11 septiembre,2023 5:41 am

La gesta de los de abajo

 

Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan

La historia de nuestro estado está escrita con las luchas emblemáticas de los pueblos indígenas y campesinos, con la fuerza y el coraje de los estudiantes universitarios y normalistas; de maestros y maestras comprometidos con la transformación social; con los colonos y colectivos de familiares de personas desaparecidas y asesinadas, que son el emblema de la dignidad. Han protagonizado gestas heroicas de larga data que se caracterizan por la defensa de los derechos humanos, por la justicia y la democracia. Resisten desde lo más recóndito de la Montaña y lo más escabroso de la sierra. Pelean con mucha gallardía jóvenes universitarias, maestros activistas y luchadores sociales, tanto en el campo como en la ciudad. Ante la violencia caciquil y militarista la población ha resistido y se ha sabido defender. Se alzó en armas y le declaró la guerra al mismo Ejército por sus tropelías y el uso de la fuerza letal.
En este estado sureño se han escrito capítulos que condensan gestas emblemáticas que lograron la independencia de nuestro país. Grandes héroes como el generalísimo José María Morelos y Pavón plasmaron con gran visión la carta de los derechos del pobre en los Sentimientos de la Nación. Vicente Guerrero tuvo que atrincherarse en el cerro de la Purísima para resistir los años cruentos de la embestida del ejército realista. Con el apoyo de los pueblos indígenas de la Montaña, sobre todo, el pueblo na savi de Atlamajalcingo del Monte y Alcozauca, Vicente Guerrero aprendió las estrategias de lucha que desde la época prehispánica utilizan los pueblos para enfrentar a los invasores. La participación decidida de la población que cuida y vela por quienes defienden los derechos del pueblo, fue determinante para robustecer la lucha del general Vicente Guerrero que enfrentó varias batallas en condiciones adversas. El espíritu combativo de la gente de la Montaña y de la Costa Chica logró demostrar a Agustín de Iturbide que el pueblo insumiso es capaz de derrotar cualquier ejército invasor.
Las montañas del sur son los enclaves estratégicos para quienes se han decidido a luchar contra el poder decrépito que persigue y mata a quienes sin tener nada en esta tierra entregan todo para que haya igualdad y justicia.
A pesar de las grandes riquezas naturales, que ha hecho de Guerrero un estado atractivo por sus zonas turísticas y codiciado por los grandes consorcios mineros, los guerrerenses mayoritariamente pobres padecen los flagelos de un sistema económico depredador y una clase política voraz y pendenciera.
Los ciudadanos de a pie son tratados como súbditos de los patrones y políticos, como peones de las empresas madereras y como clientelas cautivas de los partidos políticos. Los usurpadores del poder hacen negocios privados con los presupuestos públicos y se confabulan con los jefes de las bandas del crimen organizado para causar terror entre la población. Recurrentemente las comunidades indígenas y campesinas tienen que defender su territorio y sus riquezas naturales. Se organizan para derrocar a los caciques y desenmascarar el poder de los militares, que cuentan con una casta de generales que goza de inmunidad y privilegios para tejer sus redes delincuenciales con los compradores de armas y los jefes de la droga.
La economía criminal se ha expandido a lo largo y ancho de nuestro estado, y las fuerzas del orden forman parte de este tinglado criminal que desaparece, ejecuta y tortura a quienes cataloga como enemigos del régimen y de los grupos delincuenciales.
El pasado jueves 7 de septiembre dos miembros de la Comisión de la Verdad (Comverdad) con el acompañamiento de Artículo 19, presentaron el anexo tres de su informe, que habla de las personas participantes en desapariciones forzadas durante la guerra sucia. Son 223 personajes, siendo en su mayoría militares con grados de generales de brigada y de división, coroneles, capitanes, tenientes y subtenientes que participaron en la implementación de los planes de contrainsurgencia para arremeter contra la población en general, porque supuestamente apoyaban a la guerrilla.
El general Mario Arturo Acosta Chaparro fue el personaje más sanguinario que participó en las torturas, las ejecuciones y los vuelos de la muerte para aniquilar a los guerrilleros y acabar con cualquier ciudadano o ciudadana que era catalogado como sospechoso o subversivo. Ocupó el cargo de subdirector de la Policía Judicial de Guerrero con sede en Acapulco en tiempos de Rubén Figueroa Figueroa. También fue jefe de Policía y Tránsito en Acapulco. Tuvo bajo su cargo todas las policías como Tránsito, Seguridad Pública, Policía Montada y Policía Judicial, ejerciendo su control en las dos costas de Guerrero.
La represión policial dirigida por Acosta Chaparro se concentró en 50 agentes divididos en cuatro grupos: Chihuahua (el más salvaje), Espindosky (el más vicioso), Chumacero (el ejecutor) y Caballo, quienes se distinguieron por la saña que aplicaron durante las sesiones de tortura.
