22 agosto,2023 5:34 am

La compleja relación con EU y el reacomodo mundial

 

Abelardo Martín M.

 

Más allá de la verdadera urgencia y la devastación y daños producidos por el ciclón Hilary, convertido en tormenta tropical, en la costa oeste de Estados Unidos y de México, la vecindad entre ambos países convierten la zona en una de las más intensas, cercanas y lejanas del mundo, no sólo por casi 3 mil kilómetros de frontera que involucran a 48 condados de los estados de Texas, Nuevo México, Arizona y California, con los 94 municipios de los estados mexicanos de Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León.
Esa sola región es un conglomerado humano que comparten no sólo clima, vecindad territorial, sino también rasgos culturales por costumbres, alimentación y un sinnúmero de características comunes, marcadas irremediablemente por la diferencia de condiciones económicas de cada uno de esos estados, pero sobre todo de ambas naciones. Estados Unidos hoy conserva, aunque ya haya quienes lo duden y otorguen el lugar a China, el liderazgo en la economía mundial, cuando que México disputa con Indonesia los lugares 15 y 16 en el mundo, con la agravante de que uno de los principales problemas internos del país es la concentración de la riqueza en unas cuantas manos y la pobreza de la gran mayoría de los mexicanos.
La diferencia de realidades en las 15 grandes ciudades que comparten límites fronterizos es un golpe a la vista, pero sobre todo a formas de vivir totalmente diferentes, con gobiernos débiles del lado mexicano y fuertes del lado estadunidense. Ello marca la diferencia entre la aplicación de la ley o la tolerancia a todo tipo de infracciones.
Mientras por vía epistolar el Presidente Andrés Manuel López Obrador destaca ante su homólogo norteamericano, el presidente Joe Biden, que las relaciones entre ambas naciones marchan por buen camino y le agradece que, por primera vez, se haya abierto un canal formal para la migración de habitantes de países latinoamericanos, el gobernador de Texas, Greg Abbott, persevera en su decisión de instalar boyas alambradas en el cauce del río Bravo, para impedir que ingresen migrantes sin documentos, lo cual ya ha causado por lo menos un par de muertos.
Ante ello, el Departamento de Justicia de Estados Unidos dio inicio a un proceso legal contra el mandatario estatal, pero esto no le ha impedido a Abbott mantener su ocurrencia, e incluso reacomodar sus artefactos, una vez que la Comisión Internacional de Límites y Aguas determinó que cuatro de cada cinco boyas estaban ubicadas del lado mexicano, en una clara violación a la soberanía nacional.
Encontrar soluciones que atiendan el fenómeno migratorio con seguridad y respeto a los derechos humanos es sólo una de las facetas de una relación cada vez más estrecha y cada vez más compleja entre nuestras naciones.
Otro lado lo constituyen las diferencias en la interpretación del tratado comercial entre los tres países del norte de América. En ese rubro, la secretaria de Comercio de Estados Unidos, Katherine Tai, ha anunciado hace unos días que su gobierno recurrirá a un panel arbitral para impugnar el decreto mexicano que ha prohibido la importación de maíz transgénico, bajo la consideración de que las semillas manipuladas genéticamente ponen en peligro los cultivos nativos ancestrales. Otra disputa irresuelta entre los tres países tiene que ver con la política energética mexicana, que las contrapartes califican de violatoria al TMEC.
En éstos y en otros casos, los mecanismos previstos por el Tratado permitirán que haya una solución a las diferencias, pero su conclusión llevará muchos meses.
Toda esta problemática se mezcla además con la lucha y los intereses políticos de ambos lados de la frontera. En México y en Estados Unidos habrá elecciones presidenciales el próximo año, y desde ahora en cada escenario nacional, las decisiones y las posiciones de los líderes en los gobiernos y en las fuerzas políticas se ven matizadas por los cálculos de costo-beneficio electoral.
Donde por cierto hubo también elecciones para renovar la presidencia fue en dos países del continente: en la vecina Guatemala, donde se alzó con la victoria el candidato progresista Bernardo Arévalo, y en Ecuador, país éste marcado por la violencia del crimen organizado, al cual se le atribuye el asesinato hace unas semanas de Fernando Villavicencio, uno de los candidatos que había prometido enfrentar a las mafias; en este último caso no hubo un vencedor definitivo, pues los dos postulados con la mayor votación deberán enfrentarse en una segunda vuelta.
En España, donde hace unas semanas hubo igualmente comicios generales, el resultado fue multicolor, pero finalmente el fin de semana pasado los grupos progresistas llegaron a un acuerdo para sumar fuerzas, lo que les permitirá tener la mayoría en el Congreso y poder dar base a un gobierno de izquierda.
En México, además de los jaloneos políticos y la efervescencia inevitable en una sucesión presidencial, el factor de la inseguridad sigue siendo un tema no resuelto, que mete ruido en la vida diaria.
El secuestro y muy probable asesinato de cinco hombres jóvenes en Lagos de Moreno, en Jalisco, ha desatado un fenómeno de conmoción y condena, en un país en que cotidianamente nos enteramos de terribles crímenes impunes. Antes habían ocurrido casos similares en la región, y en las redes sociales se habló desde el fin de semana de una nueva desaparición colectiva. El presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo que aclarar, contundentemente, su indignación con esa tragedia ante un alud de críticas desatadas a partir de su supuesta omisión o desatención de los acontecimientos, absolutamente condenables por todo el país.
En Guerrero, donde estos episodios nunca faltan, comunidades indígenas de Chilapa se movilizaron en días pasados para exigir la localización de tres jóvenes jornaleros agrícolas desaparecidos, de lo cual culpan a los Rojos y los Ardillos, y a la complicidad o negligencia de las autoridades municipales.
En esa amalgama de sucesos e intereses transcurre la vida en nuestro país, ahora entretenida por las actividades de las llamadas “corcholatas”, en el lado del partido en el gobierno, y de las figuras seleccionadas por el Frente Amplio, la suma de la mayoría de las oposiciones. En las siguientes semanas se pondrá, sin duda, más interesante.
En la semana que corre concluirán los recorridos de los candidatos a convertirse en coordinador de la defensa de la 4a. Transformación. Y aunque se han manifestado algunas protestas y discrepancias entre los participantes, lo cierto es que la unidad se mantiene y no es previsible que se rompa. Y es que en la unidad está la clave para obtener el triunfo contundente que en su momento permita continuar y profundizar los cambios en los que el actual régimen se ha empeñado. No hay de otra.