29 agosto,2020 5:39 am

La discreta participación ciudadana y la pandemia

Héctor Manuel Popoca Boone

 

El Covid-19 ha sido un elemento precipitante de un mayor resquebrajo del sistema político, económico y social de México. Está sacando plenamente a la luz pública, las purulencias acumuladas de antaño y hogaño, las cuales, han llegado al límite de su tolerancia y que, de no abordarlas con seriedad para su solución, se corre el riesgo de que el país como un todo quede fuera de control.

Inconmensurable ha sido la corrupción, el engaño, el robo, la expoliación y el saqueo a la nación, por parte de encumbrados políticos y empresarios que, al alimón y con distintos colores, han detentado oligárquicamente el poder, durante al menos los últimos 50 años de nuestra historia patria contemporánea.

De ahí lo imperioso de una mayor participación ciudadana consciente, deliberativa, actuante y determinante por su posible fuerza, para enderezar el barco ya encallado, pero todavía no hundido. Mi narrativa periodística por ahora la constriño a lo que considero el tema de mayor importancia para la ciudadanía guerrerense: la vida. Los ciudadanos más temprano que tarde, sobrepasaran a la runfla de politicastros, politiquerías, demagogias y partidocracias imperantes. Lo que reseño son elementos de ayuda para la toma de mayor conciencia sobre la pandemia y sus mortales consecuencias, en México en lo general y en el estado de Guerrero en lo particular.

Si nos atenemos al principio de que en materia de pandemia tiene mayor peso específico la ciencia y los científicos por medio de sus saberes cualitativos y cuantitativos, notamos que la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos y la Organización Mundial de la Salud, coinciden en señalar que seis países de América: Estados Unidos, Brasil, Colombia, Perú, Argentina y México, están entre los 10 países más afectados por el Covid-19 a nivel mundial.

Nuestro país es uno de los que comenzó tardíamente los preparativos para combatirla, cuando el virus ya se propagaba velozmente por todo el mundo. Ha sido imparable en estas tierras, debido a que, entre otras cosas, hacemos pocas pruebas o test para la identificación rápida de contagios por Covid-19. Los resultados obtenidos por ese tipo de muestreo son indicadores eficaces para focalizar, prontamente, donde se dan los mayores puntos de infección en un territorio determinado. Hemos sido poco previsores; como es el hecho de que, tardíamente, hicimos énfasis enérgico y contundente de usar el “cubre-boca y nariz”, la limpieza frecuente de nuestras manos y guardar físicamente la sana distancia.

Muchas muertes en domicilio que bien pudieron ser evitadas; no lo fueron. A la fecha, no se han establecido estaciones cuarentenarias sanitarias para personas con síntomas iniciales que puedan volverse contagios activos trashumantes. Inexplicablemente a la fecha, el gobierno estatal no ha utilizado el abandonado ex hospital general de Acapulco para tal propósito; no siendo que el puerto es el epicentro de la pandemia en estas tierras del sur.

Hemos relativizado los contagios y la mortandad que causa la pandemia. A fuerza de convivir con ella, la magnitud y gravedad que nos indican los datos son ya una levedad en nuestra “nueva normalidad”; de tal suerte que, por ejemplo, la muerte suscitada por el virus en 12 personas en un día, “no son casi nada”, para algún analista exultante de insostenible optimismo. Por el funesto Covid-19 tenemos reportados al día de ayer mil 661 guerrerenses fallecidos y 14 mil 432 contagiados. No son cualquier cosa, son ¡miles de seres humanos! Por si fuera poco, autoridades sanitarias internacionales y nacionales reconocen que los datos oficiales de la pandemia en México, están subestimados.

La afectación aguda epidémica que padecemos, en mucho se debe a que ya existía un caldo de cultivo, previo y propicio, para su enraíce y propagación, como es la pobreza grande y generalizada del pueblo, la profunda desigualdad social y la carencia de un sistema fuerte de salud y educación pública. Aunado a lo anterior están como aceleradores, las enfermedades propias la pobreza y las crónico-degenerativas de la vejez.

PD1. La curva de la pandemia en Guerrero sigue siendo ascendente, con menor velocidad en sus incrementos cotidianos. Salvo en la física cuántica, 2 + 2 son 4. Aquí y en China.

PD2. Los municipios con el mayor número de contagios y decesos en Guerrero son: Acapulco, Chilpancingo, Iguala, Zihuatanejo, Tlapa, Ometepec, Tixtla y Chilapa. Si yo fuera el gobernador del estado, esos territorios los dejaría en semáforo naranja. Que cada cual asuma la responsabilidad de sus decisiones acerca de la vida de los guerrerenses.