4 junio,2018 7:56 am

Luego de cuatro años, por fin terminarán la adecuación del colegio de San Ildefonso

Texto: Yanireth Israde/ Agencia Reforma/ Foto: Agencia Reforma
Ciudad de México, 4 de junio de 2018. Los tesoros de los Museos del Vaticano serán expuestos el 20 de junio en un renovado inmueble barroco que ha emprendido las obras de adecuación más ambiciosas desde su apertura como centro cultural en 1992: el Antiguo Colegio de San Ildefonso (ACSI).
El proyecto de intervención integral en el recinto comenzó en 2014 y abarcará las 21 salas de exhibición repartidas en los tres pisos del conjunto arquitectónico y otros espacios para sumar un total de 3 mil 480 metros cuadrados.
Los mil 840 metros cuadrados concluidos hasta ahora acogerán las obras milenarias de la próxima muestra.
“Era muy importante no seguir haciendo (intervenciones) por partes; dijimos: vamos a llegar a los 25 años, hagamos un proyecto global, y es lo que hemos estado trabajando”, explica Bertha Cea, al frente desde 2013 del ACSI, que administran la UNAM y los gobiernos federal y de la Ciudad de México.
Se hacían adecuaciones parciales –de climatización, de luces o plafonería, por ejemplo– según requerimientos de las exposiciones, indica Ernesto Bejarano, coordinador de museografía.
“Este gran espacio se acondicionó (en 1992) para recibir México: esplendores de 30 siglos (no había en la Ciudad de México un lugar con estas dimensiones en metros cuadrados para salas de exhibición) y, por el éxito, se decide que San Ildefonso quede como museo, un centro cultural que empieza a ir adecuándose poco a poco para que tenga las condiciones de museo”.
El edificio, del siglo XVI, reedificado en el 18, y perteneciente al patrimonio de la UNAM, pasó de colegio jesuita a cuartel y fue sede de la Escuela Nacional Preparatoria hasta los años 80 del siglo pasado. Ahora, con las obras en marcha, afianza su identidad de museo; lo es, no sólo por las exhibiciones temporales que programa, sino también por el acervo muralístico que alberga, destaca Julio Valencia, responsable de Proyectos en la Dirección General de Obras y Conservación de la UNAM.
Murales de Diego Rivera, Jean Charlot, Fernando Leal, David Alfaro Siqueiros, Ramón Alva, Fermín Revueltas y José Clemente Orozco, pintados en la Escuela Nacional Preparatoria, forman parte de este legado.
Las recientes adecuaciones en ocho salas y en la bodega de tránsito han requerido 80 millones de pesos para instalar sistemas de iluminación, de aire acondicionado, de seguridad, de detección de humo –para prevenir incendios– y de supresión de fuego con la tecnología más actual disponible y estándares internacionales, destacan los entrevistados.
Por ejemplo la iluminación, procedente de Alemania, permitirá apreciar los colores originales de las piezas de arte expuestas en un rango de entre 95 y 97 por ciento, y reducirá los costos del consumo de energía eléctrica en 94 por ciento, detalla Bejarano.
“Si (los museos) utilizan una luminaria que no tiene estas características, seguramente el visitante verá un objeto diferente al creado por el artista”, advierte.
La UNAM aportó 40 millones para estas labores de adecuación y, el resto, los gobiernos federal y capitalino, así como el patronato del recinto, que gestionó recursos ante la Cámara de Diputados.
Se le dotó también de una planta de luz, entre otras adaptaciones, como las rampas o la ampliación de pasos, detallan Cea, Bejarano y Valencia, durante un recorrido.
“Cuando hicimos el proyecto pensábamos en diseñar para no tener que seguir produciendo cada vez algo, e invertir un presupuesto que implicaba acabar un proyecto y hacer uno nuevo, entonces ciertas cosas se pensaron a futuro, como el bastidor museográfico”, expone Bejarano
Se trata de una estructura de acero, triplay y tablarroca que recubre los muros históricos –estos no pueden recibir cargas ni ser perforados– y permite sostener los objetos; su duración es de entre 15 y 20 años.
El sistema de aire acondicionado funcionará más de 20, y el piso epóxico antirreflejante de las salas tiene alrededor de diez años de garantía.
“Antes teníamos que estar renovando el piso cada cuatro meses”, compara Bejarano.
La intervención no solo añade, sino también considera el retiro de elementos, como el plafón –reducía espacios– o los tapiales que ocultaban ventanas y convertían las áreas de exhibición en una “caja negra”, sin relación con el entorno urbano. Ahora, la transparencia de los cristales permite asomarse al Centro Histórico y apreciarlo.
De manera paralela a las adecuaciones descritas, la UNAM se ocupó de la conservación del monumento histórico al atender la carpintería y la cantera, restaurar balcones, monitorear asentamientos diferenciales y evaluar su comportamiento ante sismos, que reportan como bueno, refiere Valencia.
Es, San Ildefonso, un espacio que trasciende los siglos y demuestra cuán vigente puede ser un barroco.