9 junio,2024 8:51 am

Lanza cruzada contra el acecho

 

Ciudad de México, 9 de junio de 2024. Valeria Yvonne Macías Villarreal ha sido perseguida desde el 2017 por un hombre que ha seguido sus pasos, le ha enviado cientos de mensajes, ha contactado a sus familiares y amigos, e incluso la ha amenazado de muerte.

Aunque el miedo es avasallante, con el tiempo esta regia hoy de 33 años ha alzado la voz y va a todos los foros para hablar de algo que considera urgente: la tipificación en Nuevo León del acecho como delito, uno de los primeros pasos de la agresión que miles de mujeres viven y que muchas veces termina en violencia física y hasta en la muerte.

La iniciativa de Valeria se encuentra en el Congreso a la espera de su tipificación, acción que sin duda haría que muchas mujeres vivan en paz y sin violencia.

Egresada de Negocios Internacionales, Valeria tiene una maestría en Administración con acentuación en Desarrollo Internacional y Liderazgo Transformacional.

Se dedicó a trabajar en recursos humanos y posteriormente comenzó a impartir clases en todos los niveles, desde kínder hasta maestría, además de coordinar actividades de difusión cultural.

Fue durante su faceta como profesora de una facultad -prefiere no mencionar el nombre de la institución-, cuando su pesadilla dio inicio al conocer a su acechador: le llamará únicamente David “N”.

“Cuando daba clases en facultad fue mi alumno, pero a diferencia del resto del grupo, él era mayor, todos mis alumnos tenían entre 19 y 20 años, y él tenía 30. Incluso era mayor que yo, en ese momento yo tenía 27.

“En esa universidad había carreras para adultos en otro horario, pero él solicitó un permiso para estar en el horario tradicional, pues el de adultos ‘no se le acomodaba’. Nunca me dio buena espina, pero mientras le di clases no sucedió nada”.

En otros foros, Valeria ha contado que el sujeto se sentaba hasta atrás del aula y la miraba fijamente. Ya cuando se dio de baja empezó el acecho en forma.

“Empezó por correos, luego en redes sociales, por llamada, cambiaba mi número y conseguía el nuevo, después llegó al punto de seguirme todos los días a mi trabajo, me esperaba ocho horas afuera y llamaba a familiares y amigos. Todo de manera reiterada”, ha dicho y enfatiza la diferencia entre acecho y acoso.

“El término correcto, al menos para fines legales, es acecho. El acoso para nuestra ley debe tener connotación sexual, sin embargo, hay muchos actos que pueden provocarte miedo, angustia o incluso ponerte en un riesgo que no son de connotación sexual”.

A través de nuevos números y cuentas, David no dejó de acecharla al celular o en sus redes sociales a través de cientos de alucinantes mensajes al día -con documentos personales de él, fotos de feminicidios, de políticos-. Ella hizo pública esta situación, pero eso no detenía al hombre que presumía saber todos sus movimientos.

Valeria hizo lo que cualquier ciudadano: puso denuncias y reportes, lo que parecía en vano. Incluso en algún momento él llegó a decirle que estaba “enamorado” de ella y que se quitaría la vida.

Luego, la amenazó.

“Te voy a encontrar y te voy a matar”, le dijo, por lo que Valeria empezó a grabar videos con sus testimonios que pronto se hicieron virales, lo que atendieron esa vez el Gobernador Samuel García y su esposa Mariana Rodríguez.

En noviembre del 2021, David fue detenido por amenazas e internado en uno de los penales. El acechador, sin embargo, salió en libertad a los ocho meses y más tarde consiguió un amparo, lo que incrementó el temor de Valeria.

La lucha de ella, sin embargo, también se acrecentaría.

 

Vivir en paz

“Ha sido un largo camino”, explica Valeria. “Nuestro sistema de justicia está muy mal diseñado, incluso parecería que fue creado para que la víctima desista de tan complejo que se vuelve obtener justicia, casi imposible.

