8 marzo,2023 5:35 am

La mujer y la familia: un apunte de Alejandra Kollontái

Saúl Escobar Toledo

 

Alejandra Kollontái (San Petesburgo, Rusia 1872-Moscú, URSS,1952) fue una de las militantes y pensadoras revolucionarias más destacadas de principios de siglo XX.

Desde muy joven se unió a la causa revolucionaria y al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR). En 1905 participó activamente en la insurrección por lo que recibió una dura condena de los tribunales zaristas que la hizo huir al extranjero.

En el exilio, siguió participando sobre todo en favor de la causa femenina y fue una destacada participante en la I Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, celebrada en Stuttgart en 1907.

Al desatarse la Revolución, diez años después, Kollontái regresó a su patria y fue elegida para formar parte del Comité Ejecutivo del Sóviet de Petrogrado.

Después del triunfo de los bolcheviques, se incorporó al gobierno y ocupó el cargo de Comisaria del Pueblo para la Salud y el Bienestar Social. Desde esa responsabilidad impulsó, decididamente, la igualdad y los derechos de las mujeres.

Logró que el nuevo Estado pusiera en marcha medidas legislativas y acciones sin precedentes, entre otras, la despenalización del aborto, el divorcio rápido y gratuito, y prestaciones por maternidad, guarderías y hogares infantiles.

Kollontái fue dirigente de la Oposición Obrera, una tendencia del partido bolchevique. Quizás por ello y, dado que la guerra civil que asoló a Rusia hasta 1922 llevó a prohibir las corrientes al interior del flamante PCR (b), en 1923 pasó al servicio diplomático y fue nombrada embajadora de la Unión Soviética en México y otros países. Regresó luego a la URSS y ya bajo el liderazgo de Stalin pasó sus últimos años sin mostrar una abierta oposición a sus dictados a pesar de que algunas de las reformas que ella impulsó fueron revertidas.

Sin duda, su pensamiento y su labor como dirigente revolucionaria desafiaron muchas ideas prevalecientes en la sociedad rusa de aquellos años e incluso dentro del partido y el Estado soviético. Aquí presentamos algunos párrafos de su escrito “ El comunismo y la familia” de 1918, como una pequeña muestra de su legado intelectual y para motivar la lectura de sus textos, algunos de ellos disponibles en www.marxists.org.

“La familia ha cambiado frecuentemente de forma en las diversas épocas de la vida de la humanidad…. Hubo épocas en que la familia fue completamente distinta a como estamos acostumbrados a admitirla”.

(En la sociedad actual)… “la moralidad al uso del hombre contemporáneo le autoriza para exigir de las jóvenes la virginidad hasta su matrimonio legítimo. Sin embargo, hay tribus en las que ocurre todo lo contrario: la mujer tiene a gala el haber tenido muchos amantes, y adorna brazos y piernas con brazaletes que indican el número… Diversas costumbres que a nosotros nos sorprenden, hábitos que podemos incluso calificar de inmorales, los practican otros pueblos…, mientras que, por su parte, califican de pecaminosas muchas de nuestras costumbres y leyes”.

“El capitalismo ha destruido la vieja vida familiar… En el tipo de familia al que estamos acostumbrados, el marido es quien gana el sustento, quien mantiene a la mujer y a los hijos. La mujer, por su parte, se ocupa de los quehaceres domésticos y de criar a los hijos como le parece. Pero, desde hace un siglo, esta forma corriente de familia ha sufrido una destrucción progresiva en todos los países del mundo en que domina el capitalismo… como el salario del hombre, sostén de la familia, resultaba insuficiente para cubrir las necesidades de la misma, la mujer se vio obligada a buscar trabajo remunerado; la madre tuvo que llamar también a la puerta de la fábrica. Año tras año, día tras día, fue creciendo el número de mujeres… que abandonaban sus casas para nutrir las filas de las fábricas, para trabajar como obreras, dependientas, oficinistas, lavanderas o criadas”.

