17 noviembre,2022 4:56 am

Libaneses acapulqueños

Anituy Rebolledo Ayerdi

Segunda parte

 

La familia Haddad

La doctora Claudia Dib, hija del doctor veracruzano Emilio Dib y la acapulqueña Dola Sachekaiban, hace un retrato de la familia:

“Llegados a Acapulco en 1932, don Antonio Sachekaiban y doña Nabiha Haddad se establecen en el mercado Zaragoza, en Escudero y Galeana, (antes ocupó buena parte de la plaza Álvarez), para comerciar ropa tropical. Muy pronto emprenderán en aquel mismo sitio la construcción de un edificio propio y que por mucho tiempo será el más alto de aquel entorno. Un inmueble fatídico, por cierto, pues será la tumba de don Antonio, al caerle un muro reblandecido por las lluvias.

“La abuela Nabiha, viuda a los 30 años y con seis hijos, el mayor de 13 años, lo llorará como el único amor de su vida y ante su tumba empeñará su palabra de dedicar el resto de sus días al bienestar de sus hijos: Carlota, Divina, Betita, Antonio, Alfredo y ella, por supuesto. Un empeño en el que contará con la solidaridad y comprensión de la gente del puerto, por más que sus apellidos sonaran raro. Y detalla la dispersión:

“Cuando mi tía Carlota se casa con Michel Nader y se van a vivir a la Ciudad de México, mi abuelita Nabiha aprovecha para enviar a mis tíos Antonio y Alfredo a estudiar arquitectura. Casada con Wady Nader, mi tía Divina se queda aquí junto con mi tías Betita y mi mamá Dola. Mi tía Betita se casa con Pepe Trad y viven en el puerto hasta 1970, en que deciden radicar en la Ciudad de México”.

El Gallo de Acapulco

Fue este un icónico almacén de ropa que vistió a partir de 1939 a varias generaciones acapulqueñas. Lo fundan don Simón y doña Georgette Haddad en el mercado El Parazal, llamado así por haber sido una superficie sembrada con zacate pará, destinada al pastoreo de las mulas de los arrieros hospedados en el mesón de don Ignacio R. Fernández. Pasados los años, lo traspasan a comerciantes hispanos para ellos explorar el mercado turístico con la tienda Las Novedades, en Jesús Carranza. Los hijos de la pareja: Elías, Rodolfo, José, Alberto, Guillermo y Faryde.

También en la calle Carranza se establecerán don Antonio Haddad y doña Fadua Acha con su tienda Acapulco Lindo.Tendrá seis mujercitas al hilo: Suad, Laila, Waded, Adela, Salma y Rosa y luego tres varones: Toño, Mike y Gabriel.

Otra gran familia libanesa-acapulqueña la formarán don Rashid y Yamil Dagdug y sus hijos Emilio, Nahim, Mon, Elías, Jorge , Virginia, Alicia y Mike.

Los Elías

En el mismo cuadrante de la plazoleta de Escudero, junto a la Casa Alzuyeta, famosa por haber sido diseñada por el ingeniero Eiffel, el de la torre parisina, se localizaban dos negocios con gran demanda popular. El Palacio de los Catres y La más Barata, de los hermanos Elías. El turismo nacional de entonces apreciaba más el catre de lona, por fresco, que el caluroso colchón de borra. Los catres de jarcia eran preferidos seguramente por los penitentes, sin cubierta.

El primero lo atendían don Eduardo Elías y doña Silvia Azar –a él lo recuerdo muy alto y muy serio–. Procrearon cinco hijos: Eduardo, hoy uno de los más prestigiados médicos otorrinolaringólogos del puerto; Edgar, que fue secretario de Finanzas en el gobierno de José Francisco Ruiz Massieu y más tarde presidente del Tribunal Superior de Justicia del entonces DF, además de Sonia, Beto y Miguel. Hijo de Eduardo, Ted, hoy en el extranjero, es amigo muy querido de los hijos del columnista.

Don Jorge Elías estaba al frente del segundo negocio. Casado con doña Olga León, su descendencia acapulqueña la formaron el aguerrido Óscar y las guapas Olga y Yadira.

