27 noviembre,2017 7:21 am

La imitación servil en literatura no puede producir nada de interés, dice Paul Auster

Guadalajara, Jalisco, 27 de noviembre de 2017. Una curiosa anécdota sobre el destino que tuvieron los restos de Edgar Allan Poe y el lamentable anonimato en el que se mantuvieron durante muchos años fue el punto de partida para que Paul Auster hiciera un viaje por la creación poética por ambos lados del Atlántico.

El escritor, denominado como una de las voces más originales de la literatura contemporánea, fue el encargado ayer de abrir el Salón Literario Carlos Fuentes de la Feria Internacional del Libro.

Recibió de manos de Silvia Lemus, viuda de Fuentes, una medalla conmemorativa y los aplausos de cientos de personas que lo escucharon atentamente durante casi 20 minutos.

“Para la crítica y los lectores, Paul Auster es quizá el autor en lengua inglesa más interesante de su generación, escritor, traductor y cineasta, entre sus libros destacan Jugada de presión, en 1982; La invención de la soledad, de 1982; La trilogía de Nueva York, El país de las últimas cosas, A salto de mata, Experimentos con la verdad, El libro de las ilusiones, La historia de mi máquina de escribir, Invisible, Sunset Park y 4 3 2 1, su más reciente obra que será presentada en esta misma feria”, resaltó el presidente de la FIL, Raúl Padilla López.

En su discurso Los huesos de Poe. Los viajes de la poesía y su regreso final, el autor definió que los escritores deben escuchar y hacer caso a lo que les provoque inspiración, no tomar lo que se encuentre en otras geografías o culturas para copiar o crear una mala imitación.

“Cuando un poeta busca inspiración en un creador de otro país, es porque busca algo que de inmediato no encuentra disponible en su propia lengua o literatura, porque pretende liberarse de los confines de su propia cultura; pero siempre, en definitiva, para hacerlo suyo, para llevarlo de vuelta a su propio lugar. La imitación servil no puede producir nada de interés, pero todo artista original siempre ha de estar alerta a lo que hacen otros artistas (nadie puede trabajar en el vacío), puesto que lo importante es utilizar la propia inspiración en otra obra para los propios fines; lo que significa que, en primer lugar, ha de tenerse una finalidad”, expresó Auster en el discurso, que fue traducido por Benito Gómez.

El autor de La trilogía de Nueva York recordó cómo Walt Whitman fue el único poeta en acudir a una ceremonia en la que por fin, décadas después del entierro de Poe, se colocó una lápida con su nombre. La conexión entre los poetas es clara, aunque la creación de ambos eran completamente distinta, según Auster.

El autor recalcó también los intercambios de la poesía en ambos lados del Atlántico, de la influencia de los poetas franceses en la escena literaria de Nueva York.

“Pienso a veces que el alma de Guillaume Apollinaire cruzó volando el océano al morir en 1918, y después de pasarse siete años en busca de alguien en quien renacer, finalmente se decidió a habitar la mente y el cuerpo de Frank O’Hara. Los paralelismos entre ambos poetas son extraordinarios, incluso asombrosos”, completó el autor.

Añadió que entre muchas similitudes, ambos crearon una obra con elementos exuberantes y mantuvieron armonía con la época en que vivieron, escribieron sobre pintores y murieron muy jóvenes, como si hubieran sido una sola alma que pobló el mundo por muchos años más que sus cuerpos.

“Todos los poetas son de un sitio, de una lengua, de una cultura. Pero si el cometido de la poesía es contemplar el mundo con otros ojos, volver a examinar y descubrir las cosas frente a las que todo el mundo pasa de largo sin darse cuenta, parece lógico entonces que el ‘sitio’ del poeta resulte muchas veces desconocido para el resto de nosotros”, concluyó el autor, que hoy presentará su libro 4 3 2 1, bajo el sello de Seix Barral, a las 18:30 horas, en el Salón Juan Rulfo.

 

Nota: Rebeca Pérez Vega / Agencia Reforma/ Foto: Reforma.