26 julio,2018 5:29 pm

Los refugiados del “Aquarius” encuentran hogar en Mallorca

Texto: Patrick Schirmer Sastre y Carola Frentzen, DPA / Foto: EFE
El barco de rescate Aquarius pasó varios días en junio vagando sin destino por el Mediterráneo, cargado de refugiados, hasta que España se ofreció a recibirlo. Parte de sus ocupantes buscarán ahora olvidar los traumas de los que huyeron en un escenario bien diferente: un convento vacío en la isla de Mallorca.
El ambiente que espera a los 23 refugiados que serán alojados en el edificio de la tranquila localidad de Son Rapinya, propiedad de la congregación de las Hermanas de la Caridad, se adivina ya desde la entrada. “Hoy es un buen día para sonreír”, dice una consigna pintada en letras rojas en una pared de la recepción.
Es el espíritu que se respira en todo el edificio. Un pintoresco patio ofrece la sombra consoladora de un árbol. Las habitaciones, aunque austeras, son claras y acogedoras. Las ventanas del piso superior, con sus postigos verdes típicos de Mallorca, miran a la sierra Na Burguesa.
“Creo que los 23 llegarán a fines de esta semana”, cuenta Tomeu Miralles, de 41 años y coordinador del nuevo centro de refugiados gestionado por la Cruz Roja. El convento fue renovado hace sólo 10 años, explica. “En términos generales, lo único que tuvimos que hacer fue amueblarlo”.
Para sus ocupantes, será un nuevo capítulo en una historia que tuvo en vilo a Europa y que comenzó cuando el barco Aquarius, de la organización de ayuda SOS Méditerranée, rescató en junio a 629 migrantes ante la costa libia, la mayoría de ellos sudaneses, eritreos o nigerianos que huían de la guerra y el hambre.
Tanto el nuevo ministro italiano del Interior, el xenófobo Matteo Salvini, como el Gobierno de Malta se negaron a recibirlos, por lo que el barco siguió navegando mientras la situación a bordo se volvía cada vez más precaria.
Finalmente, el Gobierno del socialista Pedro Sánchez en España se ofreció a recibir a los refugiados. El Aquarius tuvo que navegar otros mil 500 kilómetros hasta llegar a la costa de Valencia, en el este del país. A bordo seguían 106 migrantes, porque el resto había sido trasladado a la costa en dos barcos italianos.
España se convirtió desde entonces en nuevo referente de la política europea de refugiados. El Gobierno de Sánchez aclaró que no estaba de ningún modo dispuesto a cargar con toda la responsabilidad, pero las cifras hablan por sí mismas: la semana pasada, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) reveló que España superó a Italia como principal país de destino de los refugiados.
En la primera mitad de año, la cifra de personas que intentaron llegar a Europa por la ruta del Mediterráneo occidental se triplicó en comparación con el mismo periodo de 2017. Sólo el fin de semana pasado hubo más de mil 100 personas rescatadas por Salvamento Marítimo español ante las costas andaluzas en el sur del país.
A diferencia de Alemania o Italia, España carece de partidos de ultraderecha o xenófobos en el Congreso. Y también la sociedad parece comprender el drama de los refugiados: un sondeo de la ONG Oxfam Intermón reveló en junio que un 80 por ciento de españoles se muestra preocupado por el aumento del racismo en el mundo.
Además, un 87% considera que los Gobiernos europeos podrían hacer algo más para ayudar a los migrantes. Y un 65% desearía que Madrid modificara las políticas de asilo para evitar más muertes en el Mediterráneo.
“Constatamos que la mayoría de españoles dan más importancia a sus valores que a sus miedos”, explica a la agencia DPA Eva Garzón, experta de Intermón. “La gran mayoría reclama una política de migración mejor y más humana”.
¿Qué espera ahora a los 23 refugiados acogidos en el convento de Mallorca, la enorme mayoría de ellos huidos del conflicto en Sudán? “Durante los primeros seis meses intentamos cubrir sus necesidades básicas y prepararlos lentamente para la vida en la isla”, explica Miralles.
En la práctica, eso se traduce no solo en asistencia médica y psicológica, sino también en cursos de idioma y talleres diseñados para facilitar asuntos como la búsqueda de vivienda y trabajo o los trámites administrativos. Además, los refugiados pueden asistir a cursos de yoga o teatro y reciben 50 euros por mes (58 dólares).
En una segunda fase de otros seis meses, los refugiados buscarán una vivienda y tendrán que encontrar un trabajo a más tardar en 18 meses, o al menos eso indica el plan. “Ninguno de ellos quiere estar realmente aquí. Si tuviesen una oportunidad en su patria, se habrían quedado”, explica Miralles. “Y eso genera frustración”.