1 julio,2018 5:05 am

José Antonio Meade, un novato entre tiburones para retener el poder 

Texto: DPA/ Xinhua/ Foto: Cuartoscuro

José Antonio Meade Kuribreña, 49 años

Ciudad de México, 1 de julio de 2018. “Se escribe Meade, pero se dice Mid”, se escuchaba en uno de los primeros anuncios de José Antonio Meade, candidato oficialista a la Presidencia de México.

Desconocido para la mayoría pese a tener 20 años en la administración pública, incluidos cinco cargos de secretario en dos gobiernos, lo primero que tuvo que hacer Meade como candidato fue explicar cómo se pronunciaba su apellido, de origen irlandés. Pero ése fue el menor de sus desafíos.
Economista y abogado de 49 años, el hombre elegido por el presidente Enrique Peña Nieto para representar al Partido Revolucionario Institucional (PRI, centro) no es un político. Nunca ha pertenecido a un partido.
Si bien su fuerte debía ser precisamente su condición de candidato ajeno al sistema de partidos, durante la campaña tuvo un camino cuesta arriba para despegarse de la mala imagen del PRI, que gobernó de 1929 a 2000 y regresó al poder en 2012, asociado por muchos mexicanos con la corrupción, la impunidad y el autoritarismo.
“Los priistas no lo consideran priista y los no priistas, sí. Al revés de lo que se quería”, dijo a la agencia de noticias DPA el analista político José Antonio Crespo.
El PRI reformó sus estatutos para hacerlo candidato sin militancia, ante la baja popularidad del presidente Enrique Peña Nieto después de seis años en el poder y el desprestigio del partido.
Y si primero tuvo que darse a conocer y aprender a ser candidato, el siguiente reto para Meade fue tratar de convencer al electorado de que era una opción viable, sin romper con Peña Nieto como hubiera recomendado el pragmatismo político.
“Hoy yo aporto mi perfil, mi historia de vida, mi honorabilidad, y la aporto, porque es suficiente”, dijo Meade. “Estoy convencido de presentarme como soy, y sin ajustar esa congruencia para poder darle gusto a uno o a otro estratega político”.

Son seis los ejes fundamentales de las propuestas de Meade: la prioridad de apoyos a las mujeres, educación de excelencia en el país y la promoción del negocio propio para los jóvenes.

Asimismo, plantea el combate a la inseguridad en México, a la corrupción, así como a erradicar la pobreza extrema a través de la ampliación del programa de inclusión social Prospera, vigente en México.

De acuerdo con la encuesta del Grupo de Economistas y Asociados (GEA) e Investigaciones Sociales Aplicadas (ISA), López Obrador puede lograr el 35 por ciento de los votos, seguido por el conservador Ricardo Anaya con el 23 por ciento, y el oficialista Meade se coloca en el tercer sitio, con el 21 por ciento.

Nacido en Ciudad de México el 27 de febrero de 1969, Meade se crió en el barrio de clase media acomodada de Chimalistac, donde sigue viviendo. Está casado con Juana Cuevas, a la que conoció en sus años universitarios, y quien se dedica a la pintura y es curadora de arte. La pareja tiene tres hijos: Dionisio, José Ángel y Magdalena.

Estudió economía en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), una universidad privada de élite, y derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la gran universidad pública del país. Tiene un doctorado en economía por la Universidad de Yale.
En el ITAM, Meade compartió estudios con Luis Videgaray, su amigo de décadas y actual secretario del Exterior. Hombre cercano a Peña Nieto, Videgaray fue quien lo llevaría a sumarse al gabinete, saltando desde el gobierno del conservador Felipe Calderón (2006-2012).
Después de ocupar diversos cargos en el sector de las finanzas públicas, en 2011 fue nombrado por Calderón por primera vez titular, en la Secretaría de Energía, y luego en Hacienda.
Cuando el partido de Calderón perdió la presidencia y Peña Nieto llegó al poder, Meade fue nombrado sucesivamente secretario de Relaciones Exteriores, de Desarrollo Social y de Hacienda.
Como candidato, fue un desafío para él despojarse progresivamente del tono monótono de quien presenta un informe de finanzas y transmitir emociones a un electorado deseoso de cambios.
“No represento la continuidad”, dijo. Pero tampoco rompió con el pasado. “Acabemos de una vez por todas con la idea de que este país se tiene que reinventar cada seis años”, señaló.
Hombre de amigos y afable, según quienes lo conocen, Meade tuvo que aprender también a moverse entre los tiburones de la política, a diferencia del veterano de todas las batallas, Andrés Manuel López Obrador, desde el principio visto como el candidato a vencer en su tercera postulación.
Para poder romper con Peña Nieto e irse contra sus rivales, a Meade “le falta instinto asesino”, resumió alguien que trabajó con él en el mundo de las finanzas.
Su trayectoria siempre estuvo lejos de escándalos, pero en campaña el opositor de centro, Ricardo Anaya, lo acusó de haber conocido sobre contratos turbios en el caso Odebrecht y en otro llamado La Estafa Maestra, lo cual rechazó.
Meade afirma que el electorado sabe qué puede esperar de él: una política responsable que atienda las necesidades de cada persona, sin cambios bruscos de rumbo.
“Creo que soy la mejor alternativa, si no, no hubiera participado”, manifestó. “Al final del día la gente va a apostar por la confianza”.
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