“Venimos de otras realidades, de otros espacios, de otros tejidos, por eso a veces no encajamos en esta perspectiva de las mujeres blancas”, reflexiona la activista nacida en Cuajinicuilapa
Chilpancingo, Guerrero, 5 de octubre de 2021. Cuando era estudiante en un internado, a los nueve años, se dio cuenta de que sabía hacer rimas y poco después un profesor la alentó a escribir poesía. Gracias a ello Aleida Vázquez Cisneros hoy dignifica su identidad a través del arte y espera que su voz haga eco en las mujeres de Guerrero, por quienes también lucha como activista por sus derechos.
“Este sistema racista ha roto completamente la autoestima de las mujeres negras. Si logro que una mujer se sienta orgullosa de las formas de su cabello, de su cuerpo, de su piel, habré logrado mucho para que este mundo sea un poquito mejor”, dice la poeta y activista afromexicana de 41 años nacida en Cuajinicuilapa, en la Costa Chica.
A los ocho años Aleida migró a una escuela internado en León, Guanajuato, y ahí empezó a tomar conciencia del racismo en México. “Las maestras me decían a cada rato: ‘¡Péinate!, ¿por qué nunca te peinas?’. Yo decía: ‘Pues, es que… mi cabello es así, rizado’. Ahí me di cuenta que no para toda la gente ser negra es chido”, cuenta en entrevista.
Pero también ahí, a los nueve años, se dio cuenta de que sabía hacer rimas. Comenzó a escribirlas en sus cuadernos desde los 10 u 11 años, alentada por uno de los profesores de su escuela en Guanajuato. “‘Váyanse allá a las canchas a escribir una poesía’, nos decía cuando venían festividades como el Día de las Madres, de las fiestas patrias. Me gustó”, recuerda Aleida.
De su abuela viene su ascendencia afromexicana y sus enseñanzas también le ayudaron a sobrellevar los insultos en el internado. “Los negros también somos chulos, los negros también somos dignos”, le decía ella. Y gracias a esas lecciones de vida es que escribió uno de sus poemas más populares.
“Llevo en la sangre candela / y en mi pecho algarabía / mis pechos son dos lumbreras / que desbordan alegría / son herencia de mi abuela / la que de niña me decía / no me avergüenza ser negra /soy fuerza, fulgor y vida”, dice una parte el poema No me avergüenza ser negra, a través del cual reivindica su identidad.
El Censo 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reporta que en todas las entidades federativas hay 2.57 millones de personas que se auto adscriben como afromexicanas o afrodescendientes.
Guerrero tiene 8.6 por ciento de ese total, es decir, 303 mil 923 personas, de las cuales 51 por ciento son mujeres y 48 por ciento son hombres.
Aleida reconoce que al irse a estudiar a Guanajuato se desmarcó de la realidad de muchas personas de la Costa Chica de Guerrero y de Oaxaca. Aunque ya desde entonces se cuestionaba: “¿Qué pasa aquí? Yo no tengo problema con mi negrura pero algo está pasando, ¿por qué me ofenden?, ¿por qué me gritan?, ¿por qué me acosan en la calle?”.
Aspiración a la blanquitud, pan de todos los días
Además de arte, la poesía de Aleida Vázquez Cisneros es una forma de activismo mediante el cual reivindica a la población afrodescendiente.
En 2017 la poeta se une a la colectiva Mujeres Afroamericanas en Movimiento (Muafro), una plataforma de empoderamiento con una agenda antirracista que apunta a la construcción de políticas públicas para los territorios de las mujeres afromexicanas, con el acompañamiento del Instituto de Simone de Beauvoir.
Dos años más tarde, en 2019, participa en el Primer Encuentro de Poetas, Copleros y Versadores realizado en Huehuetán; y como parte de su activismo, Aleida busca que la población no migre por carencias que rompen con el arraigo identitario. “De pronto la gente se va a otro lado y empieza a impregnarse de otras cosas, luego ya no sabemos de dónde somos, de dónde venimos, ya no nos reconocemos y somos muy fáciles de extraviar, de manipular. La aspiración a la blanquitud se convirtió en el pan de todos los días”, lamenta.
También colabora con la organización Mano Amiga en talleres de identidad, derechos y empoderamiento. Ella sueña con las condiciones para que las mujeres puedan bailar y hacer poesía, en lugar de usar todas sus energías contra el machismo, las violencias y el racismo.
Aleida encuentra inspiración en feministas afrodescendientes de Estados Unidos, como la filósofa Angela Davis y la escritora Gloria Jean Watkins, conocida como Bell Hooks en honor a su bisabuela materna. “Estoy segura hoy por hoy de que las mujeres negras venimos de otras realidades, de otros espacios, de otros tejidos, por eso a veces no encajamos en esta perspectiva de las mujeres blancas”.
Pero más allá de tener como referentes a grandes pensadoras, mantiene presentes a sus ancestras. “Si mi madre no leyó a Simone de Beauvoir ni a Virginia Woolf, puede ser lo que le dé la gana. Si mi abuela nunca conoció la palabra feminismo pero sabía que los negros somos chulos y dignos, ¿de dónde lo aprendió? No lo leyó en ningún lado, seguramente alguien atrás de ella vino y se lo incrustó, fueron hombres y mujeres de ascendencia africana”, remata orgullosa.
Texto: Lourdes Chávez