23 mayo,2023 5:37 am

Luis Walton

no usar ya

Florencio Salazar

La historia no tiene fin ni principio.

Christopher Domínguez Michael.

 

Lamentablemente murió Luis Walton Aburto. A pesar de conocernos desde hace más de 50 años poco nos tratamos. El trato esporádico fue cordial. Coincidimos en la campaña del candidato a gobernador José Francisco Ruiz Massieu, el era secretario general del PRI en el estado. De modesto origen logró encumbrarse como empresario y político. Dio vida a Convergencia, después Movimiento Ciudadano, en Guerrero. Fue alcalde de Acapulco, senador de la República y presidente nacional de MC. Al parecer el Presidente López Obrador le había ofrecido apoyarlo en Morena para que fuera su candidato a gobernador del estado.

Sin duda, fue un hombre de muchas batallas, la mayoría exitosas habida cuenta sus resultados. Era un político con el que se podía hablar, lo cual es una virtud sobresaliente en los tiempos que corren. La palabra significa entendimiento. Al inventarse el lenguaje se satisfizo la necesidad de dialogar, de llegar a acuerdos. Igual que todos los seres humanos Luis tenía sus modos, pero por lo que me dijo el desaparecido Jorge Vielma –amigo mutuo–, era cumplidor de sus compromisos.

La ausencia de Luis no sólo es notoria por lo que representó su actividad en la vida pública, también por la escasez de buenos políticos y por la evidente medianía de la mayoría de los que están en activo.

Recientemente escuché una entrevista que el periodista René Delgado hizo a Daniel Innerarity, considerado uno de los 20 pensadores contemporáneos del mundo. Dijo este filósofo español que un gobierno debe sostenerse en una estructura administrativa permanente y no importa que los gobernantes sean mediocres, incluso que lo mejor sería que fueran así, medianos.

La explicación la encuentro en la existencia del servicio civil de carrera, que privilegie el servicio público. En países como Francia cambian solamente las cabezas de los ministerios. La administración dispone de una burocracia de excelencia que asegura la marcha del gobierno, independientemente del partido que se encuentre en el poder. Sin embargo, el presidente y su gabinete determinan las políticas de la administración. Por ello, a la dirección gubernamental deben llegar los mejores, los capaces de reformar, innovar. Tener visión de profundidad.

Refinada y todo, la personalidad de Luis Walton era tropical, muy guerrerense. Era un hombre de proyectos, sabía construirlos y concretarlos. La última vez que conversé con él fue en Chilpancingo, en un homenaje a don Alejandro Cervantes Delgado, con quien tuvo estrecha amistad. Hablamos de Ebrard, con quien tenía cercanía política y lo apoyaba en sus aspiraciones presidenciales. Le comenté que sería el mejor candidato de Morena. La cuestión era saber si el aún canciller estaría dispuesto a romper, en caso de no ser señalado por el fabricante de corcholatas. Opino desde mi barrera de sol, pues me salí del ruedo y la faena de estos cuatro años es para no votar por el partido en el poder.

Luis Walton ya no verá el corcholatazo. Ni modo. Las promesas de la vida son inciertas.

Al batallador deseo el más profundo descanso y la merecida buena memoria.