24 enero,2020 5:41 am

Insabi en Guerrero

La Política es así

Ángel Aguirre Rivero

El inicio de operaciones del Insabi busca corregir deficiencias e insuficiencias que los sistemas federales, estatales y municipales de salud no resolvieron en décadas.

El director del instituto, Juan Antonio Ferrer Aguilar, ha declarado que será progresiva la gratuidad de los servicios de salud, en el plazo de un año. Pero el gobierno federal debe recortar los tiempos para hacer las correcciones en las fallas que presenta; el costo de no hacerlo puede traducirse en pérdidas humanas, dolor y movilizaciones, como ya ocurre.

El reto de brindar salud en Guerrero es complejo y está ligado con la prestación de otros servicios, como agua potable, electricidad, vías de comunicación, pero sobre todo, al desarrollo social y económico.

El abandono que sufren comunidades indígenas en sitios inaccesibles convierte en drama la sobrevivencia; llevar servicios de salud a esta población siempre ha sido problemático y con saldos de insatisfacción.

De igual forma los cinturones de pobreza que se forman alrededor de las grandes ciudades, generan una población en alto grado de vulnerabilidad y son una presión constante sobre las autoridades de salud.

De tal suerte que el cuidado de la salud (un derecho humano básico), en nuestra entidad no se ha hecho valer: Guerrero tiene una gran deuda en materia de salud con su población; Coneval reporta que el 13 por ciento de la población guerrerense, casi medio millón de personas (478.8 miles), presenta carencia de servicios a la salud.

De acuerdo con la CNDH, el 67 por ciento de las personas que no presentan esta carencia, corresponden a personas que estaban afiliadas al “Seguro Popular”. Alrededor de 2 millones 278 mil personas eran atendidas por este medio.

El inicio del Insabi no ha estado exento de fallas de planeación y ejecución, pero también es cierto que se intentan correcciones.

Un caso ilustrativo ocurre en el Instituto Estatal de Cancerología en Acapulco, expuesto de manera profusa en los medios de comunicación, espero que con la participación de los gobiernos federal y estatal se resuelva el problema.

Establecer nuevas reglas y corregir lo que no funcionó durante décadas, es un proceso que lleva tiempo, recursos y trabajo, mucho trabajo.

Consolidar los cambios es un proceso, pero con impaciencia el camino se vuelve sinuoso. Pero no tenemos otra ruta que apoyar esta iniciativa, que busca universalizar la cobertura de estos servicios.

Y no basta que sean publicadas las reglas de operación del Insabi como se ha pedido; el secretario de Hacienda y Crédito Público,  Arturo Herrera Gutiérrez, debe destinar los recursos que sean necesarios a las entidades federativas, que garanticen el abasto oportuno de medicina y la prestación de los servicios de salud a la población.

Del anecdotario

Lo conocí en el gobierno de don Alejandro Cervantes Delgado, con quien le unía una gran amistad. Su diminuta figura y su sonrisa contagiante lo mostraban como un ser humano excepcional.

Se trataba del doctor Pablo Sandoval Cruz, quien nació en Acatempan, municipio de Teloloapan. Se sobrepuso a las limitaciones económicas y con gran esfuerzo y mérito, egresó de la Escuela de Medicina del Instituto Politécnico Nacional.

Platicar con él era un deleite: su andar por diferentes regiones del país, su pasión por servir a Guerrero de manera desprendida, sin mayor interés que el de ayudar a su gente.

Era sensato en sus planteamientos. Alguna vez me pidió que le ayudara para la pavimentación de un camino que comunicaría a Tixtla con Quechultenango, a lo que de inmediato le dije que sí, recuerdo que sólo me dijo: –Oye Ángel, ¿pero me vas cumplir con esta petición?, porque a mí no me gusta que me engañen.

–Desde luego, mi querido doctor, es más, tú decide quién quieres que haga la obra, lo cual no sucedió… Al cabo de unos meses la inauguramos y después fuimos a degustar un exquisito mole verde con tamales nejos en su casa, y desde luego un par de mezcales de Zihuaquio, el mejor de mi estado en mi opinión.

Tuve la fortuna de condecorarlo con la medalla Primer Congreso de Anáhuac, que instituimos en mi primer gobierno junto con el Congreso del Estado que encabezaba el distinguido guerrerense Florencio Salazar Adame.

Varias veces disfruté de las tertulias en su casa, donde con amigos comunes, disfrutábamos del pozole y la buena bohemia.

Esta semana don Pablo Sandoval Cruz partió hacia un mejor lugar, pero se queda con nosotros, porque lo vamos a recordar toda la vida. Al igual que Othón Salazar y Alejandro Cervantes Delgado, Pablo Sandoval Cruz son como dijo Tomás Borge, “de los muertos que nunca mueren”.

Su ejemplo de vida y su legado político se quedan con nosotros…

La vida es así…