22 octubre,2021 5:12 am

Manuel Vilas: enamorarse durante la pandemia

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Adán Ramírez Serret

 

El nombre de Manuel Vilas (Barbastro, 1962), me sonaba como columnista de periódico El País, pero nunca había leído nada de su poesía y narrativa. Hasta que, cayó a mis manos su conmovedora y más reciente novela, Los besos.

Desde las primeras páginas, se le nota la vena de columnista, pues la historia está cargada de actualidad, sucede durante la explosión brutal del virus de la pandemia de Covid-19.

Un hombre se retira del trabajo, es profesor, pero un buen día, le entra el silencio, está frente a sus alumnos, pero ya no puede hablar, simplemente los contempla, mientras, ellos lo miran con sorpresa y algo de compasión.

España es el país con más muertos por el virus durante ese marzo del año pasado, así que están encerrados, y las personas que salen de sus casas sin ningún motivo urgente, son detenidas por la policía. Así que este hombre, poco antes que las cosas se pongan más duras, decide huir de Madrid a un pueblo cercano, para estar encerrado, pero al menos hacerlo en una casa de campo junto a un bosque.

En una de esas, se decide ir al supermercado, en donde lo atiende de mala gana una mujer. Saliendo, es confrontado por la policía, piden papeles y están a punto de arrestarlo, cuando a él se le ocurre acudir a la mujer del supermercado, quien puede abogar a su favor al decir que fue a comprar productos de primera necesidad.

Entran a la tienda, en donde la mujer le dice que no lo reconoce, pero exige a los policías que lo dejen en paz; entonces, él se da cuenta que ella es hermosa, y para cuando se despide de los policías y ellos le dicen que no se vaya a enamorar de ella, es demasiado tarde, porque él ya está enamorado hasta los huesos. Y piensa que enamorarse a primera vista, es lo mejor que le puede/debe pasar a un ser humano.

Vilas, a través de su personaje, comienza a preguntarse aquello que todos hicimos cuando llegó la pandemia, ¿aún nos puede destruir un virus? ¿Qué es peor, el virus o el miedo? Somos una especie frágil que intenta dominar al mundo con la ciencia, y cuando pensamos que ya podíamos con todo, viene un virus que nos obliga replegarnos y morirnos de miedo en nuestras casas.

Se pregunta también por toda aquella tecnología con la que convivimos a diario. Descubrir lo útil que es un microondas, la necesidad de un buen sartén y el dilema de qué debe ir al lavavajillas.

Descubre que todo esto es baladí, porque días después, la mujer del supermercado va a su casa a llevarle provisiones y lo comienza a hacer cada vez más seguido, y cenan y toman vino y platican, se toman una mano hasta que se dan un beso.

Entonces, descubre que para eso se vino al mundo, que antes jamás se había enamorado y que, si no fuera por la pandemia, continuaría con una vida anodina en la que nunca pasaba nada.

Lo único que puede salvarnos de la pandemia, piensa el personaje, aquello que nos blinda de manera automática, es el amor; enamorarse es un acto de supervivencia. Dice en una de las páginas más tiernas, “No existen palabras, simplemente son los besos, esas luces intensas en el camino de la vida, esas luces cegadoras tras de las cuales está otro ser humano esperándote en un acto de eternidad consentida por la muerte. Esos son los besos. Al fin sé que son los besos”.

La pandemia ha destruido a muchas personas y ha hecho la vida muy complicada, pero por medio de la literatura, es posible seguir viviendo e incluso mejorar la vida. Descubrir, como en Los besos, de Manuel Vilas, que la mejor idea, lo óptimo en la vida, es enamorarse con locura, para que todo tenga sentido, o deje de importar el mundo, por la feliz posibilidad de besar a alguien.

Manuel Vilas, Los besos, Ciudad de México, Planeta, 2021. 445 páginas.