3 abril,2023 5:54 am

La independencia energética

Silvestre Pacheco León

 

La gran hazaña de la expropiación petrolera cardenista fue expuesta desde el zócalo de la Ciudad de México por el presidente Andrés Manuel López Obrador el pasado 18 de marzo en conmemoración de su 85 aniversario para dar una lección de historia.

El mensaje hay que escucharlo repetidamente porque enseña la diferencia entre los gobiernos de don Francisco I. Madero y el general Lázaro Cárdenas, mostrando que no bastan las buenas intenciones para que todo resulte bien en un proceso de cambio revolucionario.

La estrategia del general Cárdenas para emprender la expropiación petrolera –lo que en aquellos tiempos parecía una osadía– se sustentaba en el apoyo popular alcanzado gracias a su política popular que los conservadores llaman populismo.

Mientras Madero como presidente se olvidó del apoyo popular que lo encumbró, rodeándose de colaboradores reaccionarios del porfiriato en su gobierno que lo alejaron de sus compromisos de campaña con el Ejército zapatista del reparto de la tierra a los campesinos, el general Cárdenas contaba con el apoyo de la clase obrera que había favorecido con el aliento a sus derechos de libre sindicalización y salario remunerador, así como el de los campesinos que se beneficiaron con el reparto agrario de ejidos y comunidades y su defensa frente a los latifundistas beneficiarios del modelo de peones acasillados.

De esas grandes lecciones de la historia el presidente López Obrador ha hecho un gobierno avanzado porque es una autoridad siempre cercana al pueblo y pendiente de sus necesidades, sabe que con ese apoyo popular puede enfrentar a todos los que se oponen a la felicidad del pueblo, como los saqueadores del presupuesto y los ladrones que se enriquecen con los bienes de la nación.

Por eso su resuelta posición frente al gobierno vecino del norte defendiendo a los braceros y los derechos soberanos de México, a diferencia de los pusilánimes gobiernos neoliberales que actuaban como vasallos del imperio procurando nunca incomodarlo.

Y así como el general Lázaro Cárdenas supo aprovechar la coyuntura internacional con su talla de estadista para enfrentarse a las grandes empresas petroleras norteamericanas y europeas que amenazaban con la invasión armada de sus países, el presidente actual lo ha convertido en la plataforma para su desarrollo en contra de lo que hicieron los gobiernos neoliberales que lo derrocharon exprimiendo tanto a Pemex hasta llevarlo a la quiebra porque su intención última era devolverle nuevamente a las empresas expropiadas los yacimientos pendientes de explotación.

Pero gracias a que el pueblo reaccionó a tiempo y supo de manera contundente ganarle a los reaccionarios que se habían adueñado del aparato electoral, se pudo rescatar Pemex y tomar las medidas necesarias para demostrar a los conservadores que era una falacia lo que predicaban de que la solución a la enorme desigualdad social que ellos generaron se resolvería achicando al Estado y dejando en manos de la oferta y la demanda la solución de problemas como el de la pobreza.

Su más grotesco defensor de esa política, el panista Riqui Riquín Canallín, que acusaba a López Obrador de ser un ignorante que no entendía de economía ni del desarrollo mundial, recomendando que se continuara importando el combustible mientras la infraestructura para refinarlo se convertía en chatarra porque en poco tiempo la industria dejaría de depender del petróleo, ahora se va a tragar sus palabras cuando a finales del presente año vea el impacto que tendrá en la economía del país la autosuficiencia energética que alcanzaremos en medio de la crisis global gracias al patriotismo de un gobierno que ha combatido enérgicamente la corrupción siendo un ejemplo de austeridad y sin caer en el viejo modelo dependiente de los préstamos para endeudar más a las nuevas generaciones.

De ahí la relevancia y temeraria acción del gobierno cardenista en 1938 que celebramos en la pletórica plaza de la Constitución frente a la pusilánime postura de los conservadores que defendían como sagrado el derecho de los empresarios con el argumento de que el gobierno debía respetar el patrimonio empresarial por encima de las necesidades de la mayoría antes de garantizar el desarrollo del país, mientras los más audaces alertaban temerosos el riesgo de una invasión si se afectaba a los dueños de las empresas con la sola amenaza de la expropiación.

Ese miedo que propalaban en vísperas de la Segunda Guerra Mundial los defensores del interés privado sobre el social para evitar los cambios que reclamaba la mayoría, tenía mucho parecido a la postura que en nuestros tiempos expresan los defensores del neoliberalismo quienes se manifiestan en contra de que el gobierno favorezca primero a los pobres y a los pueblos originarios, antes que a los demás.

Gracias a la solidez de la expropiación petrolera del general Cárdenas, no obstante que se interrumpió con la llegada del neoliberalismo al gobierno se pudo retomar esa medida revolucionaria para llegar a la próxima autosuficiencia energética.

En 2024 podremos festejar el triunfo de la 4T en la autosuficiencia energética para coraje de los conservadores porque hasta ellos que argumentaban que la compra de la gasolina al extranjero no afectaba la economía de la mayoría porque son más los que no tienen carro, como si la gasolina no fuera factor en el aumento general de precios.

Las bondades de la estrategia de poner por delante los intereses de los mexicanos menos favorecidos ha rendido frutos a pesar de la ruidosa campaña de los opositores dueños de casi todos los medios de comunicación que se oponen a los cambios de la 4T.

Los resultados de esta política “populista” como la llaman los fifís están a la vista con un presupuesto público que en manos honestas alcanza para sembrar obras en todo el país, financiando la pensión universal para todos los adultos mayores, las becas para los estudiantes y aprendices, el apoyo a los discapacitados y el pago a los campesinos dedicados a sembrar vida; la construcción de universidades para el acceso de todos a la educación con un servicio gratuito de internet. Todo eso sin endeudar al país como era la costumbre de los reaccionarios.

El discurso de AMLO desde la pletórica plaza de la Ciudad de México fue claro y preciso. Mientras el pueblo se mantenga unido, no habrá zigzagueos en el gobierno, seguiremos en la ruta de las transformaciones más allá del 2024 con el logro histórico de la autosuficiencia energética gracias a las plantas refinadoras encabezadas ahora por la de Olmeca de Dos Bocas en Tabasco que en el último trimestre de este mismo año producirá 280 mil barriles diarios de gasolina y diésel.

Y así como los mexicanos de la era cardenista nos enseñaron que los grandes cambios se logran con unidad, con la 4T vamos para adelante, que ni los discursos de odio ni las campañas mediáticas difamatorias nos distraigan.