25 mayo,2020 1:11 pm

Llegan vendedores ambulantes de otros estados porque están peor en sus localidades

 

Acapulco, Guerrero, 25 de mayo de 2020. De otros estados del país llegaron vendedores ambulantes ante la falta de trabajo en sus localidades, como es el caso de Marcela, quien vende loterías gigantes y cascos con popote para bebidas, en el bulevar de Las Naciones.

En el camellón del bulevar frente a la entrada a la playa Revolcadero, se ven pequeños caballetes de madera con dibujos para colorear de algunas caricaturas, así como inflables con peso para golpear con figuras de distintos animales como cebras, leones o delfines.

Marcela trae un casco de plástico azul con dos latas a los lados y un tubo de plástico para sorber el contenido de las bebidas. En las manos lleva dos juegos de mesa enormes: una lotería y otro de serpientes y escaleras.

“En cien pesos”, dice Marcela cuando alguien se acerca, y aprovecha cada semáforo en rojo para ofrecer la mercancía entre los automovilistas que se detienen por unos minutos.

Su esposo ofrece mesitas pequeñas de madera, mientras su cuñado muñecos de peluche con la figura de Sonic, personaje de video juego del que se estrenó la película antes de la cuarentena.

“Nos venimos a vender acá porque allá no hay nada, todo está cerrado”, comentó Marcela de la razón por la que se vino de Cuernavaca a vender a Acapulco, donde les dijeron que había más movimiento que en la ciudad donde ella vive.

Marcela llegó hace una semana y su esposo lleva un mes, y ya se dio cuenta que las ventas no son buenas como pensó que serían porque también en Acapulco la mayoría de los negocios están cerrados, y con el cierre de las playas son pocos los visitantes que llegan.

“Están malas las ventas, pero seguimos intentándolo para tener que mandar, a los niños los dejamos allá en casa”, explicó.

La vendedora externó que no es un negocio de ella la venta de esos artículos, sino que son empleados de alguien más que fue quien los trajo, consiguió casa para que se queden y con eso reducir los gastos que puedan tener mientras están en el puerto.

Texto y foto: Mariana Labastida