5 mayo,2024 9:02 am

Indaga Quian Quiroga ¿qué nos hace humanos?

 

Ciudad de México, 5 de mayo de 2024. Un físico y doctor en matemática aplicada, quien a partir del estudio de los mecanismos neuronales y la cognición ha buscado responder una pregunta filosófica: ¿Qué nos hace humanos?

Ése es Rodrigo Quian Quiroga, el neurocientífico argentino que ya hace casi 20 años, mientras realizaba registros neuronales de pacientes con epilepsia durante su estancia posdoctoral en el Instituto Tecnológico de California (Caltech), encontró una valiosa pista para responder tal interrogante.

“Los pacientes tienen que tener, por motivos clínicos, electrodos implantados en el cerebro, y nosotros lo que hacemos es mostrarles fotos, o hacer distintos tipos de experimentos, y ver qué hacen las neuronas que estamos registrando”, cuenta en entrevista remota el investigador bonaerense de 56 años, a quien en tal circunstancia tomó por sorpresa el peculiar hallazgo.

“Básicamente, me encuentro con una neurona que responde a fotos distintas de Jennifer Aniston, siete fotos distintas, y la neurona me responde a todas las fotos, y no responde a ninguna otra persona en ese momento”.

Lo mismo pasaría luego con otro paciente, pero ahora con imágenes de Halle Berry; uno más con Oprah Winfrey, e inclusive alguien hasta con Luke Skywalker.

Quian Quiroga, cuyo nombre figura como headliner junto al de Brian Eno en el cartel que promueve, a la manera de los grandes festivales musicales, la octava edición de El Aleph. Festival de Arte y Ciencia, destaca lo raro que resultó ver una neurona respondiendo a algo tan abstracto como una persona específica, incluso sólo al escribir o mencionar el nombre.

“Quiere decir que estas neuronas tienen una representación muy abstracta del concepto. Porque no importa qué foto estoy mostrando, o si escribo el nombre o digo el nombre, la neurona responde a la persona”, continúa el profesor ICREA en el Instituto de Investigación del Hospital del Mar, en Barcelona.

“Yo por eso las empecé a llamar ‘neuronas de concepto’, concept cells. Y, bueno, yo argumento que son una de las claves para el almacenamiento de la memoria en humanos, y es algo que nos distingue de cómo funciona el cerebro en otros animales”.

Es decir, en tales células nerviosas en el hipocampo, bautizadas desde entonces como “neuronas de Jennifer Aniston”, radica una parte importante de qué nos hace humanos, que es como se titula la conferencia magistral que Quian Quiroga ofrecerá este 11 de mayo en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario (CCU).

Lo es así en tanto tal mecanismo neuronal de la memoria no ha sido identificado en otros seres vivos, como ratas y primates; “es una característica esencial de la memoria humana: que tendemos a abstraer conceptos y a recordar ideas. Y esto nos permite un nivel de pensamiento, postulo yo, mucho más elaborado que el de otros animales que tienden a codificar más los detalles de los estímulos”, puntualiza el neurocientífico.

Y por más avanzada que parezca en un momento como éste la Inteligencia Artificial (IA), tema al cual está dedicado este año El Aleph, Quian Quiroga considera muy complicado poder replicar este rasgo distintivo del cerebro humano en una máquina.

“Las neuronas de concepto representan el sentido de un estímulo. Uno abstrae un significado, y ese proceso de abstraer no es tan fácil de implementar en una computadora porque la abstracción es muy subjetiva. ¿Cómo yo le explico a una computadora qué detalles dejar de lado y qué otros abstraer y usar en el almacenamiento de memoria?

“Para mí la diferencia fundamental, para decirlo en una frase, es que la computadora recuerda todo, porque la computadora guarda todo con precisión, con detalle. Nosotros no recordamos tanto, pero entendemos”, remarca el argentino. “Olvidamos un montón de información, dejamos un montón de información de lado, para entender el significado. La computadora no hace eso, lo almacena todo”.

Sin embargo, respecto a la inquietud vigente respecto a si la IA llegará en un punto a tomar consciencia de su propia existencia -cosa que no ocurre aún, por más sorprendente que puedan innovaciones como Chat GPT-, el neurocientífico expresa que, en principio, no cree que haya nada por lo cual eso sea imposible.

“Yo no veo por qué algo que funciona en circuitos de carbono, como son las interconexiones entre mis neuronas, no pueda funcionar en un circuito de silicio, que son conexiones entre transistores en una serie de chips de una súper computadora.

