19 mayo,2020 8:53 am

Incrementó productora de artesanías y joyería sus ventas en línea por el Covid-19

 

Chilpancingo, Guerrero, 19 de mayo de 2020. A diferencia del grueso de la población, la creadora de figuras de ficción, collares, bolsas y otros artículos, Elda Oyorzabal incrementó sus ventas y su producción en lo que va de la pandemia de Covid-19, y consideró que es porque en confinamiento la gente pasa más tiempo en las redes sociales de internet y gasta menos.

En entrevista, relató, “como artista me ha ido bien, no dependo de este trabajo, de profesión soy educadora (el aislamiento) me ha dado tiempo de hacer piezas más elaboradas y en cuanto a la venta mejoró, pensé que en estos meses iba a parar pero me ha ido bien, me contactan en mi página y con las medidas sanitarias pertinentes nos vemos y hacemos la venta”.

Mencionó que desde hace 4 años que tiene a la venta sus piezas ha vendido por Internet, “nunca he tenido intermediarios, subo fotos, contacto a la gente y le muestro las piezas”.

“Que se hayan incrementado las ventas con todo esto del Covid para mí fue una sorpresa, pero me están pidiendo algo especial, algo único”.

“Lo que pienso es que siempre cuando uno sale a trabajar o a hacer cualquier actividad es un gasto en cuanto a pasajes, se compran un agua, un gansito o algo, es un cúmulo de pequeños gastos que luego se ven reflejados en la economía, y ahora que están encerrados tienen más dinero y pasan más tiempo en Facebook o estas plataformas”, pueden ver su propuesta y le compran.

En cuánto a qué es Akelos, dijo que el nombre viene de un personaje de la obra La dama número trece del escritor español José Carlos Somoza, una bruja vidente.

Como proyecto, “Akelos fue una catarsis para mí que pasaba por un momento difícil, se trata de hacer piezas inspiradas en cosas que me imagino o cosas que leo, me encanta la ciencia ficción. Empecé pintando personajes de libros como yo me los imaginaba”.

Entre sus creaciones se pueden encontrar piezas macabras, algunas que aparentan piel humana, ogros, hadas, duendes, esqueletos y ojos, muchos ojos.

Empezó hace 4 años de manera formal a vender piezas, primero las regalaba, “ahora lo veo como un proyecto que puede dar más”.

“Me ha ido bien, no he buscado espacios para exponer, porque cuando se me juntan muchas piezas luego las vendo, aunque en realidad creo que tienen vida, más que venderlas es como si las diera en adopción. Prefiero que los tenga alguien que lo aprecie”.

“Cuando lo elaboro me imagino qué le gusta a la obra, sobre todo a los personajes, ahora tengo una obsesión con los cráneos, les hago armaduras y me imagino que fue muy valiente, o que fue el trofeo de un guerrero”, dice mientras muestra el cráneo de un gato ataviado en un kabuto o casco samurái.

“Trabajo con animalitos que he encontrado en la calle casi en puro hueso, no hago ningún sacrificio aquí, tristemente, quisiera pero no, ese gatito me lo donaron y desde que lo vi dije ‘ese gatito es un samurái’”.

En cuanto a materiales dice que es variado, según lo que se imagina, “no me importa el medio, sino el fin, así que uso pasta, cortezas de árboles, piedras, huesos, cueros, concha nácar, óleo, resinas, papel maché, según cómo funcione”.

De su inspiración, dice que le gusta pensar que tiene algo que nadie más, que se imaginaba accesorios o los veía en Internet pero eran de artistas de Europa, en lugar de comprarlos, se puso a hacerlos “no sabes cuánto he echado a perder”.

“He tenido como noviazgos con cada material, con el cuero con el vinil, agarro una temporada para experimentar cómo se estira, cómo se dobla, cómo se pinta, cada material me ha obsesionado, pero puedo decir que trabajo mejor con la pasta flexible porque puede tener mucho detalle y textura, es un material más amable”.

Texto: Rosendo Betancourt Radilla / Foto: Lenin Ocampo