Don Salvador Sabah

Don Salvador Sabáh llegó al puerto procedente de Oaxaca acompañado por sus hijos Manuel, José, Guillermo, Miguel y Aurora. Dedicado a la hotelería, formará aquí una nueva familia con Susana Vela Leyva, procreando tres hijas: Matilde, Nora y Victoria. Las crónicas sociales se referían a ellas como “las guapas y distinguidas Sabáh”.

La enorme popularidad de don Salvador derivaba de ser el encargado del famoso bar La Marinita, del hotel La Marina, en pleno Zócalo (hoy Bancomer) cuya clientela habitual era “todo Acapulco”. Don Salvador fue vocal de la primera directiva de la Cámara de Comercio de Acapulco (1924), encabezada por don Isaías Acosta, representante de una empresa propiedad de también libanés Aniceto Goraieb.

Victoria Sabáh Vela merecería un capítulo aparte. Como directora de Relaciones Públicas del Hotel El Mirador, en la época dorada del cabaret La Perla, atendió a los más encumbrados personajes de la vida nacional, lo más sofisticado del jet set internacional y a las más glamorosas estrellas de Hollywood. Su cercanía con el suizo llamado Teddy Stauffer le permitieron ser actora y testigo de muchos sucesos trascendentes en la vida turística de Acapulco.

La Vecina

Todo Acapulco la conoció como La Vecina, por ser el trato dado por ella a todo mundo. doña Sofía Yavale, pequeña, muy blanca, vendía ropa en un cajón instalado en la calle central del mercado municipal. Ello, a partir de que pierda a su esposo, dedicado a la venta en abonos –asaltado en un poblado de la Costa Grande– La Vecina luchará a brazo partido para sacar adelante a sus hijos Jorge, José y Carlos.

Don Elías Bachur

Don Elías Bachur y su esposa Catita establecieron aquí una fábrica de estampados de gran colorido, revolucionando la moda tropical. Sus amplísimas faldas blancas con la imagen de la bahía de Acapulco estampada en gran tamaño y vivos colores causaron sensación como creación local. No hubo acapulqueña que no estrenara una de ellas en tés danzantes junto al mar o para dar la vuelta en el Zócalo los domingos. Las turistas las adoptarán de inmediato como una moda genuinamente acapulqueña. Sus hijos: Elías, Aída, Male, Perla, Catita, Jaime, Julieta y Lourdes. Jaime destacará en el negocio de bienes raíces.

Don Nicolás Zacarías

Don Nicolás Zacarías Nogain y su hermano Miguel fueron productores del cine mexicano, este último también destacado director y guionista. Recién radicado en el puerto, don Nicolás adquirió la sede de la antigua Aduana Marítima y más tarde del restaurante El Colonial. En ese sitio levantó un inmueble moderno bautizado como edificio Nick en el que abrirá la tienda de ropa llamada Ricardo’s, operada por su yerno Ricardo Kaím, su hija Samia y sus nietos Ricardo, Lalo y Carmelita.

Daniel Zacarías, hijo de don Nicolás, fue aquí un personaje notable a su regreso de los frentes europeos de la Segunda Guerra Mundial, en la que había participado como soldado del ejército estadunidense. Sus aventuras bélicas y románticas mantendrán boquiabiertos a muchos auditorios reunidos con gran frecuencia en torno a él, y a bebidas espirituosas, por supuesto. Contrajo matrimonio con Suad Haddad procreando una hija única, Gladys, agraciada chiquilla muy popular en los ámbitos juveniles.

Los Aquique

Los Aquique forman otra gran familia de ascendencia libanesa radicada en el puerto y dedicada a los negocios. Los distinguirá, como a todos sus paisanos, la tenacidad, la austeridad y el trabajo. Don Antonio Aquique Elías (Comercial Aquique) y sus hijos Rosa María, Antonieta, Gerardo, Óscar, Héctor y Armando, exitosos comerciantes en textiles.

Don Roberto Aquique Elías y Doña Sara Ortiz fundaron La Casa Elías (Mercado Central), una sastrería que llegó a contar hasta con 23 operarios. Sus hijos Roberto, Nadine, Jesús (Discoteque Bocaccio), Roberto (El Estudio y la Boutique Gucci). También comerciantes los hermanos Ramón, Constantino y Mario.

