3 diciembre,2021 5:05 am

La grandiosa Almudena Grandes

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Adán Ramírez Serret

 

El pasado 27 de noviembre el mundo de la literatura recibió la triste noticia de la muerte de Almudena Grandes (Madrid, 1960-2021). De inmediato se pronunciaron escritores como Arturo Pérez Reverte y Gioconda Belli; cantantes como Alejandro Sáenz y Joaquín Sabina; políticos como el presidente actual de España, Pedro Sánchez y el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero; entre muchos otros más personajes públicos que lamentaban la pérdida de tan entrañable escritora.

Días después, cuando el cuerpo era llevado hacia los funerales por las calles de Madrid; los habitantes de está ciudad salieron a escoltar el último viaje de Almudena Grandes. Los madrileños abarrotaron su ciudad cargados de libros de esta autora a manera de estandarte, como una bandera-homenaje que demostraba que no sólo era muy reconocida, sino, sobre todo, apasionadamente leída; porque ha vendido nada menos que 1.3 millones de libros, puesto que no sólo fue una gran escritora, también porque representa –en presente–, a una buena parte de España.

La carrera de esta prolífica y potente autora comenzó en 1989 cuando le otorgaron el Premio La Sonrisa Vertical con la novela erótica Las edades de Lulú. A partir de allí comenzó una carrera literaria con bastante éxito, cultivando lectores y con varias de sus obras llevadas al cine.

Para el 2007 publicó una de sus novelas más importantes, El corazón tan helado, con la cual comenzaba una saga de novelas históricas denominado en su conjunto, Episodios de una guerra interminable, ubicadas en la España de los años 1939 a 1964, y que respondía de manera directa a los llamados “los veinticinco años de paz” por el régimen franquista.

Sin duda esta saga hace homenaje a Benito Pérez Galdós, autor idolatrado por Almudena Grandes; a su vez que se emparenta con un tipo de novela histórica muy especial como la del mencionado escritor de Los episodios nacionales o de Los Rougon Macquart de Émile Zola. Autores decimonónicos que escribieron novelas históricas con dos particularidades: la primera, que no tenían como personajes centrales a famosos emperadores, reyes o generales, sino que sus protagonistas eran personajes olvidados por la historia y el telón de fondo eran los héroes o villanos nacionales. Y la segunda, que no estaban situadas en un tiempo lejano como el antiguo Egipto o el Imperio Romano, sino en el pasado reciente de un país. Aquél aún candente cuyas heridas todavía están frescas en la identidad de una nación.

Así, manifestándose directamente contra los denominados “veinticinco años de paz” del régimen franquista, responde con esta saga que la prensa y la crítica ha visto como una “épica de los perdedores”, porque escribe sobre aquellas personas a quienes aplastó y buscó olvidar la historia oficial. Aquella manida y polémica memoria histórica que Javier Cercas detesta.

Su más reciente entrega –y por desgracia la última–, La madre de Frankenstein, cuenta la historia de un siquiatra que tiene que huir de España poco después de la Guerra Civil. Decide volver quince años después a su país asediado por la miseria, en donde hay más hambre y menos empleo; gobernado por un opresivo franquismo y en donde lo esperan su madre anciana y su hermana. Vuelve porque lo invitan a trabajar en un manicomio en donde se encuentra internada la mujer por quien descubrió su vocación, pues, hijo de psiquiatra también, su vida cambió cuando un día se presentó esta mujer para decir, tan campante, que acababa de asesinar a su hija –lo hizo mientras dormía atizándole varios balazos en la cara– porque debía salvarla. Se trata de un personaje real –por lo que es novela histórica y no de época–: Aurora Rodríguez Carballeira, quizá la filicida más famosa del siglo XX español.

La novela, pues, se sitúa durante estos años en un manicomio de mujeres en donde el psiquiatra lleva una nueva medicina que es altamente eficaz para tratar la esquizofrenia. Sin embargo, al estar el país asediado por el catolicismo, muchas personas se oponen a este tratamiento. La trama está urdida con maestría, con una prosa precisa con expresiones de la España de los cincuenta y con una estructura novelística amplia como el diseño de una catedral, pues la construcción de los personajes es profunda, los conocemos desde la infancia hasta la adultez y la reconstrucción histórica de la novela es digna de la historiadora de formación que fue Almudena Grandes.

La madre de Frankenstein es la última novela que escribió Grandes, pero no la última que leeremos, porque aún late en una sociedad y sus historias son eróticas, divertidas y apasionantes. Y dan vida a los olvidados por la memoria histórica.

Almudena Grandes, La madre de Frankenstein, Ciudad de México, Tusquets, 2020. 568 páginas.