5 enero,2019 7:07 am

Los granos básicos

Héctor Manuel Popoca Boone
La humanidad y sus civilizaciones no se pueden explicar sin su ligazón con los principales componentes de su ingesta alimenticia cotidiana. El pueblo chino y el japonés están indisolublemente ligados al cultivo del arroz; los pueblos originarios de Mesoamérica y de Sudamérica no se explican sin el maíz, los de Europa y Medio Oriente, al cultivo del trigo.
Así, las principales gramíneas: maíz, frijol, arroz y trigo, son los pilares nutricionales que la naturaleza vegetal le ha ofrecido a los pueblos para su sostenibilidad y desenvolvimiento a lo largo del tiempo. De tal suerte que su no cultivo prolongado trae como consecuencia la extinción de civilizaciones, tal y como aconteció con la esplendorosa civilización de los mayas en la época prehispánica.
Siempre, el poseer, producir y acumular granos básicos ha representado una fuente de poder y dominio para doblegar a pueblos carentes o insuficientes de ellos que, por ello, tratan de ser autosuficientes y superavitarios para zafarse de ese gran yugo. No hay peor dependencia que la del estómago. No hay mayor subordinación económica, social y política que la provocada por el hambre. De tal suerte que la historia de muchas invasiones de pueblos o naciones por otros tantos son explicadas por la ambición de apropiarse de terrenos y planicies con alto potencial agrícola. De ahí surge el llamado “Food Power”.
Hoy en día, la autosuficiencia y la soberanía alimentaria representan la preservación y el desarrollo libre y soberano de los pueblos ante el embate de una economía globalizada, voraz y depredadora. Una economía agrícola intensiva que genera un alto grado de mutaciones transgénicas que provocan dependencia de muchos productores rurales y naciones con las grandes corporaciones transnacionales como Monsanto, Asgrow o Pioneer. Se trata de un tema de soberanía y seguridad nacional.
A partir de la incorporación de México a La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) que nos obligó a retirar toda clase de subsidios y de apoyos institucionales al campo, así como la suscripción del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, (TLCAN) que nos forzó a abrir indiscriminadamente nuestras fronteras a productos agropecuarios; trajo como consecuencia una baja importante de la rentabilidad agrícola y, por tanto, una disminución drástica de la producción de granos básicos; dando como resultado la importación de alimentos desde otros países de casi la mitad de los granos básicos promedio que consumimos los mexicanos, en medio de un campo abandonado y en muchos de los casos convertido en un páramo.
Esa es una de las grandes calamidades resultantes de 36 años de neoliberalismo económico dominante en nuestro país.
Hoy nos toca dentro del contexto de la cuarta transformación del país impulsada por el presidente, López Obrador, fortalecer nuestra dignidad nacional al tratar de recuperar en 5 años lo que perdimos en tres décadas y media. Esto es, el reto es reducir al mínimo sino es que desaparecer por completo la importación de granos básicos que realiza actualmente México. En Guerrero gracias a nuestra frontera agrícola no utilizada por completo, nuestros sistemas de riego con capacidad desaprovechada y nuestra baja productividad por hectárea en el cultivo de las gramíneas, podemos incrementar sustancialmente nuestra producción quinquenal en alrededor de un 50 por ciento como mínimo, como aporte de estas tierras del sur a la hazaña nacional de recuperar la independencia alimentaria del pueblo mexicano.

  1. Al conferirme el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural del gobierno federal, Víctor M. Villalobos Arámbula, la responsabilidad de poner en marcha el Programa Presidencial de Fertilizante 2019 en el estado de Guerrero, y para no ser juez y parte, he presentado mi renuncia como secretario técnico del Movimiento Nacional Campesino, Plan de Ayala, Siglo XXI-Guerrero. Desde esta nueva posición asignada, serviré en lo humanamente posible a todos los campesinos e indígenas guerrerenses.