Tuvo bajo sus órdenes a elementos del 56 batallón de infantería que se encargaron de torturar y desaparecer a campesinos del municipio de Atoyac. Se le señala como responsable de la desaparición forzada del profesor Jacob Nájera Hernández en San Jerónimo, por parte del Ejército mexicano y la policía judicial. El profesor Nájera fue detenido en su casa por los judiciales y entregado a los militares en la Y Griega de Atoyac. También se le señala como responsable, junto con el capitán Sosa, el coronel Alfredo Cassani, el capitán López y el capitán Montes, de la desaparición forzada de varios militantes de la brigada campesina de ajusticiamiento del Partido de los Pobres. Acosta Chaparro mandó construir 16 celdas bajo las instalaciones que están hoy a cargo de la Dirección de Tránsito de Acapulco. Las habilitó como cárcel clandestina, a la que fueron llevados muchos detenidos que en ocasiones aparecían asesinados.
Mario Arturo fue el responsable de determinar quién era torturado, trasladado a otra cárcel, liberado, desaparecido o asesinado. A pesar de tantos crímenes atroces el general nunca fue investigado por graves violaciones a los derechos humanos.
En esta misma semana, del 4 al 8 de septiembre, un grupo interinstitucional encabezado por la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) realizó exhumaciones en el municipio de Ajuchitlán del Progreso. Excavó tres fosas y recuperó siete osamentas. De acuerdo con los testimonios de familiares y vecinos, las víctimas habrían sido asesinadas por elementos del Ejército mexicano en 1967 y 1971. Gracias a la persistencia y pundonor de los familiares se logró ubicar los sitios de enterramiento de víctimas del Ejército.
Desde el mes de marzo se intensificaron los trabajos y los familiares presentaron una denuncia ante la Fiscalía de Guerrero. En el mes de junio se hizo el reconocimiento del terreno y la planeación para el inicio de estas búsquedas. A pesar de la orografía adversa y los riesgos que implicaba el desplazamiento de los equipos en las estribaciones de la sierra, se programaron los trabajos durante 5 días para realizar las excavaciones.
El martes 5 de septiembre, alrededor de la media noche, los peritos concluyeron la excavación de la primera fosa y exhumaron los restos de dos víctimas.
El miércoles 6, el equipo interinstitucional trabajó en la segunda fosa y también cerca de la media noche terminó la recuperación de los restos de tres víctimas. Junto con los restos se recuperaron elementos balísticos.
El jueves 7, los equipos de trabajo acudieron al segundo punto en el que recuperaron los restos de dos víctimas en una sola fosa.
Durante estos días la lluvia fue copiosa, lo que complicó los trabajos de excavación y el desplazamiento del personal por los caminos fangosos y la crecida de los ríos. A pesar de las complicaciones que enfrentaron, los familiares demostraron sus habilidades y fortalezas para vencer todas las adversidades. Estuvieron siempre vigilantes de todos los trabajos que realizaba el equipo pericial. Hubo reclamos porque no les permitieron estar en los sitios de las excavaciones. A pesar de estas divergencias que se expresaron durante la ardua jornada de las excavaciones, los familiares nunca se despegaron de los sitios donde encontraron las osamentas. Demostraron ser los fieles acompañantes que a lo largo de estas cinco décadas nunca han abandonado a sus seres queridos.
Lograron una gran hazaña que marca un hito en esta gesta histórica por la búsqueda de las víctimas de la guerra sucia. Esta búsqueda exitosa es el resultado de la persistencia y valor de los familiares, quienes a pesar de tantos peligros y ante la falta de acompañamiento de las autoridades municipales demostraron su valor y, sobre todo, que su palabra y su testimonio están cimentados en la verdad.
Quedó claro que la participación de las familias y colectivos en la búsqueda de sus seres queridos es insustituible e imprescindible. Además de conocer el territorio, saben organizarse para enfrentar múltiples adversidades y salir avantes en estos trabajos técnicos. No solamente son los guías para dar con los sitios exactos donde se encuentran sus familiares que fueron ejecutados por el ejército, sino que también son expertas en los trabajos de búsqueda en lugares intransitables.
Este gran logro es muy significativo para el mecanismo de esclarecimiento histórico de la Comisión para el Acceso a la Verdad y el impulso a la Justicia de Violaciones Graves de Derechos Humanos de 1965 a 1990. Es un paso firme encabezado por familiares y colectivos de víctimas de Guerrero para dar con el paradero de las personas desaparecidas, así como honrar su memoria e impulsar las investigaciones judiciales por las atrocidades cometidas por el ejército.
La gesta histórica de los hombres y mujeres que luchan por la verdad y la justicia la han escrito con sangre centenares de héroes que fueron desaparecidos en Guerrero, pero que nunca han sido olvidados. Sus recuerdos siempre están presentes porque son parte de la memoria indómita protagonizada por la gesta de los de abajo.
La libertad y la democracia son las grandes conquistas que se labraron con mucho sacrificio y mucha sangre en este territorio agreste, donde se condensan los pasajes más memorables de nuestra historia nacional.
Los familiares y colectivos que están en la línea de fuego exigiendo verdad y justicia por sus seres queridos, nos dan el testimonio vivo de lo que significa ser un ciudadano y ciudadana que están dispuestas a cualquier sacrificio con tal de conocer la verdad y alcanzar la justicia.