“No hay nada mágico en el cerebro humano. O sea, yo soy científico y yo creo que la consciencia que yo tengo de mí mismo es el producto de interacción entre neuronas. Entonces, no hay nada que diga que esto no podría replicarse en una computadora”, refrenda. “Habiendo dicho eso, no tengo ni idea de cómo hacerlo. Yo creo que nadie lo sabe”.

Más aún, y como lo plantea en su último libro, Cosas que nunca creeríais. De la ciencia ficción a la neurociencia: “Y si la computadora fuera consciente, ¿cómo podríamos saberlo?”, cuestiona, teniendo como referencia la cinta clásica de ciencia ficción Blade Runner.

De cualquier forma, un enigma como aquel sobre qué haría falta introducir a una computadora para que pudiera ser consciente de sí misma ilustra para Quian Quiroga cómo las grandes preguntas de la neurociencia y también de la filosofía han evolucionado.

Actualmente, el argentino continúa experimentando a partir del registro neuronal de pacientes con epilepsia para seguir demostrando lo exclusivamente humano de nuestro cerebro. Una labor que ha comparado con la filosofía del recién fallecido Daniel C. Dennett, a quien conoció en Argentina hace una década.

“Yo creo que los experimentos míos muestran que la memoria, así como la consciencia, es una construcción del cerebro. Y lo que decía Dennett, que para mí es brillante, es: ‘No hay que tratar de explicar la ilusión de la consciencia, hay que explicar los mecanismos de la consciencia’.

“Bueno, yo más o menos trato de hacer lo mismo. Yo no trato de explicar esta idea que yo tengo de que recuerdo todo, esta ilusión de recordarlo todo, sino cuáles son los mecanismos que subyacen cómo realmente yo almaceno mis memorias”, expone Quian Quiroga.

Olvido y asociación

Si una distinción fundamental entre la máquina y el hombre está en la capacidad de olvidar, ¿qué pasa con aquellas personas con una memoria tal que parecen recordarlo todo?

Se trata de una condición ahora denominada como hipermnesia, de la que existen análisis históricos como el del ruso Alexander Romanovich Luria a Solomon Shereshevski. Si bien el hombre tenía una capacidad de memoria casi ilimitada, presentaba limitaciones de abstracción, o sea, cuando tenía que comprender algo.

“Como buen argentino, soy muy fan de Borges, quien tiene un cuento llamado Funes el memorioso, que es un caso ficticio pero muy parecido al de Shereshevski. Y Borges concluye que una persona como Funes, que tiene una memoria ilimitada, en realidad no puede pensar porque pensar es justamente olvidar diferencias y abstraer”, apunta el neurocientífico Rodrigo Quian Quiroga.

“Curiosamente, Borges, con su genialidad, termina postulando que alguien que recuerda todos los detalles no puede pensar, que es justamente lo que veía Luria en Shereshevski, y es lo que se describe en otros pacientes que tienen una memoria sobredimensionada”.

A partir de esto, resulta evidente lo problemático de los sistemas educativos que han privilegiado la habilidad para memorizar por encima de la comprensión, y en general de una sociedad donde se suele confundir inteligencia con memoria.

“Nos enseñan a hacer justamente lo que no hace el cerebro. Es como que estamos forzando algo, estamos premiando algo que no es lo que nos distingue como seres inteligentes, como seres humanos”, resalta el neurocientífico argentino.

“Y yo lo que argumento es que, en vez de bombardear a los chicos con tanta información y que la repitan como loros, a veces sin siquiera comprender el contenido de lo que repiten, casi como si fuera una computadora, sería útil dedicarle más tiempo a estudiar menos contenidos, pero más en profundidad”.

En vez de pasar de un tema al otro, prosigue Quian Quiroga, quedarse con menos temas, pero tratar de asociarlos, de ponerlos en contexto y establecer relaciones entre ellos; “como ir creando un telar de conocimiento”.

“Al hacer esto, el conocimiento no sólo queda mucho más afianzado, recordamos mucho más al hacer así, pero también entendemos mucho más porque entendemos relaciones, empezamos a asociar cosas. Volviendo a la filosofía, yo le quiero dar crédito al que dijo esto, y fue Aristóteles. No fui yo ni Borges, Aristóteles ya decía esto”.

 

Texto e imagen: Agencia Reforma