militares han ostentado comportamientos intachables y tampoco debe omitirse el hecho de que el Ejército ha participado en actos de represión por órdenes de autoridades civiles”, admitió.
En una argumentación más extensa de lo usual, el mandatario enfatizó el origen popular del Ejército mexicano. En los “institutos castrenses no se han formado minorías corrompidas, como sucede en otros ámbitos del poder, y a diferencia de lo que ocurre en otros países, en México no se sabe de militares que formen parte de la oligarquía. Además, es un hecho que el Ejército cuenta con respaldo de la opinión pública”.
“Lo mismo puede decirse de la Secretaría de Marina. Así pues, el Ejército y la Marina pueden ser previa preparación y capacitación para el respeto de los derechos humanos, y mediante la aplicación de protocolos para el uso de la fuerza, las instituciones fundamentales para garantizar la seguridad nacional, la seguridad interior y la seguridad pública”.
Recordó que el Plan de Paz y Seguridad incluye la creación de 266 coordinaciones territoriales en el país. “Todos los días desde las seis de la mañana voy a presidir, en Palacio Nacional, la reunión del Gabinete de Seguridad, en la cual recibiremos el parte o reporte de lo sucedido en las últimas 24 horas y tomaremos las medidas necesarias”.
Efímera protesta contra un Maduro… ausente
En materia de política exterior, indicó que “mantendremos buenas relaciones con todos los pueblos y gobiernos del mundo”. Agradeció la presencia de Michael Pence, vicepresidente de Estados Unidos, y la hija del presidnete estadunidense, Donald Trump, Ivanka.
Con Trump y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, “estoy hablando para ir más allá del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y lograr un acuerdo de inversión entre empresas y gobiernos de las tres naciones, para impulsar el desarrollo de los países centroamericanos y del nuestro. Y enfrentar de esta forma el fenómeno migratorio”.
Después agradeció la presencia de presidentes de América Latina y del Caribe, entre ellos Evo Morales, de Bolivia, y quiengeneró una breve ovación; Miguel Díaz Canel, de Cuba, contra el que nadie protestó, y Nicolás Maduro, de Venezuela, que despertó la inmediata reacción de la bancada del PAN.
En ese instante, legisladores panistas levantaron una manta al pie del estrado, que decía “Maduro #NoEresBienvenido”. Algunos diputados de Morena cubrieron con un rebozo la parte donde decía “Maduro, #NoEres”, para que sólo se viera “Bienvenido”. Esto molestó a los panistas, pero no pasó a mayores, porque López Obrador no interrumpió el agradecimiento a sus invitados internacionales, como Felipe VI, rey de España, entre otros.
Queda para la posteridad la pregunta de por qué López Obrador mencionó a Maduro cuando el venezolano no estaba presente en San Lázaro.
Cerca de las 14:30, Maduro llegó en un auto a la comida en Palacio Nacional. Él mismo dio cuenta de ello en un video publicado en su cuenta de Twitter.
“Que no sea fácil retrogradar”
En su discurso en el Palacio Legislativo de San Lázaro, el primero como presidente de la República, aclaró, una vez más, que es partidario del sufragio efectivo y de la no reelección y que trabajará “16 horas diarias para dejar en seis años muy avanzada la obra de transformación. Me someteré a la revocación del mandato porque deseo que el pueblo siempre tenga las riendas del poder en sus manos.
Mostró que tiene prisa pero, más importante, tiene claro que aquello que vaya a hacer en su gobierno, tiene que comenzarlo cuanto antes. Lo dijo en campaña: seis años que parezcan 12.
“Por eso aplicaremos rápido, muy rápido, los cambios políticos y sociales para que si en el futuro nuestros adversarios, que no nuestros enemigos, nos vencen, les cueste mucho trabajo dar marcha atrás a lo que ya habremos de conseguir. Como dirían los liberales del siglo XIX, los liberales mexicanos: que no sea fácil retrogradar”.
