27 noviembre,2022 8:32 am

La línea rosa, o la lucha por los derechos LGBT+

 

Ciudad de México, 27 de noviembre de 2022. Para el autor sudafricano Mark Gevisser, la noticia que detonó su proyecto periodístico más ambicioso llegó en 2009, cuando leyó que una pareja en Malaui, por el simple hecho de anunciar su compromiso de manera pública, había sido sentenciada a 14 años de trabajos forzados.

Una de las personas condenadas, Tiwonge Chimbalanga, ni siquiera se autodefinía a sí misma como gay, pero un viejo resabio legal del pasado colonial británico en el país, que prohibía las relaciones sexuales entre homosexuales por ser algo supuestamente “contra natura”, fue suficiente para el castigo ejemplar.

Ese mismo año, Gevisser, nacido en el primer país africano en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, se casó con su pareja tras 18 años juntos y, con ello, pudo disfrutar de todos los beneficios maritales que el trabajo de su nuevo esposo en la ONU le ofrecía.

La diferencia entre dos países del mismo continente, sobre un mismo tema, nunca había sido para él más clara.

“La idea se alojó en mí de que había un nuevo tipo de inequidad global”, explica Gevisser en entrevista, durante una visita reciente a la Ciudad de México y Guadalajara.

“Pensé en lo que yo había obtenido por mi matrimonio, que fue un boleto de avión a París, y en lo que Tiwonge y Steven (Monjeza, su pareja) habían obtenido por el suyo, que fue una horrenda sentencia de cárcel, y me pareció que había una línea rosa dividiéndonos”, expone.

Ése fue el origen del concepto rector de La línea rosa. Un viaje por las fronteras queer del mundo, un reportaje de largo aliento sobre las luchas LGBT+ en el entorno político global cuya amplitud y profundidad han sido reiteradamente celebradas desde su aparición en 2020.

Este año Ediciones Urano publica en español el libro que, en palabras de su autor, busca presentar una fotografía de una conversación que, de manera evidente para quienes siguen con atención los debates públicos de actualidad, ha adquirido relevancia de primera fila.

“Todo comenzó queriendo entender cómo había sido que, de forma tan dramática, y en un periodo de tiempo tan corto, las discusiones políticas sobre la orientación sexual y la identidad de género se habían convertido en una conversación global”, detalla.

“Esto, tratando de entenderlo, particularmente, desde la perspectiva de un hombre gay que salió del clóset en la década del 80, cuando era inimaginable que fuera una conversación global”, abunda.

Fiel a su estilo personal de hacer periodismo, Gevisser (Johannesburgo, 1964) decidió que la mejor forma de abordar este tema era contando las historias de vida de quienes, como Tiwonge Chimbalanga, se encuentran en el centro de estos importantes debates.

Así, a través de perfiles de personajes de nueve países, incluido México, trabajados por más de 7 años, el autor puso a prueba el concepto que la disparidad evidente y violenta entre Malaui y Sudáfrica le puso frente a sí.

El resultado es un esfuerzo por retratar las dinámicas globales en torno a los derechos y pugnas de la comunidad LGBT+ que, aunque se trata de asuntos diversos y fluidos, resulta de gran utilidad para comenzar a entender dinámicas de gran complejidad social.

 

Las líneas rosas del mundo

En el prólogo del libro, Mark Gevisser sintetiza el concepto de “línea rosa” de forma llana: “Una frontera de los derechos humanos que ha dividido y descrito el mundo de una manera completamente nueva durante las dos primeras décadas del siglo 21”.

A la luz de esta herramienta discursiva queda claro, por ejemplo, la enorme brecha entre las posibilidades que el matrimonio igualitario brinda a un ciudadano sudafricano, con los castigos que esto mismo acarrea en países como Malaui.

Ésa, no obstante, es sólo una de las muchas líneas rosas que se trazan a través de países en el mundo y que dividen a las sociedades en torno a temas como la orientación sexual y la identidad de género.

El proyecto periodístico de Gevisser busca, precisamente, reflejar esta multiplicidad de fronteras.

“Pensé en qué lugares del mundo había líneas rosas que fueran emblemáticas de la dinámica global”, cuenta el autor al respecto.

“Algunas fueron muy obvias, como en Rusia, porque en Europa no hay ninguna duda de que la línea rosa está trazada sobre la vieja Cortina de Hierro y el Muro de Berlín, en la forma en la que los países del antiguo bloque soviético están usando este tema como una forma de diferenciarse de Europa; la forma en la que Rusia, en particular, está tratando de mostrarse como un contrapunto a Europa”, explica.

Así, en una asunto que recién demostró su vigencia con la invasión rusa a Ucrania, Gevisser logró desentrañar en el libro cómo los primeros misiles lanzados por Vladimir Putin hacia Kiev fueron, en palabras del periodista, misiles de propaganda homofóbica.

“En la campaña de 2013 y 2014 durante el referéndum (de la anexión de Crimea a Rusia), los rusos montaron una campaña enorme para empatar a la Unión Europea con el matrimonio entre personas del mismo sexo”, contextualiza.

