31 agosto,2021 5:46 am

Los muertos mueren una vez, los desaparecidos todos los días

TrynoMaldonado

Metales Pesados

Tryno Maldonado

 

La crisis por los casos de desapariciones forzadas en México no ha disminuido desde los dos últimos sexenios, como prometió que ocurriría el ocupante de Palacio Nacional, Andrés Manuel López Obrador, durante su encuentro en campaña política con las víctimas.

Al contrario. La tasa de desapariciones se ha estancado en una terrible meseta de la que parece que no habrá descenso durante los tres años restantes de la presente administración federal. Al día de hoy se reportan más de 91 mil desapariciones en todo el país, según datos oficiales. Cifra que supera en mucho, y guardando toda proporción, los números históricos de Argentina, cuya dictadura militar dejó 30 mil víctimas entre 1976 y 1983, o las mil 197 víctimas de la dictadura militar en Chile, por ejemplo.

Este 30 de agosto, en el marco del día internacional de las víctimas de desaparición forzada, el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México (MNDM) que agrupa a 74 colectivos de familiares de personas desaparecidas de México –en 22 estados– y Centroamérica, lanzó un pronunciamiento público hacia el gobierno federal. En éste exigen al jefe del Ejecutivo y a todo el aparato del Estado mexicano la búsqueda exhaustiva de las más de 90 mil personas desaparecidas. Han transcurrido dos años de que López Obrador se comprometiera con las familias de víctimas y colectivos, sin embargo, la agenda integral que debería cumplirse en los procesos de acompañamiento a las víctimas no está funcionando. Basta recordar la reciente remoción de la secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero, quien, a pesar de haberse comprometido a llevar a cabo un proceso de justicia transicional al asumir su cargo, esto jamás ocurrió y, en cambio, brilló más bien por su ausencia en esos espacios.

Han sido las propias familias de los desaparecidos quienes a lo largo de los años en este doloroso camino han tenido que imaginar y construir protocolos de búsqueda, así como el andamiaje y bases de datos para cruzar información que incluyen sexo, edad, lugar y fecha de desaparición de cada caso. De la misma manera, han asumido junto a colectivos las tareas de identificación forense con enfoque masivo y han creado un Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense (MEIF). Y es que la crisis de desapariciones en el país no puede entenderse sin la crisis del propio sistema forense y de justicia del Estado mexicano.

En su comunicado de este lunes 30, el MNDM lanzó el llamado al Ejecutivo federal de esta forma: “Solicitamos respetuosamente el compromiso público al licenciado Andrés Manuel López Obrador, que envíe un mensaje contundente a las instituciones del Estado para adoptar las políticas públicas que en la materia se han construido en conjunto con la sociedad, como el MEIF o el Protocolo Homologado de Búsqueda (PHB). Ante la dimensión de la tragedia nacional de la desaparición de personas, el mandato y la voluntad política de coordinarse de manera efectiva para el funcionamiento del Sistema Nacional de Búsqueda en su conjunto debe de expresarse al más alto nivel del Estado. ¡Es lo justo!”.

Este llamado no es arbitrario. Tiene lugar en un contexto en que familiares de víctimas han sido abandonadas a la perpetuación de una pesadilla cotidiana. Y no sólo eso, sino que, al paso de los años, el tejido familiar, comunitario y social a su alrededor, se ha ido desgarrando cada vez más. No en vano la desaparición forzada es una de las herramientas más sofisticadas de tortura y de control sobre las sociedades que tienen los Estados.

En la pasada entrega de esta columna solicitábamos solidaridad por la precaria condición de salud de don Bernardo Campos, padre de Ángel Campos, uno de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa. El deterioro en la condición emocional y física de las familias de los 43 ha cobrado esta misma semana la vida de un padre más: don Saúl Bruno, padre de Saúl Bruno García.

Responsabilizamos desde este espacio a todos los niveles de gobierno, repudiamos la ignominia y la burocratización del dolor en que el Estado mexicano tiene estancadas a decenas de miles de víctimas desde hace años.

Y citamos a Ernesto Sábato: “Los muertos mueren una vez y los desaparecidos todos los días”.