Recordó que llegó a la Presidencia “después de muchos años de lucha personal y colectiva. Estoy preparado para no fallarle a mi pueblo. Ahora que venía para acá, se emparejó un joven en bicicleta y me dijo: ‘Tú no tienes derecho a fallarnos’. Y ese es el compromiso que tengo con el pueblo: No tengo derecho a fallar”.
Aseguró estar consciente de la gran expectativa “que existe entre los mexicanos, y el desafío que significa enfrentar los grandes y graves problemas nacionales, pero soy optimista y creo que vamos a salir bien. Son tres cosas las que necesitamos para enfrentar la crisis de México y dos de ellas están aseguradas de antemano: un pueblo trabajador y suficientes riquezas naturales. Pronto tendremos lo tercero, un buen gobierno”.
“Acepto el reto y les invito a participar para celebrar juntas y juntos, el esplendor y la grandeza futura de nuestro querido México. Gracias de todo corazón. ¡Que viva México! ¡Viva México! ¡Viva México!”.
“Ya no me pertenezco, soy de ustedes; no me dejen solo”, clama López Obrador en el Zócalo
Zedryk Raziel / Agencia Reforma
Ciudad de México
Ante un Zócalo lleno, el presidente Andrés Manuel López Obrador apeló al apoyo popular a su gobierno.
“Les digo no me dejen solo porque sin ustedes no valgo nada, o casi nada. Yo ya no me pertenezco, yo soy de ustedes, soy del pueblo de México”, dijo.
“Hablando en el terreno político, sin ustedes los conservadores me avasallarían, pero con ustedes me van a hacer lo que el viento a Juárez”, arengó entre aplausos y porras de sus seguidores.
López Obrador habló más de dos horas con una relatoría de 100 compromisos de obra pública, medidas administrativas de austeridad e iniciativas para recuperar el ejido, aplicar impuestos a mineras y rescatar a Petróleos Mexicanos y la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
“Nos están entregando un país en quiebra”, aseguró.
Anunció que el 1 de septiembre de cada año no solo acudirá al Congreso a presentar su informe sino que dará otro en la Plaza de la Constitución, donde revisará el avance de 100 obras y proyectos prioritarios.
Previamente recibió el bastón de mando indígena en una ceremonia en la que decenas de miles de personas, junto con el Presidente, cumplieron el ritual. López Obrador recibió una limpia.
Descarta “divorcio”
Tras ser investido Presidente constitucional, Andrés Manuel López Obrador descartó un “divorcio” entre el Ejecutivo federal y la población.
En el Zócalo, tras citar 100 compromisos de gobierno, sostuvo que fracasan los mandatarios que se aíslan de la sociedad.
“No habrá divorcio entre el poder y el pueblo; nunca perderé la comunicación con ustedes, nunca perderé la comunicación con la gente”, dijo desde el templete.
“Estaré cinco días a la semana en municipios y estados del país, como siempre, recogiendo los sentimientos del pueblo y resolviendo problemas, y evaluando el avance de los programas de desarrollo y bienestar. Yo les digo de corazón, de manera sincera, les necesito; conozco la historia: cuando gobernantes revolucionarios se desprenden, cuando gobernantes revolucionarios cometen el error de separarse del pueblo, no les va bien; gente buena que se ha ido quedando sola por no tener la comunicación con el pueblo; yo les necesito”, subrayó.
Tras recibir el Bastón de Mando de los pueblos indígenas y afrodescendientes del país, el presidente afirmó que venció al conservadurismo en el país gracias al respaldo de la gente.
“Con humildad les digo: tengan confianza y estoy seguro que no me van a dejar solo y les digo: no me dejen solo, porque sin ustedes no valgo nada o casi nada; yo ya no me pertenezco, yo soy de ustedes, soy del pueblo de México”, proclamó.
“Sin ustedes, y esto con todo respeto, hablando en el terreno político, sin ustedes, los conservadores me avasallarían fácilmente, pero con ustedes me van a hacer lo que el viento a Juárez. Yo les pido apoyo, porque reitero el compromiso de no fallarles, primero muerto que traicionarles”.