“El eslogan de esta campaña, que fue enormemente popular en la televisión y la radio rusa, era ‘El camino hacia Europa es a través del trasero'”, recuerda.

La importancia geopolítica de las líneas rosas en el mundo moderno, explica el periodista, también es evidente en casos como en el de países como Uganda, donde el gobierno ha asumido una postura anti LGBT+ para diferenciarse de Occidente y su pasado colonial, o como en la división clara entre Israel y Palestina, donde el tema es usado meramente como botín político para condenar a la otra parte.

Naciones como México, Estados Unidos, la India y Egipto tienen sus propias líneas rosas que pintan un paisaje abarcador, aunque no exhaustivo, de las discusiones globales sobre estos temas.

“No tengo ninguna aspiración para que este libro sea una enciclopedia de la vida y política LGBTQ en el siglo 21, porque eso sería una tarea imposible”, advierte Gevisser.

“En lugar de ello, sabía con mucha claridad, porque en parte se trata de la forma en que hago periodismo, que es escribir periodismo biográfico, sabía con mucha claridad que quería contar historias de las personas”, declara.

Con ello, las fronteras queer del mundo son transitadas en el libro con la guía de las personas que viven en ellas todos los días.

 

El perfil, un asunto ético

Como un autor reconocido de perfiles periodísticos, sobre todo de personalidades de la política de su natal Sudáfrica, Mark Gevisser encontró en La línea rosa una justificación ya no sólo estética y narrativa, sino ética, para dejar que fueran los protagonistas quienes contaran sus propias historias.

“Mucho sobre la política de las líneas rosas tiene que ver con la forma en la que a las personas queer se les trata de decir quiénes son por otras personas”, declara.

“Por un lado, te dicen que eres un agente extranjero, que te ha comprado Occidente, que has sido corrompido, y del otro lado quizá te ven como una víctima que debe ser salvada, que tiene que ver mucho con el modelo de ayuda para el desarrollo occidental.

“Para mí, me parecía realmente importante, dado el hecho de que ésas son las dinámicas en las líneas rosas, mucho más allá del tipo de razones narrativas y estéticas para contar las historias de las personas, se sentía muy importante dejar que las personas hablaran por sí mismas y tratar de presentar estos temas con personas que vivieran en la línea rosa”, concluye.

Así lo hacen, por ejemplo, Amira y Maha, una pareja de activistas lesbianas que, tras participar en la revolución de 2011 en Egipto, durante la llamada Primavera Árabe, terminan exiliadas en Ámsterdam por las políticas homofóbicas del régimen militar que terminó tomando el control del país.

También está Pasha Captanovska, una mujer trans en Rusia que pierde la custodia de su hijo a causa de una ley que prohíbe lo que el Estado considera “propaganda sobre relaciones sexuales no tradicionales” ante menores de edad.

O está el caso de Liam, un hombre transgénero en Estados Unidos que se ve incapacitado para seguir médicamente con su proceso de transición de género porque sus madres, una pareja de lesbianas, se oponen a ello.

Las líneas rosas que se trazan incluso en medio de las comunidades LGBT+ son presentadas así, de manera desprejuiciada y expositiva, a través de diversas historias de vida.

Como parte de su búsqueda por hacer que el libro sea lo más incluyente posible, además de que sea plenamente entendible para cualquiera que no esté familiarizado con estos temas, cada capítulo comienza con un índice de las personas retratadas en el que se muestran los pronombres que ellas usan para referirse a sí mismas.

Así, conceptos como queer, género, sexo, identidad de género, orientación sexual y expresión de género son ampliamente comentadas, de formas llanas, para poder seguir adecuadamente cada historia.

Y es que, aunque las líneas rosas sean más que visibles en todos los lugares donde éstas se trazan, como en el caso de México, pueden resultar difíciles de entender.

 

La línea rosa en México

En su trayecto por encontrar las líneas rosas que resultaran emblemáticas para representar las conversaciones globales sobre los temas LGTB+ más importantes, Mark Gevisser se decidió pronto por México, como un lugar notable para buscar historias.

“Una de las razones por las que México era tan interesante para mí, quizá el porqué escogí a México como el lugar en la región de Latinoamérica del que escribía, es porque parecía que la línea rosa estaba en la periferia alrededor de la Ciudad de México y separando esta ‘isla’ progresista y liberal de los estados”, recuerda el autor.

Asimismo, un dato de una encuesta reciente separaba a México de Estados Unidos y lo volvía particularmente interesante.

“Tienen esta situación fascinante en México, que descubrí a través de mis lecturas, y es que, de acuerdo a un censo de 2012, el 75 por ciento de los mexicanos que se identifican como parte de la comunidad LGBT declararon tener un hijo, comparado con un 25 por ciento apenas cruzando la frontera, en Estados Unidos, entonces me dije ‘claro, esto forma gran parte de ser queer en México, el tener una familia'”, compara.

