5 octubre,2024 5:40 am

Los errores humanos agravan los desastres naturales

Héctor Manuel Popoca Boone

El ser humano es el único animal que tropieza con la misma piedra, pero su segunda caída es más grave aún. ¡Prevenir es bien gobernar!

  

El estado de Guerrero por su ubicación geográfica y por sus malos gobiernos tenidos en general, es tierra de riesgos humanos y de desastres naturales; ya sean sísmicos, hídricos, eólicos, marinos, devastaciones forestales, deslaves de suelos y desgajamiento de cerros, desbordamiento de ríos, entre otros. No solo los estragos naturales sino las numerosas pérdidas humanas y materiales acumuladas, muchas evitables, a lo largo de tantos percances. Pero lo triste es que no tenemos memoria histórica.

Aún no hemos aprendido a mantener vigentes políticas gubernamentales y sociales efectivas de prevención, amortiguación, resguardo, dotación de auxilios y reparaciones colectivas de carácter civil como otras naciones poseen con plena vigencia.

El reciente huracán John, engarzado con depresiones tropicales adyacentes, intensificó las lluvias e inundaciones en las zonas ya afectadas irradiándolas; cuestión que ha tenido un fuerte impacto destructivo y devastador en casi todas las regiones y pueblos de este territorio sureño. De los daños y pérdidas humanas y materiales todavía no se tienen datos completos, pero de lo que se sabe, son numerosas y algunas de ellas de gran magnitud; sobre todo en zonas pobladas por las familias más pobres, tanto del medio urbano como del rural.

La infraestructura de comunicaciones de todo tipo ha quedado muy deteriorada o destruida; contándose pueblos enteros que permanecen incomunicados con fuertes carencias sus habitantes de los mínimos indispensable para sobrevivir.

En general, desbordables son todos los ríos de Costa Grande y Chica que desembocan al océano Pacífico provenientes de la Sierra y la Montaña. También son memorables los del río Jale que atraviesa Tlapa y otros muchos más en la región de la Montaña. El río Huacapa en la gran cañada de Chilpancingo, fue convertido por el hombre en el gran canal de desagüe de aguas negras urbanas y popularmente es llamado río Huacaca. En Tierra Caliente, todo el río Balsas y sus principales afluentes son afectados por esos fenómenos meteorológicos.

No es que no se hayan tenido conocimientos técnicos para realizar los desarrollos urbanos de manera planificada; evitando al máximo los riesgos posibles. Dan cuenta de eso los diversos Atlas de Riesgo elaborados para determinados municipios y territorios, circunstancias y lapsos; lo mismo pasa con los planes directores de desarrollo urbano y usos del suelo de las principales ciudades que, en su mayor parte, durmieron el sueño del olvido y del abandono para dar paso al lucro y a la especulación de fraccionadores y empresas inmobiliarias inescrupulosas a partir de las necesidades que impone el crecimiento natural de los pueblos y con la anuencia de los gobernantes en turno.

Dichos documentos rectores se “observan, pero no se cumplen”, mucho menos se sancionan a los infractores y aplican las debidas responsabilidades por parte de las autoridades; omisas algunas y en contubernio otras en esos delitos con empresarios inmobiliarios deshonestos. Ellos forman parte de nuestro “Sistema Estatal de Corrupción e Impunidad. S.A. de C.V.” De ahí el desarrollo anárquico y fuera de control de nuestros asentamientos urbanos y semi urbanos.

Con el huracán John de nueva cuenta nos enfrentamos a la escasez presupuestal previsora, a la corrupción, a la simulación; a la urgencia social que clama atención inmediata, en comestibles, agua, salud, vivienda, seguridad, ropa y trabajo, entre otros. Pero también y de nueva cuenta, estamos presenciando la solidaridad humana desinteresada, la organización civil ante la orfandad de apoyo gubernamental, la cooperación y ayuda de mutuo apoyo fraternal de tipo vecinal. No cabe duda, Guerrero tiene mucho pueblo sufrido y lacerado, pero que no se arredra, saca casta y resiliencia. Bien vale apostarle a la organización civil autonómica, consciente y no atenernos a la eterna y parasitaria casta política y de gobernantes nefastos por ineptos y corruptos.

Fue un error del sexenio pasado desmantelar la instancia federal que coordinaba a nivel nacional el auxilio requerido para desastres naturales y de haber eliminado la partida presupuestal federal anual prevista para estos aconteceres (Secretaría de Gobernación y el Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden). Visto está, que muchos daños ocasionados por desastres climatológicos y sísmicos rebasan los límites municipales, pero absurdamente hay un decreto presidencial de AMLO que indica que son los ayuntamientos de la República los que primero deben dar la cara, como primera autoridad, para atender a las poblaciones afectadas; no siendo que es el nivel de gobierno de la República que menos recursos humanos y erario tienen para tal cometido. ¡Uf!

 

  1. ¡El 2 de octubre, no se olvida!