López Obrador adelantó que cada año, tras presentar su Informe de gobierno en el Congreso, regresará a la Plaza de la Constitución a evaluar su cumplimiento.
Reiteró que cumplirá su compromiso de someter a consulta su permanencia en el Ejecutivo a la mitad del sexenio.
Balance de entrega
El presidente criticó que recibió un país en quiebra, especialmente en el sector energético.
Por ello, pidió a los ciudadanos tenerle paciencia para cumplir su promesa de bajar el precio de los combustibles.
“Desde luego que así va a ser (bajar los precios), pero ténganme paciencia y confianza, porque nos están entregando un país en quiebra, sobre todo en lo que tiene que ver con la industria petrolera y con la industria eléctrica”, acusó.
En su primer día como presidente, reconoció que habrá aumentos a los precios de la gasolina conforme a la inflación anual.
Afirmó que a mitad del sexenio, cuando esté en funcionamiento la nueva refinería de Tabasco se reducirán en términos reales los precios de los energéticos.
Además, durante la nueva administración, los funcionarios de las secretarías de Hacienda, Comunicaciones y Energía tendrán prohibido asistir a convivencias con proveedores, inversionistas y grandes contribuyentes, advirtió el mandatario.
“Los funcionarios de Hacienda, de Comunicaciones, de Energía y otras dependencias no podrán convivir en fiestas, comidas, juegos deportivos o viajar con contratistas, con grandes contribuyentes, con proveedores del gobierno o con inversionistas vinculados a la función pública”, asentó.
López Obrador citó que ningún funcionario podrá utilizar para fines particulares lo recursos humanos asignados a sus dependencias; tampoco podrán cerrar calles, detener el tránsito, pasarse altos ni estacionarse en lugares prohibidos.
Refirió que ningún funcionario tendrá a su disposición elementos para vigilancia, salvo aquéllos relacionados con el área de seguridad.
Agregó que sólo los secretarios y subsecretarios tendrán apoyo de chofer, y sólo los titulares del gabinete legal y ampliado tendrán asistente particular.
Sólo puede haber tres asesores por dependencia, subrayó.
Afirmó que los burócratas deben tratar con respeto a los ciudadanos y despachar sus solicitudes.
Dijo que no se van a comprar vehículos nuevos ni equipo de cómputo, y no se comprará mobiliario de lujo para las oficinas de gobierno.
No habrá atención médica privada ni cajas de ahorro exclusiva para altos funcionarios, asentó.
Dijo que se eliminan partidas de vestuario y gastos de protocolo ceremonial dedicados al presidente, colaboradores o familiares.
Por otro lado, el presidente adelantó que habrá una reforma para que la portación de armas de uso exclusivo del Ejército se convierta en delito grave sin derecho a fianza.
Indígena na savi
del Concejo de
Ayutla le entrega
el bastón de mando
Zedryk Raziel / Agencia Reforma
Ciudad de México
Representantes de los 68 pueblos indígenas y de afrodescendientes entregaron un Bastón de Mando al presidente Andrés Manuel López Obrador en una ceremonia en la que él y su esposa Beatriz Gutiérrez Müller fueron “purificados”.
La ceremonia fue conducida por integrantes nahuas, mayas, totonakus, tzotziles, mixtecos, yaquis, wixárikas, ñahñús, mazahuas, mixes, zapotecos, kiliwas y tzeltales, de acuerdo con la oficina de comunicación presidencial.
Una representante indígena indicó que el Bastón de Mando es una guía de gobierno de López Obrador, a quien –dijo– las comunidades originarias y afrodescendientes entregaron su confianza y compromiso.
Con el presidente enfrente, explicó que el instrumento fue consagrado a las 5 de la madrugada en el centro ceremonial que guarda la sabiduría de sus ancestros.
