14 enero,2022 5:21 am

Javier Marías: literatura pura

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Adán Ramírez Serret

Hay autores cuyo nombre se conoce muy bien. De quienes se puede incluso saber el asunto de varias tramas de sus libros, de quienes muchos amigos nos han dicho que debemos de leer tal cual novela, pero por diferentes circunstancias nunca hemos leído.
Es precisamente lo que me sucedió con Javier Marías (Madrid, 1951). Tenía muchas ganas de leerlo, pero no había caído nada de él a mis manos hasta que tuve la fortuna de tener su más reciente novela, Tomás Nevinson. Debo decir que quedé fascinado desde las primeras lí-neas y me sentí muy feliz al ver que Marías ha escrito 17 novelas más. Recordé aquellas palabras de mi abuela cuando me decía que me envidiaba por no haber leído a Julio Verne, “me encantaría ser tú para tener todas esas delicias por delante”.
El talento para escribir es muy similar a la magia, pues en cuanto se comienza a leer la prosa de alguien con mucho talento el mundo se transforma, se comienza a llenar de un encanto extraño, y al estar en contacto con un timbre en particular creado a partir de la elección de las palabras, ya no se puede parar de leer, de estar con esa elección específica de frases, de sustantivos, verbos y adjetivos.
Tomás Nevinson, quien es el narrador de la historia, comienza la misma con una reflexión que será la premisa y centro de la novela: ¿se debe asesinar a sangre fría, sin ningún juicio, a una persona que cometió un crimen terrible hace más de diez años o a alguien que es capaz de cometerlo en el futuro? Para desarrollar la idea cuenta , como ejemplo, el inicio de la película de Fritz Lang Man Hunt (La caza del hombre o El hombre atrapado, en español). Relata que en este filme un cazador ronda los bosques de Austria, y en algún momento, de la nada, tiene en la mira a Adolf Hitler. Es poco antes de la Segunda Guerra Mundial, pero el genocida ya era un terrible personaje. ¿Qué debe hacer este cazador? ¿Asesinarlo sin más? Marías (Nevinson) nos dice que el cazador odia a Hitler así que su primer impulso es matarlo, lo pone en la mira, jala el gatillo… pero el rifle no está cargado; el cazador ya lo sabía, sólo se probaba a sí mismo, así que ahora sí carga el rifle, pero demasiado tarde, ya está sobre él un guardia.
El ejemplo es preciso porque sabiendo lo que iba a hacer Hitler, una buena parte de los lectores (al menos yo lo hice) desea con una mano en la cintura que sí asesine a Hitler. ¿Cómo puede ser que nosotros ciudadanos que creemos en la justicia y en la paz, en determinado momento deseemos sin ninguna consideración el asesinato de alguien más? Dice uno de los personajes de la novela hablando sobre los terroristas: “Esos tipos no se merecen la clemencia que ellos no tienen hacia nadie”.
Sin embargo, a pesar de comenzar con una discusión intelectual, la novela es en gran parte de suspenso, aunque Marías haya declarado al periódico El País: “Yo no escribo thrillers. O al menos la intriga no es lo principal. Los críticos anglosajones… la clasifican de thriller metafísico”. Más allá de las clasificaciones, la obra, situada a finales de los años noventa del siglo pasado va sobre un espía secreto retirado, mitad inglés y mitad español, a quién un buen día busca su ex jefe para encargarle una misión: debe ir a una pequeña ciudad en España para intentar desenmascarar a una mujer que perteneció al ETA y al ERI, y que ahora vive oculta bajo otra personalidad. El problema es que sospechan de tres mujeres por igual.
Nevinson entra en contacto con las tres mujeres. Pero según se adentra en la relación, en la amistad con cada una de ellas, se siente cada vez más incómodo con su misión, dice desde el inicio de la novela: “Yo fui educado a la antigua, y nunca creí que me fueran a ordenar un día que matara a una mujer”. A pesar de haber matado antes, o quizá precisamente por eso, no cree en el asesinato como solución de nada.
Mientras leía Tomás Nevinson no podía evitar pensar en varios de mis autores favoritos como John Banville, Richard Ford o Juan Gabriel Vásquez, y pensaba si acaso son novelas políticas, históricas, de suspenso con gran carga de humor… pero me doy cuenta que hay ciertas novelas que escapan de las clasificaciones porque contienen muchos tópicos, pero sobre todo porque son literatura más que otra cosa, lenguaje que se busca a sí mismo a través de la voz de sus personajes.
Javier Marías, Tomás Nevinson, Ciudad de México, Alfaguara, 2021. 680 páginas.