5 julio,2024 6:12 am

Julio Scherer García y la justicia periodística

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Adán Ramírez Serret

 

Durante la segunda parte del siglo XX y la primera década del XXI, el periodismo ha sido un alimento clave para la literatura, Truman Capote, Gay Talese, Norman Mailer o Emmanuel Carrère, han sido claros en decir que su obra más reconocida le debe todo al periodismo, al recurrir a las fuentes directas haciendo entrevistas, recorriendo la escena de la acción y relatar precisamente lo que sucedió sin inventar nada. El periodismo ha sido brutalmente generoso con la literatura, renovándola y haciéndola accesible a un público muchísimo más amplio como el que tiene el periodismo.

Sin embargo, la literatura no ha sido tan generosa con el periodismo, o la industria editorial, más bien, para ser específicos, ya que se publican obras de periodismo político, sí, sobre presidentes y demás, u obras de esplendidas autoras como Alma Guillermo Prieto, Alberto Salcedo Ramos o Leila Guerriero, pero me atrevo a decir que son más obras literarias que periodísticas. Lo cierto e injusto, es que muchos y muchas excelentes periodistas que escriben a diario excelentes páginas desde los periódicos, son olvidados por la esfera literaria y editorial. Son leídas, pero sus textos no son llevados casi nunca a las librerías.

Es por esto que me emociona mucho la publicación de Periodismo para la historia, una antología sobre el trabajo periodístico de Julio Scherer García (Ciudad de México, 1926-2015). Se trata de un tomo que en casi 700 páginas recopila muchos de los textos de Scherer a la vez que cuenta buena parte (la que vio el ojo de un brillante periodista) de la segunda mitad del siglo XX y los primeros años del XXI.

El volumen comienza de manera apasionante en los años cincuenta, cuando el periodista en ciernes retrata las rencillas entre los muralistas que son parte brillante y fundamental de la historia de México: Siqueiros odiando a Tamayo, el oaxaqueño defendiendo el arte por el arte; Diego Rivera y Frida Kahlo entre sus conflictos con el Estado y la concreción de una obra que ha representado a México en todo el mundo. Scherer también hace retratos entrañables de Alfonso Reyes en su estudio, Octavio Paz y de José Vasconcelos.

Hay crónicas periodísticas maravillosas como la recepción del cuerpo de Pedro Infante tras su muerte en Yucatán. Scherer relata la recepción del ídolo en el aeropuerto de la Ciudad de México en 1957, es un retrato de color en donde era tanto el ardor de la gente que llegaron hasta las puertas del avión, invadiendo la pista, arrojándose sobre el ataúd para estar cerca lo más posible de su ídolo. Esa misma crónica es un retrato de la Ciudad de México a mediados de siglo, las calles, los edificios, los gobernantes y artistas.

Periodismo para la historia también relata, en efecto, buena parte de la historia del mundo. Los levantamientos civiles en Guatemala, el Peronismo, las dictaduras de Frondizi y Videla en Argentina. Scherer viaja por el mundo, va a China, Sudáfrica, Chile, Bangladesh… Con este libro se demuestra que el periodismo es un documento vital para la cultura de una sociedad, trasciende el día a día pues documenta el presente que en poco tiempo es historia que se olvidaría sino fuera por plumas que reflexionan y hacen tangibles los actos de la humanidad. Y más aún, cuando son llevados a libros y se leen como lo que son: periodismo que irradia literatura.

Julio Scherer García, Periodismo para la historia, Ciudad de México, Grijalbo, 2024. 683 páginas.