Longino Hernández Campos, coordinador del idioma tuun savi en el Concejo Municipal Comunitario de Ayutla, Guerrero, fue quien entregó el bastón en el acto.
Al tomar la palabra, el presidente se comprometió a darle atención prioritaria a los pueblos indígenas, quienes, criticó, han sido oprimidos.
“Es una ignominia, una vergüenza, que nuestros pueblos originarios vivan desde hace siglos bajo la opresión y el racismo, con la pobreza y la marginación a cuestas”, sostuvo el mandatario.
“Por eso, todos los programas del gobierno tendrán como población preferente a los pueblos indígenas de las diversas culturas del país”.
Dijo que, tras el ritual tradicional por el que fue purificado, buscará purificar la función pública.
Quienes pensaban en un presidente moderado se quedaron esperando
En su primer mensaje a la nación desde la Cámara de Diputados, López Obrador arengó, denunció, confrontó a sus opositores, arremetió contra el modelo económico neoliberal y repitió la mayoría de las promesas que hizo en campaña
Ernesto Núñez / Agencia Reforma
Ciudad de México
Ya con la banda presidencial al pecho, el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador (AMLO) siguió siendo López Obrador.
En su primer mensaje a la nación como presidente de la República, desde la Cámara de Diputados, López Obrador arengó, denunció, confrontó a sus opositores, arremetió contra el modelo económico neoliberal y repitió la mayoría de las promesas que hizo en campaña.
Quienes esperaban a un López Obrador moderado, ya como presidente, se quedaron esperando.
Cuando la bancada panista levantó cartulinas exigiendo que baje la gasolina, el presidente les respondió de frente y claro: “Ahora resulta que quienes aprobaron el gasolinazo me piden que baje la gasolina”.
Lo mismo ocurrió cuando panistas, perredistas y tres legisladores independientes del grupo AHORA le exigieron juicio a Enrique Peña Nieto, y que no haya perdón ni olvido.
Con Enrique Peña Nieto a su lado, López Obrador aseguró que no habrá persecución, ni circo ni simulación.
Cuando las bancadas sentadas a su derecha hicieron un pase de lista por los normalistas de Ayotzinapa, contando del 1 al 43, López Obrador los enfrió anunciando una comisión que investigará el caso desde el primer día de su gobierno.
No dio tregua el nuevo presidente a sus opositores, los mismos a quienes combatió en los últimos 18 años.
Los llamó conservadores e hipócritas, y acusó al modelo neoliberal de todos los males de México: pobreza, corrupción, violencia e inseguridad.
Cuando los panistas levantaban sus cartones exigiendo que baje el Impuesto al Valor Agregado (IVA), López Obrador les recordó que en los sexenios de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, México recibió recursos extraordinarios de la renta petrolera, y éstos se fueron “por el caño de la corrupción”.
Frente a los gritos de la derecha, los de Morena, la bancada mayoritaria, aplaudían, sacaban pañuelos blancos y colocaban una manta a los pies de la tribuna: “Andrés Manuel López Obrador, presidente de la Cuarta Transformación”.
En medio de aquel intercambio de protestas y porras, el presidente saliente sólo miraba.
Enrique Peña Nieto tuvo que escuchar el discurso de AMLO a dos asientos de él.
Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Cámara, y tres metros, separaban a Peña Nieto de López Obrador, quien arremetió sin clemencia contra su gobierno.
Ya sin la banda presidencial, el priista escuchó cómo AMLO recitaba cifras y argumentos sobre el desastre que le entregan: crisis en seguridad y violencia, corrupción rampante, una reforma energética que fracasó, una reforma educativa que se va a echar para atrás en los próximos meses, saqueos y abusos, millones de ninis.
“La vergonzosa situación en la que nos encontramos”, resumió.
Peña Nieto sólo movía la cabeza, se llevaba la mano a la frente, se secaba el sudor, miraba al frente y brindaba unos cuantos aplausos, muy pocos, ante algunas frases que escuchaba, como cuando López Obrador enunció en una frase su misión de los próximos años: “acabar con la corrupción y la impunidad”.