Fue así como, al ponerse en contacto con activistas locales, Gevisser centró su vista en Guadalajara, y en el debate que entonces se estaba llevando, ya no sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, sino entre el derecho de las familias homoparentales para adoptar un hijo.

“Me di cuenta de que el tema de las familias diversas era un tema con línea rosa aquí, porque, claro, lo que dice la derecha religiosa es que ellos son quienes apoyan a la familia”, expone el autor sobre este tema.

Aunque, durante su investigación, entrevistó a más de 10 familias diversas, el capítulo mexicano en La línea rosa está basado primordialmente en la historia de Zaira y Martha, un matrimonio legalmente constituido que, durante años, ha tenido que enfrentar al Gobierno de Jalisco para poder registrar a Martha como madre de Sabina, hija biológica de Zaira.

La particularidad de la historia es que ambas mujeres, como un asunto de principios y para abrir la puerta a otras madres, decidieron registrar a Martha en Guadalajara, a pesar de que pudieron haberlo hecho, sin todos los problemas legales, en la Ciudad de México.

La historia de ambas entrañaba para el periodista, además, la posibilidad de hablar sobre la forma en la que el sistema de Gobierno de México hace que la legalización del matrimonio igualitario y la adopción homoparental se esté dando de manera diferenciada en los estados.

Asimismo, para dar cuenta de la dinámica social de rechazo por parte de organizaciones como el Frente Nacional por la Familia y la solidaridad resultante en organizaciones como la Red de Madres Lesbianas en México.

“Al final, me quedé con Martha y con Zaira porque de verdad querían hacerlo, porque tienes que tener una colaboración aquí y ellas estaban de verdad involucradas, querían que su historia fuera contada, así que no se sintió como si estuviera irrumpiendo en su territorio y tomando su historia para lanzarla al mundo”, respondió el acompañamiento de años con la familia.

La que ahí se retrata es una línea rosa que sigue vigente y clara.

 

Tendencias en la región

Como parte de su exploración, a través de las historias personales, de las formas en las que nuevas líneas rosas se configuran en el mundo, Mark Gevisser pone la mirada en otro país de América Latina.

“Me parece que si queremos entender dónde se está trazando la nueva línea rosa, en la región más amplia, tenemos que ver a Brasil y al movimiento en contra de la ideología de género”, estima.

Para el periodista, parte del apoyo social que se le otorgó al Presidente brasileño Jair Bolsonaro, recién derrotado por Lula da Silva en las elecciones, tuvo mucho que ver con su abierta postura ante la comunidad LGBT+.

“Me parece que lo que ha ocurrido en esta parte del mundo es muy similar, en términos de la línea rosa cambiante, con lo que ha pasado en Norteamérica y Europa, que es que, mientras más y más personas han salido del clóset, y mientras las personas gay se han normalizado a través del matrimonio igualitario, es difícil apuntarme a mí, o a ti, si eres gay, y decir: ‘él es un depredador, él es un peligro para nuestros niños’, porque ahora ya eres conocido y se confía en ti como un padre, un vecino, un hijo o un colega”, reflexiona.

“Entonces, ahora, ¿cuál es el ‘peligro para los niños’?, pues la ideología, y ése es un cambio muy intencional y estratégico que la derecha religiosa ha hecho, porque saben que ya no pueden reunir apoyo al predicar el odio hacia las personas”, apunta.

Esta tendencia, alerta, también se traduce irremediablemente en aumentos de la violencia contra las comunidades LGBT+, como los que se han visto, de manera creciente, durante la pandemia de Covid-19.

“Puedes decir que no odias a las personas, sino que odias a la ideología (de género), pero se piensa que si esa ideología se arraiga en la gente, entonces necesitan ser ‘exorcizados’ de alguna forma y la violencia contra las personas queer, como una forma de la violencia a partir del género, podrías decir que es algo endémico, pero pareciera que hay una línea rosa particular en este momento, algo de lo que las personas están particularmente conscientes, dado la manera en los que los números de violencia crecieron durante el encierro de la pandemia en países como México, Colombia, Brasil y Sudáfrica”, concluye.

Como un concepto en constante cambio, pero de gran utilidad, la línea rosa divisada por Mark Gevisser plantea una forma de seguirle el paso a las luchas LGBT+ por los derechos todavía por conseguir en diversas partes del mundo.

 

Conózcalo

Mark Gevisser (Sudáfrica, 1964)

-Estudió Literatura Comparada en la Universidad de Yale.

-Comenzó su carrera periodística en Nueva York, donde trabajó para Village Voice y The Nation.

-Sus trabajos han sido publicados en The Sunday Times, Sunday Independent, The New York Times Magazine, The Observer, The Guardian y The New York Times, entre otros medios.

-Vive en Kalk Bay, en las afueras de Ciudad del Cabo en Sudáfrica, con su esposo.

 

Algunos de sus libros

– Retratos de poder: perfiles en una Sudáfrica cambiante

– Thabo Mbeki: El sueño diferido

– Objetos perdidos en Johannesburgo: una memoria

– La línea rosa: Un viaje por las fronteras queer del mundo

Texto y foto: Agencia Reforma