15 mayo,2024 4:34 am

Las consecuencias políticas de las inundaciones en el sur de Brasil

 

 

Gaspard Estrada

 

 

Hasta finales de abril, el Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, podía sentirse optimista: la recuperación económica parecía sentirse en la mayoría de los sectores económicos, incluido el manufacturero, donde prometió crear más puestos de trabajo y mejor remunerados.

Sin embargo, el 27 de abril comenzaron las lluvias torrenciales en el estado de Rio Grande do Sul (en el sur de ese país) y, dos días después, amplias zonas del estado quedaron inundadas, cientos de carreteras fueron bloqueadas, con deslizamientos de tierra generalizados y el derrumbe de una presa. Más de 150 mil personas han sido desplazadas. Hasta ayer, el número de muertos ascendía a 136 y quedaban otros por contabilizar.  En este estado de 12 millones de habitantes, se calcula que dos millones se han visto afectados por las inundaciones.

Aunque las lluvias han cesado en su mayor parte (al menos por el momento), muchas ciudades siguen en peligro de inundación, ya que la corriente de varios ríos desbordados avanza hacia el mar. La economía del estado se ha paralizado. Todavía no se han actualizado muchas previsiones de crecimiento del PIB tras las inundaciones, pero la semana pasada un informe del banco Bradesco afirmaba que el índice se podría quedar en cero para 2024, en comparación con 2023. Rio Grande do Sul es la quinta economía de Brasil y un bastión agrícola que concentra alrededor del 70 por ciento de la producción de arroz del país. Se calcula que podría perderse un 10 por ciento de la producción total. En este sentido, teniendo en cuenta la sensibilidad política del precio de la canasta básica (que incluye el arroz), Lula ha anunciado que se incrementarán las importaciones del grano para cubrir cualquier déficit, y así evitar su aumento en el mercado. Las plantas petroquímicas del centro de producción de Triunfo, cerca de la ciudad de Porto Alegre, siguen en situación de fuerza mayor, debido sobre todo a la dificultad para contratar trabajadores, y los fabricantes de fertilizantes temen que la demanda se vea afectada por la temporada de siembra de algunos cultivos.

Conforme fueron pasando los días, la magnitud de la catástrofe se hizo mas evidente, cambiando la naturaleza de la respuesta gubernamental a esta tragedia. Las escenas transmitidas al mundo desde Rio Grande do Sul son tristemente muy parecidas a las que se vieron en 2005 en Estados Unidos tras el paso del huracán Katrina. En ese entonces, el ex presidente estadunidense George W. Bush se convirtió en el ejemplo por excelencia de falta de capacidad de liderazgo en una crisis y, según criticaron muchos, de falta de compasión por los residentes negros de las zonas más pobres de Nueva Orleans, que quedaron prácticamente abandonados a su suerte.

En este sentido, esta catástrofe climática podría convertirse en el “momento Katrina” del gobierno Lula, en dado caso que la respuesta gubernamental sea considerada como desfasada o insuficiente por la mayoría de la población. A unos meses de las elecciones municipales, cualquier insuficiencia política por parte del jefe del ejecutivo brasileño tendría consecuencias políticas negativas para su coalición, en particular en São Paulo, donde su candidato, Guilherme Boulos, esta actualmente empatado en las encuestas frente a su rival, el alcalde Ricardo Nunes, apoyado por el expresidente Jair Bolsonaro.

La respuesta de Lula y de su gobierno durante la primera semana del desastre fue bastante lenta. Sin embargo, a medida que el país entra en la tercera semana de la calamidad, hay indicios de que el Presidente brasileño está consiguiendo recuperar la iniciativa política. Lula ha visitado el Estado en tres ocasiones hasta ahora. Por su lado, los ministros de Hacienda y Finanzas han anunciado líneas de crédito especiales para ciudadanos y empresas, y los trabajadores con salarios bajos tendrán acceso a subsidios especiales, al tiempo que se adelantarán los pagos de otras prestaciones a las que tienen derecho. De manera mas general, Lula ha puesto su gobierno en modo turbo y prácticamente todos los ministros están centrados en Rio Grande do Sul, y de la misma manera, el congreso –mucho más conservador que Lula– ha dado luz verde a la declaración de estado de emergencia propuesta por el jefe del ejecutivo. Sin duda, la tragedia de Rio Grande do Sul será un parteaguas del gobierno Lula.

 

* Director Ejecutivo del Observatorio Político de América Latina y el Caribe (OPALC), con sede en París.

 

Twitter: @Gaspard_Estrada