30 abril,2019 5:16 am

Las mujeres de Kurdistán (1) Alessia Dro

Tryno Maldonado
Metales Pesados
 
El territorio kurdo está en el centro del Medio Oriente, en el área antiguamente llamada Mesopotamia, que quiere decir “entre dos ríos” (el Tigris y el Éufrates). Fue habitada por pueblos que se organizaban a través de confederaciones. Históricamente tenemos muchas confederaciones a lo largo del tiempo. Confederaciones en forma de autogobiernos que se organizaron más allá de centralizaciones, más allá de los imperios. Contamos 29 insurrecciones populares para oponerse a la división del territorio por los imperios. Pero, dentro de la historia moderna, por voluntad de los Estados coloniales europeos Kurdistán fue dividido en cuatro Estados. Es desde 1936 que, con el tratado de Sykes-Picot –suscrito por las potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial–, se decidió dividirla entre Turquía, Siria, Irán e Irak.
Entre las insurrecciones, ha sido la última, surgida en 1978, la más larga. Hasta hoy continúa siendo exitosa por medio de una revolución llevada a cabo a través del Federalismo Democrático en las cuatro áreas del territorio divididas en Estados. Cuando hablamos de Kurdistán, de esta insurrección popular y del Movimiento de Liberación de Kurdistán, estamos hablando de un proyecto de democracia directa. Un proceso que se está articulando al mismo tiempo en Turquía, Siria, Irán y en Irak. Aquí se está llevando a cabo un sistema de organización basado en cuatro principios fundamentales: el primero es la liberación de las mujeres; el segundo es el autogobierno en democracia directa; el tercero es la ecología; y, el cuarto, la autodefensa.
El confederalismo democrático fue resultado de un cambio muy fuerte de mentalidad y organización adentro del movimiento de liberación mismo. Se definió un nuevo paradigma, una nueva visión del mundo que fue empujada a partir de los años noventa, sobre todo por las mujeres. La necesidad de cambiar el modelo de organización que se asentaba sobre un modelo marxista-leninista hasta un modelo de confederalismo democrático tuvo implicaciones muy fuertes. Cambió muchas cosas. Antes que nada, la manera de ver la historia de la humanidad. Se empezó a leer la historia como dos ríos: por un lado, el río de la civilización hegemónica occidental, la historia de los Estados, de los opresores, la historia de la explotación de los pueblos y de las mujeres; del otro lado, el río de la modernidad democrática, o sea, el río de la civilización democrática, que tiene que ver con todo lo que a lo largo de la historia ha sido organizado y vivido por las autonomías de los pueblos. Los tejidos comunitarios anteriores a la existencia de los Estados.
La historia de los Estados es muy reciente, un tiempo muy corto; pero si vemos el río de la civilización democrática, éste tiene que ver con un tiempo muy largo de la historia: la civilización democrática ocupa un 98 por ciento dentro de la historia, en comparación con la corta vida de los Estados y de la modernidad capitalista. No vemos la historia como etapas, a la manera del marxismo, desde una visión positivista, determinista. Nosotras no vemos la historia en términos de sucesos y causas, la vemos en términos espirales, en términos de la conexión fuerte que hay entre pasado, presente y futuro, tomando principios más recientes de descubrimientos que la física cuántica también hizo.
Entonces, cuando hablamos de civilización democrática, no estamos hablando de algo lejano, sino de algo que ha estado en nuestros cuerpos, en nuestra piel, como herencia de la de auto-organización de los pueblos a lo largo de la historia de la humanidad. Vinculamos esta visión de la historia a una dimensión ecológica de la vida y la organización: todo ecosistema que existe no es algo simple y estable, existe en la pluriformidad y es garantizado por la complejidad y la heterogeneidad. Todo ecosistema es una integridad basada en su diversidad. El confederalismo toma esto como base de la organización. Un contrato social sin Estado, fuera del capitalismo, por la liberación de las mujeres y a través de un sistema propio de autodefensas.
En estos días, el 8 de marzo, recibimos la noticia de que en el área más al sur de Deir ez-Zor, en Abu, las Fuerzas Democráticas Sirias, con Unidades de Protección de las Mujeres, derrotaron a las fuerzas yihadistas islámicas producto de los servicios secretos internacionales. Rescataron a miles de mujeres, fundaron el sistema democrático de participación directa y de confederalismo. Las mujeres que liberaron esta área nos dijeron que la fuerza que ellas estaban alcanzando en este momento es la herencia de las luchas de las mujeres en el mundo. Por supuesto que esta victoria no tuvo nada que ver con lo militar, no tuvo que ver con una supremacía de este tipo, sino con el hecho de que miles de mujeres y de hombres queriendo derrotar al patriarcado como sistema de organización, de pensamiento y sentimientos decidieron organizarse en otro tipo de estructuras, basándose, sobre todo, en una articulación que tiene en su objetivo principal la eliminación del poder desde las relaciones sociales.
Una victoria que nosotras sentimos como una victoria de la humanidad.