“La mujer casada, la madre que es obrera, suda sangre para cumplir con tres tareas que recaen sobre ella al mismo tiempo: disponer de las horas necesarias para trabajar en alguna industria o establecimiento comercial, al igual que su marido; consagrarse después, lo mejor posible, a los quehaceres domésticos y, por último, cuidar de sus hijos”.

“El capitalismo ha cargado sobre los hombros de la mujer trabajadora un peso que la aplasta; la ha convertido en obrera sin aliviarla de sus labores de ama de casa y madre. Por tanto, nos encontramos con que, a consecuencia de esta triple e insoportable carga, que con frecuencia expresa con gritos de dolor y hace asomar lágrimas a sus ojos, la mujer se agota”.

“Cuanto más se extiende el trabajo asalariado de la mujer, más progresa la descomposición de la familia. ¿Qué vida familiar puede haber cuando el hombre y la mujer tienen horarios diferentes y la mujer ni siquiera dispone siquiera del tiempo necesario para guisar una comida decente para sus hijos? ¿Qué queda actualmente de todo esto? El marido, como hemos visto, ha dejado de ser el sostén único de la familia. La mujer, que va a trabajar, se ha convertido, a este respecto, en igual a su marido. No sólo ha aprendido a ganarse la vida, sino también, con gran frecuencia, a ganar la de sus hijos y su marido. Queda todavía, sin embargo, la función de criar y mantener a los hijos mientras son pequeños”.

(Pero hay un cambio muy importante)… “lo que se producía anteriormente en el seno de la familia se produce actualmente… en las fábricas y los talleres. Actualmente, la familia ya no produce; sólo consume. Las tareas esenciales del ama de casa… son trabajos agotadores que consumen todas las energías y todo el tiempo libre de la mujer trabajadora, que además tiene que ir a la fábrica”.

“Los capitalistas se dan perfecta cuenta de que el viejo modelo de familia, en que la esposa es una esclava y el hombre es responsable del sostén y bienestar de todos sus miembros, es la mejor arma para ahogar los esfuerzos del proletariado hacia su libertad, para debilitar el espíritu revolucionario del hombre y de la mujer proletarios. La preocupación por lo que le pueda pasar a su familia priva al obrero de toda su firmeza, le obliga a transigir con el capital. ¿Qué no harán los padres proletarios cuando sus hijos tienen hambre?”.

“No será la familia del pasado, mezquina y estrecha, con riñas entre los padres, con su interés exclusivo por sus hijos, la que moldeará el hombre de la sociedad del mañana… El hombre nuevo, de nuestra nueva sociedad, será moldeado por las organizaciones socialistas, jardines de infancia, residencias, guarderías y muchas otras instituciones de este tipo, en las que el niño pasará la mayor parte del día y donde educadores inteligentes lo convertirán en un comunista conciente de la magnitud de esta inviolable divisa: solidaridad, camaradería, ayuda mutua y devoción a la vida colectiva”.

“Sobre las ruinas de la vieja vida familiar, veremos pronto resurgir una nueva forma de familia que supondrá relaciones completamente diferentes entre el hombre y la mujer, basadas en una unión de afectos y camaradería, en una unión de dos personas iguales en la sociedad comunista, las dos libres, las dos independientes, las dos obreras. ¡No más servidumbre doméstica para la mujer! ¡No más desigualdad en el seno de la familia! ¡No más temor de la mujer a quedarse sin sostén y ayuda si el marido la abandona!”.

“En vez del matrimonio indisoluble, basado en la servidumbre de la mujer, veremos nacer la unión libre fortificada por el amor y el respeto mutuo de dos miembros del Estado obrero, iguales en derechos y obligaciones. En vez de la familia de tipo individual y egoísta, se desarrollará una gran familia universal de trabajadores, en la cual todos los trabajadores, hombres y mujeres, serán ante todo compañeros. Así serán las relaciones entre hombres y mujeres en la sociedad comunista. Estas nuevas relaciones asegurarán a la humanidad todos los goces del llamado amor libre, ennoblecido por una verdadera igualdad social entre compañeros, goces que son desconocidos en la sociedad comercial del régimen capitalista…”.

 

saulescobar.blogspot.com