23 junio,2018 6:48 am

La hiperviolencia del narco llega a Ciudad de México

 Silber Meza
 
El torso de una mujer, sólo el torso, sin brazos, sin piernas, sin cabeza. Lo halló un trabajador de limpia del gobierno de la Ciudad de México. Era el primer semestre de 2011. Yo recién desempacaba en la capital del país. Origen: Sinaloa.
Vi la imagen en la portada de un periódico tabloide sensacionalista que se hallaba en un puesto de revistas. Me impactó, como pocas cosas. Ese día busqué la noticia en los periódicos más conocidos como El Universal y Reforma, pero no tuve éxito: o no la publicaron o la pusieron en algún lugar escondido.
Esa noticia no llegó a los periódicos serios, no sensacionalistas. Quizá bajo la consideración de que tal tipo de notas no cabían en sus páginas. Siguieron con sus coberturas típicas de la Cámara de Diputados, del Senado, con las crónicas pre electorales.
Eso sí: la cobertura de lo terrible que es vivir en Chihuahua, Tamaulipas, Michoacán y Sinaloa no dejaba esas mismas portadas. Tampoco las de los otros periódicos tradicionales y medios digitales; de la televisión y la radio.
El horror de los colgados en los puentes de los estados “bárbaros” del norte; el desdén con los asesinados de tu ciudad.
Le dije a un amigo periodista que esto del torso de mujer podía ser una muestra del inicio de la hiperviolencia del narco en la ciudad. Y cité varias ejecuciones que había conocido recientemente en la zona metropolitana. Mi amigo me dijo: “No mames, güey, eso pasa en tu estado; aquí no, aquí es el centro de los poderes de México, cabrón. No puede pasar”.
Con otra amiga reportera conversé lo mismo. Ella me respondió: “Pues eso siempre ha pasado. Pero nadie dice nada porque somos muchos”.
Al tiempo, un repartidor de agua me habló de lo penetrado que estaba el narcomenudeo en la colonia Doctores, y muy seguido leía notas de que en Tepito y sus alrededores existía una mafia sofisticada y muy violenta. Durante años vi a amigos comprar droga de una forma fácil: repartían droga como si fueran pizzas a domicilio. Sólo faltaba el “entrega en menos de 30 minutos o es gratis”.
Yo vivía en la colonia Juárez, a un lado de la Zona Rosa. Supe que una persona sacó una pistola, asesinó a uno en la acera, subió a su motocicleta y se fue impunemente.
Nos acabamos de enterar de que aparecieron los restos, desmembrados, de al menos una persona en Tlatelolco, junto a una narcomanta.
El escenario era muy claro para mí. La Ciudad de México tenía todos los componentes para que hubiera la narcoviolencia que existe en los estados del norte del país. La estructura estaba puesta. Mi pregunta siempre fue una: ¿por qué no pasa lo mismo?
Si algo ha demostrado el narcotráfico en el país es que no le teme a la autoridad. No le teme a la Marina, no le teme al Ejército, no le teme a la Policía Federal o Gendarmería, no le teme a las policías estatales ni locales. La hiperviolencia en la Ciudad de México no ocurría porque simplemente el narco no lo había decidido. No lo necesitaba.
Pero el país se ha descompuesto. Los cárteles grandes se han pulverizado, se han escindido, y ahora hay decenas sino es que cientos de cárteles en el país. Era cuestión de tiempo para que en la Ciudad de México se imitaran de manera recurrente las técnicas de terror de Los Zetas, el Cártel de Sinaloa, el de Jalisco o cualquier otro.
No importa que Miguel Ángel Mancera haya negado una y otra vez la existencia de grandes cárteles en la Ciudad de México, que los hay; no importa porque la hiperviolencia no requiere de grandes cárteles, sólo es necesario que los cárteles locales cambien la estrategia y decidan desafiar a la autoridad.
Parece que ya lo hicieron.