8 marzo,2023 3:38 pm

La clase media de Rusia, la gran perdedora en medio de la guerra

 

Madrid, España, 8 de marzo de 2023. Un año después del inicio de la invasión rusa en Ucrania, la gente en Rusia siente cada vez más las consecuencias de la guerra en sus propias compras.

De acuerdo con la Asociación de Comercio Minorista de Rusia, los rusos compraron en 2022 un 5 por ciento menos de alimentos que el año anterior. Esto fue confirmado por una encuesta del instituto demoscópico estatal WZIOM, en la cual el 35 por ciento de los encuestados dijeron que tuvieron que limitarse en la compra de alimentos.

En el centro comercial “Paveletskaya Plaza”, cerca de la estación de trenes Paveletskaya, el Día de San Valentín transcurre de forma más bien modesta. Unos pocos clientes se pasean por los restaurantes y tiendas del centro comercial de varios pisos.

Sin embargo, pese a las sanciones, no todo desapareció. Entre las tiendas de marca se encuentran Lacoste, un Apple-shop y una tienda Samsung. Las dos tiendas ofrecen todos los productos a pesar de que en la primera mitad del año pasado estas marcas anunciaron su retirada de Rusia.

Donde mejor funciona la importación gris es en la tecnología informática. Los medios rusos informaron hace poco que después de los problemas de importación iniciales, actualmente hay más de un millón de notebooks apiladas en depósitos, por lo que los vendedores se ven obligados ahora a las tácticas de dumping para sacárselas de encima.

En el caso de algunos otros artículos de marca también fue posible eludir las sanciones sin problemas, muchas veces por intermedio de empresas turcas. En el “Paveletskaya Plaza” se venden zapatillas Reebok bajo el logo Sneaker Box. Sin embargo, la tienda de Adidas de al lado está cerrada. Como muchas otras empresas, el fabricante germano de artículos deportivos se retiró del mercado ruso. Esto mismo hicieron marcas como Hugo Boss, H&M, Uniqlo y otras.

Quien quiere amueblar su casa en Rusia debe hacerlo sin tiendas como Obi e Ikea, y quien hace deportes ya no puede comprar su ropa y accesorios en Decathlon. Quien quiera comprar un auto nuevo debe elegir ahora entre la empresa automotriz rusa Lada y 13 marcas chinas.

En muchos ámbitos, las copias reemplazaron a los originales. En vez de Coca Cola, hay ahora Dobry Cola, en vez de McDonalds se puede comer una hamburguesa rusa Wkusno i Totschka. Tras la retirada de marcas de herramientas como Bosch y Makita, el mercado ruso se vio inundado ahora por copias chinas de menor calidad.

Los precios, en cambio, aumentaron considerablemente. Oficialmente, la inflación se ubicó en 2022 en el 12 por ciento, aunque el experto ruso en finanzas Maxim Kvasha está convencido de que fue más alta. Según dice, los productos más caros y de calidad fueron reemplazados por otros más baratos.

Un peor surtido a precios más altos: la especialista en ciencias económicas Natalya Subarevich también ve así la situación de los consumidores rusos. “Las que más sufren esta crisis son las clases medias urbanas educadas”, afirma. Señala que mientras que los sectores con menores ingresos recibieron algo de apoyo con aumentos en las pensiones y ayudas sociales para familias de bajos ingresos, las clases medias deben arreglárselas solas con la devaluación y la caída de ingresos reales.

Subarevich afirma que muchos sectores, empezando por la industria maderera, del acero y del carbón hasta la fabricación de automóviles y el sector de servicios, deben lidiar con fuertes retrocesos. Un claro ejemplo de estos desarrollos es Yuri. Este hombre de 42 años era hasta fin de año agente inmobiliario, pero no vende nada desde hace meses.

“El mercado está muerto”, señala. Ahora, Yuri se gana el sustento manejando un taxi. “Pero si realmente quiero vivir de ello, tengo que estar entre 12 y 14 horas al día al volante, lo que es imposible”, dice.

Las cosas probablemente empeoren. El freno al precio del petróleo ruso empieza a mostrar sus efectos. El precio del petróleo ruso Ural se negocia ahora con un 40 por ciento de descuento respecto al Brent del mar del Norte y cuesta actualmente unos 50 dólares por barril (159 litros). Para el año en curso, el Gobierno esperaba un precio promedio de 70 dólares.

En enero, el presupuesto ruso registró un déficit récord equivalente a 24 mil 470 millones de dólares. Esto corresponde ya al 60 por ciento del déficit estimado para todo el año.

Moscú intenta estabilizar el precio del petróleo con amenazas. “Como ya hemos dicho, no venderemos petróleo a quienes utilicen directa o indirectamente el principio del precio fijo máximo. Por eso Rusia reducirá voluntariamente su producción en 500 mil barriles diarios a partir de marzo”, anunció a mediados de febrero el viceprimer ministro de Rusia, Alexander Novak.

Según el diario “Kommersant”, esto podría representar una pérdida de ingresos de 39 mil millones de euros, y esto mientras la guerra de agresión contra Ucrania cuesta cada día una suma millonaria de tres dígitos cada vez mayor.

Recientemente, el Banco Central tuvo que vender parte de las reservas de oro y divisas que le quedaban para cubrir el déficit presupuestario. Sin embargo, el Gobierno está pensando cada vez más en pedir a los empresarios que paguen.

Oficialmente, se habló hasta ahora de una tasa “voluntaria” a las grandes empresas, excluidos los sectores del petróleo y el gas, entre otros. Pero el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ya advirtió que “la interacción entre los dirigentes del país y la economía, entre el Gobierno y la economía, no es una vía unidireccional”. Es probable que los nuevos impuestos debiliten aún más la economía.

El hecho de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) hayan atenuado sus previsiones de recesión para Rusia no sirve de consuelo. Desde el comienzo de la guerra, el producto interior bruto ya no muestra la fortaleza económica de Rusia ni su capacidad para generar ingresos para sus ciudadanos, según afirma el experto financiero Kvasha.

En su opinión, este simplemente muestra la capacidad de Rusia de seguir haciendo la guerra, ya que las fábricas de armas cobran cada vez más importancia y son las únicas del país que funcionan a toda máquina.

Texto: André Ballin (dpa)