Mientras la oposición pedía a gritos al tabasqueño no “perdonar” a Peña Nieto, el ex mandatario se convertía en una estatua, y López Obrador ofrecía que desde la Presidencia no se iniciará proceso alguno contra sus antecesores.
Pero, cuando Peña Nieto parecía respirar con alivio, el presidente aclaraba que, en última instancia, será el pueblo el que decida, pues también eso, la investigación a los ex presidentes, será consultado al pueblo.
Al presidente saliente también le tocó escuchar cómo López Obrador anunciaba que el lunes será vendido el avión presidencial TP-01, comprado por Calderón, pero sólo utilizado por Peña Nieto.
El priista aplaudió cuando el Presidente hizo una larga defensa del Ejército mexicano, pero se quedó estático cuando anunció a los diputados y senadores que, desde ese momento, la residencia oficial de Los Pinos ya estaba abierta al público.
El primer mensaje presidencial duró más de una hora, y en él aprovechó para explicar su plan de seguridad, y argumentar que la Guardia Nacional, bajo mando militar, es una medida necesaria.
En su defensa a las fuerzas armadas, López Obrador aseguró que son un ejército revolucionario, emanado del pueblo, y que nunca ha caído en la tentación del golpe militar.
En las curules, panistas, perredistas, legisladores de Movimiento Ciudadano y de AHORA se agitaban; levantaban la voz, se levantaban y se volvían a sentar.
Andrés Manuel López Obrador los volteaba a ver, los dejaba gritar, los escuchaba y les respondía.
Más de una hora después de iniciar su primer discurso en “la máxima tribuna de la nación”, les prometió que no se va a reelegir, de ninguna manera.
También anunció que al tercer año se someterá a una consulta de revocación de mandato, ante lo cual los panistas volvieron a la protesta, esta vez con cartones en los que se leía: “Democracia sí, autoritarismo no”.
El discurso que soñó leer desde hace al menos 12 años, en su primera campaña presidencial, duró una hora con 18 minutos.
Casi al final, saludó a los mandatarios y representantes de países vecinos y amigos que acudieron a presenciar la toma de posesión.
Entre otros, mencionó a Lenin Moreno, Evo Morales, el Rey Felipe de España, Michael Pence, Ivanka Trump y Nicolás Maduro.
Cuando mencionó al venezolano, los gritos se reanudaron en la bancada panista, que desde el inicio de la sesión ya había colgado una manta azul con el retrato del sucesor de Hugo Chávez y la consigna “Maduro, no eres bienvenido”.
Mientras López Obrador tomaba aire, como dejando que los panistas hicieran su anunciada protesta, la manta de Maduro fue colocada al frente del recinto, debajo de la tribuna.
Pero, nuevamente, el episodio duró apenas un minuto, pues el presidente siguió leyendo e improvisando.
Al final del discurso, contó que por la mañana, camino de su casa al Congreso, un joven en bicicleta lo alcanzó, se acercó a su auto y le dijo: “usted no tiene derecho a fallarnos”.
Con esa frase, el presidente marcó el final de su discurso y el inicio de su sexenio, el de la Cuarta Transformación.
Doce años después de intentarlo por primera vez, Andrés Manuel López Obrador dijo, desde la máxima tribuna de la nación, lo que aquel joven le pidió sobre una avenida de la Ciudad de México: “No tengo derecho a fallar”.
Se estrena la
Ayudantía para
la seguridad de
López Obrador
La Ayudantía se estrenó ayer como cuerpo de seguridad del nuevo mandatario del país, en reemplazo del Estado Mayor Presidencial (EMP).
Es un cuerpo civil integrado inicialmente por 10 hombres y 10 mujeres, cuya labor es proteger a Andrés Manuel López Obrador, al estar en su primer círculo de seguridad.
