6 mayo,2018 7:09 am

Mantiene Zitlala su antiguo y sangriento ritual para pedir buenas lluvias y cosechas

Texto y foto: Luis Daniel Nava
Chilapa, Guerrero, 6 de mayo de 2018. El ritual ancestral para pedir lluvias en Zitlala sigue más vivo que nunca.
Desde el 1 de mayo, prácticamente toda la población nahua de Zitlala empieza una serie de rituales en su lengua materna, procesiones, ofrendas y hasta peleas con hombres.
Ayer prácticamente todos los niños, jóvenes, señores, mujeres y ancianos se pusieron la máscaras de tigre –hechas de cuero de res– para ofrecer plegarias, bailes y golpes al dios de la lluvia, para que no haya sequía y se obtenga una cosecha abundante.
El ritual inicia desde el 1 de mayo cuando devotos paganos religiosos empiezan a visitar a sus cruces cristianas con rezos en legua materna.
El sincretismo crece cuando en los días de la víspera se visitan las cruces enmarcadas de rezos, sacrificios de animales de granja, marometas por los cerros de tlacololeros, malabarismos de los hombres del viento y peleas de hombres vestidos de jaguar.
Este 5 de mayo, desde las primeras horas, los peleadores comienzan a prepararse para ir a un combate sagrado, en donde el cuerpo y sus propias fuerzas serán sus propias defensas.
Hacen oraciones entre humo de copal con sus imágenes paganas en sus humildes hogares, santos y cruces para concentrarse espiritualmente.
Bendicen sus reatas en formas de palos con mezcal, humo y plegarias. Horas más tarde sabrán si el pequeño ceremonial hará efecto o falló.
En el pueblo hay dos bandos: los del norte más una comunidad contra los dos barrios del centro.
Se dice que los de arriba son rijosos y se hace ver, aunque en el centro de la plaza hay una lucha fiera y descarnada entre jaguares salvajes que ofrecen su sudor, lamento y sangre por una buena temporada de lluvias.
La leyenda cuenta que un dios ancestral le mandó sequía y pestes al pueblo por no atender sus mandatos, y que eso derivó en una pelea feroz entre los pobladores mortales y los dioses en los cerros de la comunidad para conseguir comida y detener las pestes.
La épica pelea de sobrevivencia se dio entre jaguares de distintos colores entre las colinas, y que cada año se rememora.
La tarde de ayer, niños, jóvenes, adultos, así como un asiduo público que no se detiene por la crisis de violencia regresaron a ver las peleas en el centro del pueblo.
Este año las autoridades cercaron el improvisado coliseo, para que los visitantes, con la vigilancia de soldados, pudieran observar esta pelea de tigres, tan famosa en la región.