13 septiembre,2021 5:44 am

La bahía

(Cuarta de cinco partes)

Silvestre Pacheco León

A 20 años del Movimiento para la Defensa y Preservación de la Bahía de Zihuatanejo

El reclamo contra la contaminación de la bahía y por un medio ambiente sano como derecho constitucional de todos los mexicanos se formuló en Zihuatanejo en una coyuntura social y política nueva, cuando en el parteaguas de la alternancia democrática el turismo se retomaba por el gobierno y la Iniciativa Privada como una actividad prioritaria para la economía nacional.

En el estado estaba reciente la derrota de Félix Salgado Macedonio del PRD frente a René Juárez Cisneros del PRI, y no pasaría mucho tiempo para que después de una intensa protesta contra el fraude electoral Salgado Macedonio ganara la alcaldía del puerto de Acapulco.

En Zihuatanejo la hegemonía del  PRI llegaba a su ocaso justo al final del milenio, sin nuevos liderazgos en el partido oficial que había echado mano por cuarta vez de Jorge Allec Galeana como presidente municipal, frente a una oposición de izquierda  disputándole el poder.

En el país lucha ambientalista seguía siendo una novedad, y en el estado de Guerrero el pionero en el tema era el Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la Presa La Parota (CECOP) opuesto a la inundación de sus tierras por la proyectada construcción de la presa en el río Papagayo.

Fue en Zihuatanejo donde por primera vez la izquierda partidista se estrenó en la regiduría de Ecología donde hizo que el tema ambiental cobrara relevancia, primero con la observancia de la ley estatal de protección a los animales impulsada por la Sociedad Protectora de Animales Helene Krebs, y después con la aprobación de la primera gaceta ecológica municipal durante el trienio 1989-1992.

La defensa de los árboles que embellecen el Paseo del Pescador frente a la playa principal de la bahía la protagonizó el primer regidor perredista de ecología José Martínez Espino, encadenándose a una palmera en protesta contra el gobierno estatal que pretendía talarlas con el pretexto de que así lo requería la remodelación del andador.

Con esa manifestación de protesta apoyada por los vecinos  se denunció la imposición y  el gasto superfluo en una obra no prioritaria. El argumento de los responsables de la obra de que los cocos eran un peligro para los paseantes y que los frutos de las higueras representaban un riesgo para la salud  porque alguien podría comer sus brevas sin saber que eran venenosa, fueron motivo de bromas y burlas contra los funcionarios a favor de la deforestación lo cual motivó que el gobierno amenazara a los vecinos que si oponían a la obra  la inversión se iría para otra parte, lo cual reafirmó la actitud de la población que prefirió quedarse con la sombra y frescura de los árboles en lugar de una obra en perjuicio de la sombra, frescura y belleza de los árboles de ese lugar  cuyo valor era superior al de cualquier remodelación faraónica de piedra y cemento.

En ese ambiente de empoderamiento de la sociedad civil nació el Movimiento para la Preservación y Rescate de la Bahía de Zihuatanejo que logró la hazaña de revertir el daño ambiental aprovechando la coyuntura política de alternancia en el poder del gobierno federal considerada favorable a los cambios por venir.

 La estrategia

 Fueron tres los elementos estratágicos desarrollados. Se integró como SOS Bahía un equipo de activistas responsable de la construcción y manejo de una página en los idiomas de inglés y español con alcance mundial para dar a conocer la problemática de la bahía y compartir experiencias simulares en el mundo.

Este mismo equipo se hizo cargo  de la redacción de publicaciones y en el empleo de las técnicas más modernas y sofisticadas de la internet sin desatender la participación en los programas de  la radio, las entrevistas y los boletines, consiguiendo la atención permanente de la prensa tradicional interesada en el desenvolvimiento del proceso como fue el caso de este periódico que le dio un seguimiento puntual a cada paso dado.

Pero la tarea más intensa fue la movilización permanente de la población que participaba en las manifestaciones y mítines haciendo suyo el problema que afectaba a todos y a todas. Cada organización y personas en lo individual reproducían la propagada, hacían carteles, calcomanías, pintaban mantas, inventaban consignas.

Al mismo tiempo se acudió a la demanda legal contra los responsables de los delitos ambientales en perjuicio de la bahía, exigiendo al Ministerio Público Federal, la Profepa y  la propia Semarnat que asumieran su responsabilidad contra los depredadores ambientales. Para ello se contó con el apoyo de organizaciones que trabajan en el campo legal como el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Prodh que hizo el acompañamiento de todo el proceso.

La respuesta popular de apoyo a la limpieza de la bahía tuvo un crecimiento exponencial que se expresó en las movilizaciones de protesta cada vez más numerosas llamando la atención de los medios de comunicación que presionaron para que el gobierno reaccionara.

A pesar de que el gobierno apostó al desgaste del movimiento, a la división y amenaza, a cada paso crecía hasta que involucró a prácticamente todos los sectores, desde los pescadores proclives al poder a quienes se controlaba mediante la canalización de dádivas a través del ayuntamiento para mantener dividido al gremio, hasta las cooperativas  de servicios  turísticos, los hoteleros locales y comerciantes, todos afectados por la caída del flujo turístico que se adjudicaba al deterioro ambiental del que ya hablaban algunos visitantes.

La fila de quienes participaban de la protesta marchando de tarde en tarde se iba engrosando cada semana por el efecto del discurso claro y consistente a cargo del grupo de activistas que dirigía el movimiento identificado por su pluralidad y distanciado de la influencia de los partidos políticos.

En un año de movilizaciones y activismo a favor del medio ambiente se habían sumado 36 organizaciones de la sociedad civil al Movimiento el cual iba precisando las denuncias y demandas contra los responsables de la contaminación de la bahía, dejando en claro que el problema se resumía en la obsolescencia de las plantas de tratamiento cuya responsabilidad recaía en el ayuntamiento y más concretamente en la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado (CAPAZ) que simulaba la limpieza eficiente de las aguas residuales de la ciudad antes de liberarlas al mar.

Al Fideicomiso Bahía de Zihuatanejo (FIBAZI) se le señalaba como culpable de la falta de urbanización de las colonias irregulares del anfiteatro, lotificadas y vendidas sin la construcción de la infraestructura y el equipamiento necesarios para evitar que los residuos sólidos de sus habitantes llegaran al mar.

El otro problema ambiental claramente identificado era el espigón de piedra o rompeolas construido por Puerto Mío años atrás, identificado como la causa de que las corrientes marinas hubieran dejado de limpiar naturalmente el fango acumulado en el fondo de la bahía.

Habiéndose descubierto que la ambición de la inmobiliaria Punta del Mar era la construcción de una marina y terminal de cruceros en la bahía, la oposición del pueblo creció frente a semejante pretensión, sobre todo por los antecedentes negativos de esa empresa que ya había privatizado la playa del Almacén y desalojado a los pescadores que utilizaban las inmediaciones para el atraque de sus embarcaciones.