Ayer, estuvieron presentes en la toma de protesta de López Obrador y durante su traslado de la Cámara de Diputados al Palacio Nacional.
Durante dicho trayecto, se observó a mujeres y hombres de la Ayudantía corriendo a la par del vehículo del titular del Ejecutivo. También dando instrucciones para abrir el paso.
A diferencia del EMP, los integrantes de la Ayudantía permitieron que personas se acercaran al auto de López Obrador e incluso lo saludaran.
Cuando el Presidente llegó a Palacio Nacional, también vigilaron a cierta distancia.
La Ayudantía también protegió a López Obrador cuando éste recibió el bastón de mando y posteriormente dio un largo discurso en el Zócalo capitalino.
Elementos del Ejército -que antes pertenecieron al EMP- se encargaron ayer de la seguridad en torno al Palacio Nacional, así como el control del acceso de los invitados.
La Policía Federal y la Secretaría de Seguridad Pública capitalina desplegaron un operativo perimetral, que concluyó con saldo blanco.
Desde hace unos días, los miembros de la Ayudantía se identifican con un pin del mismo nombre que lleva el color de la nueva imagen institucional del Gobierno federal.
Su labor es similar al de las denominadas “Gacelas”, que protegieron a López Obrador cuando fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
El Jefe de la Ayudantía es el empresario Daniel Asaf, quien ayer por la mañana acompañó al Presidente de su domicilio, en la Delegación Tlalpan, a la Cámara de Diputados.
La Ayudantía fue conformada en agosto y, desde entonces, brinda seguridad a López Obrador en los eventos que encabeza en todo el país. (Antonio Baranda / Agencia Reforma / Ciudad de México).
Recibe AMLO a invitados extranjeros en Palacio Nacional; falta la delegación de EU
Antonio Baranda / Agencia Reforma
Ciudad de México
“Muchas gracias porque viniste”, le dijo un atento Andrés Manuel López Obrador al Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
“Cuente con Venezuela para lo que sea”, le respondió Maduro estrechándole la mano al Presidente de México.
La reunión se dio en Palacio Nacional, durante de la comida que López Obrador ofreció a unos 500 invitados especiales, entre ellos el polémico mandatario venezolano.
El convite arrancó sin el anfitrión.
Mientras los invitados se acomodaban en sus mesas y degustaban bocadillos, como tostadas de pulpo, el tabasqueño subió a un salón del primer piso y tomó protesta a su gabinete.
Minutos después, al bajar al Salón Tesorería, fue recibido con aplausos por mandatarios, ministros extranjeros, empresarios, embajadores y legisladores, entre otros invitados.
Ahí estaban Maduro; el mandatario de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y de Bolivia, Evo Morales, quienes incluso tuitearon una foto juntos.
No así la delegación estadunidense encabezada por el vicepresidente Mike Pence e Ivanka Trump, quienes sólo acudieron a la ceremonia de investidura en San Lázaro.
El mensaje de bienvenida corrió por cuenta del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, quien afirmó que era un día histórico para México.
Según asistentes, Ebrard también dijo que era un momento que todos recordarían en el futuro y aseveró que los compromisos se cumplirán.
Los invitados degustaron un menú que consistió en ensalada de calabazas criollas en una cama de pipián, crema de huitlacoche, y costilla en salsa de axiote con esquites y molote de plátano.
El postre fue dulce de zapote negro con nieve de mandarina, y dulce de calabaza de castilla con crema montada de vainilla y garapiñados. Hubo agua de frutas y nada de alcohol.
La comida estuvo ambientada con música mexicana y “clásica ligera”, interpretada por la Camerata Instrumental de México.
Tras la comida de gala, que duró un par de horas, López Obrador y su esposa Beatriz Gutiérrez recibieron la salutación oficial de distintos presidentes.
Los invitados comenzaron a salir a las 16:30 horas, uno de los primeros en irse fue el rey Felipe VI de España, quien mandó un saludo a la gente al escuchar “viva el Rey”.