Tomás Tenorio Galindo

PRD: ¿por qué no un modelo mixto?

La agria y bizantina discusión desatada en las filas perredistas de Guerrero acerca del método para seleccionar candidato al gobierno del estado podría ser fácilmente resuelta después de la sabia propuesta que estudia el PRD de Tlaxcala para dirimir la no menos agria disputa por la candidatura perredista en aquella entidad.

De acuerdo con esa propuesta, la candidatura del PRD tlaxcalteca sería sometida a una consulta ciudadana, abierta, pero sin eliminar la intervención de una encuesta. La encuesta sería empleada para “depurar” la lista de aspirantes, que son siete. En la consulta abierta a la ciudadanía participarían solamente los tres aspirantes mejor posicionados (La Jornada, 14 de mayo).

Se trata de una idea novedosa. Lo mismo podría hacer el PRD en Guerrero. De hecho no se ve cómo podría algún precandidato rehusar este método. No sólo porque su casi segura adopción en Tlaxcala lo valida como el más apropiado para evitar una desgastante confrontación, sino porque ubica tanto a la encuesta como a la elección abierta en su justa dimensión e importancia.

En Guerrero, los partidarios de que el candidato sea nombrado mediante la aplicación de una encuesta –que son aquellos que apoyan la precandidatura del diputado Zeferino Torreblanca– sobredimensionan el valor de esa clase de estudios. Está fuera de discusión que no puede tener más valor una encuesta que un procedimiento electivo real. Lo hacen quizá convencidos de que el ex alcalde de Acapulco obtendría de esa manera una manifestación favorable dada la popularidad de que gozó durante su gestión en el gobierno municipal, que suponen vigente y extensiva a todo el estado.

La preeminencia del recurso de la elección interna sobre el método de la encuesta es el dato más importante a tomar en cuenta en el debate. Quienes se inclinan por convertir a una encuesta o una serie de encuestas en un instrumento válido y legítimo para designar a un candidato, muestran con ello un claro desdén hacia las herramientas de la democracia.

Una encuesta no es democrática. Detrás del criterio que le atribuye la calidad de instrumento incuestionable se encuentra la ignorancia o un afán manipulador, o ambas cosas. Las encuestas sirven para recoger datos y tomar decisiones, y así las emplean los gobiernos y partidos de todo el mundo. Pero las encuestas no sustituyen la capacidad para decidir, se trate de un gobierno, de un partido o de una empresa. Políticamente, las encuestas reflejan un momento pero no garantizan la permanencia de ese momento. Si así fuera, ¿cómo se explicaría el ascenso incontenible del candidato demócrata John Kerry, quien llegó a su posición actual desde ser un desconocido para el electorado estadunidense? Por eso resulta contundente la propuesta del PRD en Tlaxcala. Así se usan las encuestas; como indicadores, no como falsos sustitutos de la voluntad mayoritaria.

El modelo de Tlaxcala es sensato. Porque si un precandidato no es capaz de desenvolverse en una elección abierta, ¿por qué merecería ser candidato? ¿Acaso el temor de que otro precandidato pueda lograr que más gente vaya a votar es argumento para descalificar un recurso claramente superior? Pues de eso se trata, de ver quién suscita más entusiasmo y más votos.

Esa parece ser la preocupación del diputado Zeferino Torreblanca: la capacidad de movilización social que pueda desplegar el senador Armando Chavarría en el caso de la elección abierta a la ciudadanía. Pero entonces, a juzgar por su  escaso compromiso democrático, si Zeferino Torreblanca fuera el candidato ¿pediría que el próximo gobernador se decidiera también en una encuesta sólo porque allí es donde se siente más cómodo?

El PRD tendría en Guerrero tres beneficios si adopta el modelo planteado en Tlaxcala: impondría equidad en la contienda, abriría una válvula de escape a la polarización interna, y enviaría un mensaje de madurez y participación democrática al electorado guerrerense después de que el PRI eludió con todos los medios someterse a un escrutinio de esa naturaleza. El PRD se pondría así adelante del PRI.

Si se examina la cuestión, es indudable que en todo este enredo ha hecho falta comunicación y negociación entre los cuatro precandidatos del PRD. Si hablan entre ellos, podrían quizá llegar a conclusiones razonables. De Tlaxcala les llegó materia prima para ese diálogo. Sólo tienen que sentarse a discutir sobre el tema. El uso no decisorio de la encuesta y la elección abierta a la ciudadanía es el   método más apropiado que puede utilizar el PRD en Guerrero.

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