“Al principio me respondían desde: ‘Necesitarías cambiar las leyes, pues actualmente lo que te sucede no es delito’ hasta un ‘Tengo cosas más importantes que esto’. Se llegaron a reír con cinismo, me aconsejaban ‘hablar con él y pedirle que dejara de molestar’ y a mi pregunta de qué iba a pasar si cumplía su amenaza y me mataba, una jueza respondió: ‘Es un riesgo que se corre, pero si la mata entonces sí va a venir a dar a la cárcel'”. Insólito.

Fue a raíz de terapias que la joven cayó en cuenta de sus altos grados de ansiedad por el estrés postraumático. Además, su paranoia era constante: “Lidio con periodos depresivos, pero no me dejo, soy empática conmigo, pero también me obligo a salir y buscar actividades que me motiven, que me inciten a seguir”.

A todo esto, dice, le ha dado la batalla porque confía en recuperarse.

“Es importante que hable con la verdad a todas las mujeres que son víctimas de violencia y me lean o me vean en redes: que sepan que es normal sentir que no podemos, que en ocasiones no sabemos ni por dónde; se vale parar y descansar, todo es válido, menos rendirnos.

Merecemos vivir en paz, nadie merece morir en vida. Mucho menos que te arrebaten la vida”.

De ahí que, asesorada por organizaciones de Canadá, se ha documentado sobre el acecho y en torno a la importancia de su tipificación en el Código Penal del Estado -ya se tipificó en Coahuila y se está trabajando en la redacción del delito en Oaxaca, Chiapas, Ciudad de México y a nivel federal-, además de llevar ella misma un registro de muchos testimonios de otras víctimas.

El motivo por el que sí ha avanzado la legislación en otros lugares es porque en ellos sí hay buena relación entre poderes, algo de lo que desde tiempo carece Nuevo León.

Las historias que le han contado, describe, son tan estrujantes como la suya y más: “No podría decir qué caso es el ‘peor’, porque muchos son muy difíciles y cada mujer lidia con ‘cuartos diferentes dentro del mismo infierno’, pero uno de los que más me impactó fue casi al inicio de mi activismo: una señora que me contactó porque tenía miedo; le preguntaba cuál era la razón y me decía, ‘no sé’. Sentía que me quería decir algo y no podía, pero de repente me dijo: “Nombre, no te preocupes, es mi paranoia” y me colgó.

“Al día siguiente amaneció muerta y es fecha que no sé qué sucedió. Dicen que fue un infarto, pero algo muy fuerte me dice que no. Fue ese el momento en el que comprendí que con lo que estaba lidiando no era cualquier cosa, pues aunque no me dedicara a esto, la confianza que me tenía la gente me comprometía con la causa y tenía la responsabilidad de aprender más, de capacitarme y de armarme con todas las herramientas que pudiera para ayudar a las que pudiera, con lo que pudiera”.

Desde entonces, Valeria acompaña a víctimas como ella para apoyarlas en su camino hacia la justicia.

La iniciativa que empuja no es poco: de acuerdo con ella, el 70 por ciento de los feminicidios inició por un acecho.

“¿Imaginas el impacto que tendrá actuar desde el principio? No solo reduciríamos considerablemente los feminicidios, sino que nos volvería un país preventivo, un país que no se espera a que pasen las cosas para actuar, y esto nos urge.

“No podemos darnos el lujo de tardarnos y perder a más mujeres”.

Independiente desde los 20 años y soltera, Valeria subraya que la ley aplica a favor de hombres y mujeres, pues aunque las estadísticas se cargan más para un lado, el acecho lo puede sufrir cualquier persona independientemente del género.

Así, con su acechador aún libre y merodeando, Valeria se ha llenado de coraje para impulsar una iniciativa que las defienda a todas, a todos.

“Lo que estamos tratando de hacer toda la comunidad que me apoya, mis compañeras activistas, los diplomáticos de países hermanos y yo es reformar el sistema de justicia y que no quede sólo en el establecimiento de nuevas leyes, sino también en la correcta ejecución de las mismas: éste es el primer paso de muchos en los que hay que trabajar, pero en lo personal haré lo que sea para mover una piedra del camino, aunque sea grande.

“Merecemos vivir en paz, es nuestro derecho vivir dignamente”.

 

Texto y foto: Agencia Reforma