20 julio,2022 5:18 am

La democracia brasileña amenazada por Bolsonaro

Gaspard Estrada

 

El pasado lunes el presidente brasileño Jair Bolsonaro convocó a la mayor parte del cuerpo diplomático acreditado en Brasilia (con excepción de Chile, China, Argentina y Reino Unido, que no fueron invitados) con el objetivo de dar a conocer su punto de vista sobre la elección presidencial de este año. Como era de esperarse, el jefe del ejecutivo brasileño criticó el sistema electoral brasileño, defendió teorías conspiratorias sobre supuestos fraudes electorales llevados a cabo durante las elecciones municipales de 2020, y atacó públicamente a varios jueces de la Corte Suprema y del Tribunal Superior Electoral (TSE) que –según él– respaldarían las aspiraciones presidenciales del expresidente –y hoy adversario– Lula.

Frente a estas mentiras del ex capitán del ejército, el presidente del TSE y juez de la Corte Suprema de Brasil, Edson Fachin, llevó a cabo una conferencia de prensa, donde desmintió de manera categórica cada una de las afirmaciones de Jair Bolsonaro.

Según los medios de comunicación, el efecto político fue catastrófico para las aspiraciones electorales del actual inquilino del Palacio del Planalto. No solamente porque sus mentiras fueron tan absurdas que es difícil pensar que un alto funcionario competente pueda darle credibilidad a sus palabras, sino que la señal política enviada a los líderes de opinión es que su campaña está a la deriva, y que únicamente la perspectiva de un fraude electoral o de una cancelación de las elecciones puede permitir evitar el desenlace temido por Bolsonaro y su equipo: la victoria de Lula y del Partido de los Trabajadores (PT). Y es que las cifras son necias: según coinciden los sondeos de cara a las elecciones del próximo octubre, Lula lidera todas las preferencias del electorado con cerca del 45 por ciento de las intenciones de voto, frente al 30 por ciento que obtendría el actual mandatario. De hecho, las encuestas de opinión muestran que la contienda está estable desde hace poco más de seis meses, tras el viaje del expresidente Lula a Alemania, Bélgica, Francia y España, y que tuvo un saldo muy positivo para el líder del PT. Y lo peor para Bolsonaro es que las cosas no van a cambiar en el corto plazo, teniendo en cuenta que las cifras de los sondeos dan muestra de una creciente cristalización de la preferencia electoral –desde la primera vuelta– hacia Lula.

Si bien Bolsonaro, junto con sus aliados que controlan el Congreso, impusieron la creación de una serie de programas sociales, a pesar de que este tipo de medidas está expresamente prohibido por el código electoral brasileño (sin mencionar que su costo será prohibitivo para las arcas públicas), nadie dice que estas medidas tendrán un impacto político suficiente para alterar significativamente los sondeos.

Ante este escenario cada vez más complicado para Bolsonaro, el líder de extrema derecha está dispuesto a todo con tal de no dejar el poder. En este sentido, Bolsonaro está radicalizando su discurso –de por sí uno de los más radicales de extrema derecha del mundo–, para que su base política intimide, agreda, y en último caso elimine a sus adversarios políticos, en este caso los militantes del PT. Infelizmente, hace unos días, un militante bolsonarista pasó del dicho al hecho, al entrar sin autorización en la fiesta de cumpleaños de un militante del PT y admirador de Lula, para posteriormente asesinarlo. Este hecho da continuidad a una serie de ataques verbales y físicos de militantes del actual presidente en contra de simpatizantes de Lula, ya sea en la calle, o bien en actos de campaña. El propio líder del PT pasó a usar un chaleco anti-balas durante sus mítines de campaña. A su vez, el esquema de seguridad en torno al expresidente ha sido considerablemente reforzado en las últimas semanas, para evitar un magnicidio. Y a pesar de todos los señalamientos y decisiones de la Suprema Corte y del TSE, Bolsonaro continúa incumpliendo la ley e incitando a la violencia.

A menos de noventa días de la elección, todo apunta a que las próximas elecciones brasileñas serán de pronóstico reservado, no tanto por su resultado probable, sino por las condiciones en las que se llevarán a cabo. Esperemos que no sea el caso.

 

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

 

Twitter: @Gaspard_Estrada