14 septiembre,2018 6:47 am

La agricultura orgánica en Guerrero, una alternativa

Jorge Peto Calderón
Con el sometimiento de los gobiernos neoliberales a las políticas públicas agrícolas del modelo imperial de la Revolución Verde, en el último tercio del siglo pasado, se lograron grandes crecimientos en la producción de alimentos. Los consorcios multinacionales como Bayer y Monsanto a través de su agricultura convencional, autodenominada moderna celebraban su victoria y su dominio total en la producción y mercado de alimentos.
No obstante, a inicios del presente siglo, este modelo evidenció sus enormes efectos adversos, el monocultivo y la utilización en exceso de fertilizantes altamente solubles provocaron que los cultivos se hicieran más susceptibles al ataque de plagas y enfermedades lo que trajo consigo el uso excesivo de agrotóxicos. Lamentablemente, más temprano que tarde surgió el reverso de la medalla, que no es tan brillante. Los insumos “espejitos de colores” que nos venden a precios onerosos los consorcios multinacionales y sus propagadores, han generado descapitalización, abandono y mayor pobreza en el campo.
No hay duda, el modelo agroalimentario de la revolución verde se ha agotado, cada vez sus “materiales genéticos” requieren de más y más insumos y agua de riego para alcanzar incrementos de rendimiento y “satisfacer” el insaciable mercado neoliberal; las grandes cantidades de pesticidas, de nitratos o de hormonas presentes en los alimentos cobra a nivel mundial cuantiosas víctimas. Paralelamente, y con mayor frecuencia el modelo también ha devenido en menor productividad e impactos ambientales adversos (pérdida de materia orgánica, salinización y erosión de suelos y contaminación de aguas).
Ante tales condiciones adversas, reemerge la agricultura sustentable a través de la agricultura orgánica o ecológica.
Cualquiera que sea el nombre que se le dé es una agricultura capaz de suministrar a la población las calorías y las proteínas que le son necesarias con base en su tipo de alimentación, con un menor costo de energía y una menor superficie del suelo, una mayor calidad de productos, libres de venenos, hormonas y transgénicos y una saludable restauración del medio ambiente. En el contexto internacional, México como país productor-exportador de alimentos orgánicos, es el primer productor de café orgánico y los principales estados productores de alimentos orgánicos son Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Chihuahua y Guerrero, que concentran 82.8% de la superficie orgánica total. La superficie de producción orgánica en México ha crecido a tasas de dos dígitos por año desde 1996, tendencia que supera a la agricultura convencional que se encuentra estancada.
En el caso de Guerrero, sólo el 6% de sus suelos son de alta productividad (feozems y vertisoles) y la gran mayoría son suelos de baja productividad (regosoles, litosoles, oxisoles, cambisoles) y estos últimos suelos se encuentran más inermes que los primeros, ya que ante la aplicación de agrotóxicos y fertilizantes químicos altamente solubles se altera el pH y se destruye la materia orgánica del suelo, acelerando, por consecuencia, la mineralización, los procesos de degradación y pérdida de la fertilidad de suelos.
Ya nadie puede sostener la falacia de que los insumos de las multinacionales generan producción y bienestar sobre todo en los tipos de suelos ya señalados. Dichos suelos paradójicamente están ubicados en las zonas de mayor biodiversidad, pero marginadas, poblada por indígenas y pequeños productores pobres. No obstante, es aquí donde encontramos reducidos, pero significativos espacios de resistencia al vasallaje del modelo imperante y que con sus saberes milenarios hacen agricultura orgánica ya sea certificada o no certificada, sobre todo en el cultivo de café. Es evidente que en Guerrero ha faltado organización de los productores orgánicos y prevalece la indiferencia gubernamental para fortalecer y estimular la producción orgánica, a pesar de que estamos entre las principales entidades de producción orgánica y que nuestras condiciones edafoclimáticas y socioeconómicas son las más apropiadas para transitar hacia la agricultura orgánica.
De las más de 800 mil hectáreas cultivadas en Guerrero, en el marco de la autosuficiencia alimentaria, pero sobre todo para la anhelada soberanía alimentaria, pensamos que hay la capacidad y las condiciones para que el nuevo gobierno de la cuarta transformación de la República –encabezada por Andrés Manuel López Obrador como próximo presidente de México, asuma el proyecto de conversión de un cuarto de millón de hectáreas convencionales a orgánicas–. Para lograr esta meta la Facultad de Ciencias Agropecuarias y Ambientales de la Universidad Autónoma de Guerrero, cuenta y pone a disposición a un grupo de expertos en agricultura orgánica, que actualmente capacitan y asesoran en la conversión y certificación orgánica a productores en la Sierra de Guerrero y en Quintana Roo.
Proponemos: 1) constituir el Consejo de Productores Orgánicos de Guerrero, 2) capacitar a productores agropecuarios, técnicos, agroecólogos y agrónomos, 3) constituir con nuestros propios recursos locales fábricas de abonos e insumos orgánicos en cada módulo y organización de productores, 4) impulsar la creación de la Subsecretaría de Agricultura orgánica a nivel federal y estatal, 5) organizar anualmente la Feria Orgánica de Guerrero y organizar los Tianguis orgánicos mensualmente en Iguala, Chilpancingo y Acapulco.
* Profesor-investigador de la Facultad de Ciencias Agropecuarias y Ambientales de la UAG.