24 junio,2018 12:26 pm

La “pejefobia”, el estigma de la intolerancia

Texto: Areli Villalobos / Foto: Captura de pantalla del video “La chaira arrepentida”.
Ciudad de México, 24 de junio de 2018. El 30 de mayo en las redes sociales se difundió un video de 2:17 minutos titulado “La chaira arrepentida”. Se inicia con una secuencia de imágenes proyectadas en un televisor antiguo en el cual se observa al candidato Andrés Manuel López Obrador en blanco y negro.
Luego aparecen un par de figurillas en forma de hongos, pulseras sobre un mantel tejido a mano, botellas de cervezas vacías y hasta una estampilla adherida en la pared con la imagen del candidato de la coalición Juntos Haremos Historia adornada con corazones rosas.
A cuadro, una joven morena de cabello largo y suelto, que evoca al movimiento hippie, comenta que era fiel simpatizante de López Obrador, pero decidió que el 1 de julio votará por José Antonio Meade.
“Soy una chaira desde que tengo memoria, con ideas subversivas y la mecha supercorta –expone la adolescente, mientras se escucha música tropical–. Sé que dirán que me siento itamita –en alusión a los estudiantes o egresados del Instituto Tecnológico Autónomo de México–, que la mafia me hizo neoporfirista… pero entre más me pongo a investigarlo, es más difícil pensar como chairo; todos juntos seremos testigos de cuando gane el que tiene vitiligo.”
Expertos en psicología social y derechos humanos consultados por Proceso aseguran que ese video es parte de un fenómeno social que denominan “Pejefobia” o “Amlofobia”.
Hernán Gómez Bruera, investigador del Instituto José María Luis Mora, fue el primero en acuñar el término en su artículo “La pejefobia” del 9 de marzo en El Universal. Para el experto en derechos humanos y discriminación, lo que a simple vista parece un caudal de discursos discriminatorios en realidad es parte de una serie de críticas que “nacen desde el prejuicio” y se dirigen contra el tabasqueño y sus simpatizantes.
Los mensajes, además de ser discursivamente violentos, comenta a Proceso, se caracterizan por mostrar rechazo no tanto a sus propuestas de campaña sino al origen social del candidato y sus simpatizantes, por su tono de piel, su forma pausada de hablar y su acento costeño, o simplemente por calificarlo de manera simplista como “naco”.
“Hay un desprecio de una parte importante de la élite, la clase media y sectores que se identifican con el pensamiento de esas élites. Es un desprecio, un fenómeno cuyo trasfondo refleja síntomas de clasismo y racismo aún presentes en la sociedad mexicana”, puntualiza Gómez Bruera.
Su colega Manuel González Navarro, doctor en psicología social de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, comenta que este tipo de “mensajes de odio” es producto de la “herencia de Andrés Manuel”, de la memoria colectiva que lleva consigo el candidato presidencial.
“Sin duda las expresiones de odio que suscita López Obrador son por elementos como su lenguaje o por su color de piel; el tono de piel sigue teniendo un significado muy importante en este país”, dice.
El propósito es presentar a López Obrador como “una persona iletrada, de bajo nivel cultural, que recorta las palabras, como un personaje no internacional. En el fondo, es una mirada del sistema político y de la propia cultura de que los mexicanos somos discriminados y discriminadores. Este fenómeno es histórico, es de orden cultural”.
“Las palabras importan, más en un contexto donde el racismo y el clasismo están en todos lados”, comenta Gómez Bruera. Y eso se refleja en las estadísticas del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
En su Encuesta Nacional sobre Discriminación en México 2016, la más reciente, las condiciones más identificadas por la población que se ha sentido discriminada son precisamente “no tener dinero, la apariencia física, la edad y el sexo”.
Y en su Informe Anual de Resultados 2016, el Conapred enumera 134 quejas por presuntos actos de discriminación causados por la apariencia física, así como 10 por origen étnico, 14 por condición social, nueve por color de piel y uno por lengua.
Los resortes del odio 
A principios de mes comenzó a circular un trabado académico de 86 páginas titulado Amlofobia. Manifiesto contra la intolerancia, un primer esfuerzo para conceptualizar la violencia social realizado por estudiantes de comunicación de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán.
Bajo la coordinación del profesor Jaime Pérez Dávila, los alumnos entrevistaron a personas que de manera abierta rechazan al candidato de Morena. En las respuestas se observan las descalificaciones e insultos a López Obrador y sus seguidores. Los mensajes en contra no incorporan elementos de constatación ni ofrecen espacio a la réplica, pues el propósito de los detractores del tabasqueño es mostrar el tono violento de su discurso.
Según los autores del Manifiesto contra la intolerancia, son tres las principales razones de “desprecio” a AMLO: “Sus atributos personales están al margen del buen trato y de maneras y límites de una persona educada y civilizada; es un político como todos los demás, y sus propuestas y políticas son populistas”.
Por lo que atañe a sus simpatizantes, el opúsculo, en el cual participaron también los profesores Héctor Torres Lima y Jorge Pérez Gómez, menciona algunos de los calificativos que les aplican para denostarlos: pejezombies, borregada, lambiscones, gatos que no se informan, ignorantes, fanáticos, chairos.
“La intolerancia es el estigma que marca las conversaciones políticas. No es propia de la ignorancia política o de una ciudadanía infante. Es el producto de la sociedad autoritaria que no reconoce la diferencia y la distinción…
“Este manifiesto contra la intolerancia analiza y descubre las raíces de la personalidad autoritaria del mexicano”, comentan los autores del análisis.