Los hermanos Charfén

Hid y Rosalba Charfén –padres de Rosalba, Yolanda, Amira, Jaime y Alejandro–, fueron propietarios de la tienda de ropa Casa Charfén, en la calle Jesús Carranza. También del edificio de Cinco de Mayo y Mina, sede histórica de “El Juguito”. Hid Charfén Pérez fue siempre solidario con las causas más sentidas de los acapulqueños. Durante la Segunda Guerra Mundial participó como jefe de grupo de ambulantes de la delegación de la Cruz Roja Mexicana, establecida aquí apenas en 1938.

Abraham Charfén y Nelly del Río, paisana de San Jerónimo de Juárez, atendieron El Delfín, en Escudero y Posada, con fama de vender las marcas de mayor calidad en ropa y zapatos. Fue su caballeroso gerente Arturo Martínez, más tarde constructor de albercas y articulista de prensa.

Fue en el El Delfín, por cierto, donde este columnista adquirió su primera camisa Jozac’s (¡carísima!). Abraham, que era un tipazo, lo presentó en alguna ocasión con el propietario de la marca mintiéndole que era su mejor cliente en Acapulco. Don José Jozac, otro libanés enamorado de Acapulco, me lo agradeció, y no sólo eso, al poco tiempo me envió con el propio Charfén media docena de camisas Jozac’s. La descendencia de la pareja: Abraham, Miguel y Nelly.

Chucho y María

María Abdala, conocida popularmente como María Canasta por su afición al juego de cartas conocido como canasta uruguaya, fue una mujer de enorme simpatía y por tanto estimada más allá de la comunidad libanesa. Atendió su propia tienda de ropa mientras que su hermana, Sarita, estuvo a cargo de una farmacia familiar en la calle Vallarta.

María estaba casada con el político petatleco Jesús Chucho Rodríguez López, titular de varios cargos públicos y en alguna ocasión diputado local. Chucho fue miembro distinguido de la Banca del Zócalo, una suerte de ágora tropical donde se discutían los temas políticos del día y se censuraba acremente a los políticos rastreros y a los funcionarios rateros. Ahí coincidía con paisanos de su esposa como don Antonio Casis, Milo Fares, el licenciado Aarón Férez y el instructor de manejo Dámaso Sabáh.

La muerte de María y Chucho en su departamento del edificio Charfén, en 5 de Mayo y Mina, donde vivían solos, conmovió a la sociedad toda. La pareja fue encontrada sin vida en el baño de la pieza. Las presunciones prevalecerán sobre la medicina forense (?). Que María habría resbalado golpeándose la cabeza y que al encontrarla Chucho habría sufrido un infarto. Los cuerpos serán localizados hasta que los malos olores sean insoportables para los vecinos. Habrá, no obstante, lectores de novela negra que no acepten el desenlace oficial.

Matula Borge

Matula Borge fue una campechana de familia libanesa que por su derroche de sex appeal hizo chuza entre los jóvenes acapulqueños. Era, según la opinión de los caballeros de su tiempo, y con perdón de la palabra, ¡un viejorrón! Sus formas apetecibles deslumbraron por ejemplo, al productor de cine Pedro Perico Calderón (declarado más acapulqueño que el ceviche) quien le ofrecerá hacer de ella una deslumbrante estrella del cine nacional El rechazo de ella fue contundente. Matula atendía con su mamá, doña María, la tienda de ropa Mary, en Jesús Carranza, en tanto que sus hermanos José y Jorge trabajaban un barco camaronero de la familia.

¡Y vaya que don Pedro sí sabía de turgencias y morbideces! Con su hermano Guillermo tenían en su haber la creación del primer mito erótico del cine arrabalero. No otro que la sensual cubana Ninón Sevilla, “¡cosa más glande, caballero”!, según la expresión de Chimmy Monterrey). Muchos años más tarde, con el apoyo del presidente López Portillo, los mismos hermanos serán campeones del cine de ficheras.