6 marzo,2019 1:34 pm

Marcela, entre los hombres: la reina de la lucha libre mexicana (video)

“Es un público muy caliente y sí hay gente que te falta el respeto. De repente no falta el machista, pero les callamos la boca con los hechos. Las mujeres nos hemos ganado un lugar”, afirma Marcela.
En la lucha libre mexicana, dominada por hombres, Marcela es la reina de las mujeres. La veterana “Morenaza de Fuego” se hace gigante en el cuadrilátero. Da patadas, hace llaves, toma impulso en las cuerdas y se lanza sin piedad contra sus adversarias.
“Cualquier deporte es peligroso, pero la lucha libre definitivamente es un deporte difícil, muy riesgoso si no lo tomas en serio”, dijo María Elena Santamaría Gómez alias Marcela, después de un entrenamiento en la Arena México.
Empezó hace tres décadas cuando casi no había mujeres en el cuadrilátero. Lo hizo contra la voluntad de su madre. Ahora, a los 47 años, es una de las luchadoras más respetadas en México, aunque las mujeres siguen siendo minoría en este deporte-espectáculo.
Marcela es la actual campeona del Consejo Mundial de Lucha Libre, una de las principales empresas promotoras mexicanas, que tiene como afiliados 120 luchadores hombres y sólo 18 mujeres. Cinco veces en su carrera consiguió el cinturón de campeona.
En este deporte los luchadores se clasifican en “técnicos” o “rudos”, según su estilo. Marcela, que mide 1.55 metros, es técnica y dedica muchas horas al entrenamiento y la estrategia.
El público, entre el cual hay también familias con niños, responde eufórico a las acrobacias y los saltos en el aire de las luchadoras, aunque hay también espectadores que se pasan de la línea y les gritan vulgaridades.
“Es un público muy caliente y sí hay gente que te falta el respeto. De repente no falta el machista, pero les callamos la boca con los hechos. Las mujeres nos hemos ganado un lugar”, afirma Marcela.
Pero la igualdad todavía no llega: en algunas arenas donde compiten, por ejemplo, ni siquiera hay camerinos para ellas.
A diferencia de otros luchadores, Marcela no usa la tradicional máscara que popularizaron en el cuadrilátero y en el cine mexicano hace cinco décadas grandes figuras como El Santo y Blue Demon y que los turistas se llevan de recuerdo de sus viajes.
Para sus primeras luchas le prestaron unas zapatillas de boxeo y una máscara que le quedaba grande y que le resultó incómoda porque no la dejaba ver bien. Por eso decidió dejar de usarla.
En ese entonces no tenía un promotor que la aconsejara. “Si volviera a empezar me gustaría tener una máscara. A la afición le atrae la incógnita de quién está debajo de esa máscara”, dice. Ahora es muy tarde para taparse el rostro: todos la conocen.

En su infancia Marcela vivía cerca de la Arena Coliseo, uno de los templos de la lucha libre en el centro de Ciudad de México. Su madre era aficionada y la llevaba. Así nació su amor por las luchas, aunque en aquella época en la capital mexicana sólo había hombres en acción.
Marcela tuvo el primero de sus dos hijos a los 16 años y se abrió paso sin apoyo familiar. Su madre, a pesar de ser aficionada, no la respaldó para que ella se volviera luchadora.
“Mi primera lucha fue con mi madre, que decía que era un deporte rudo y era para hombres solamente, que la mujer era para la casa, para cuidar hijos”, recuerda.
Luego se reconciliaron y su madre la ayudó a compaginar la carrera con la maternidad. Gracias a eso pudo darle impulso a su vida profesional. “Somos mujeres que estamos solas y somos luchonas”, señala.
Su hija menor tiene 21 años y también está empezando como luchadora, con el nombre de Skadi. A Marcela al principio no le gustó mucho la idea de que siguiera sus pasos.
“La verdad, sí me quedé un poquito en shock“, cuenta. De todas formas la apoyó para que empezara a entrenarse, un poco con la idea de que hiciera ejercicio y otro poco para que se diera cuenta por sí misma de lo duro que era el camino. Sin embargo, pudo más la pasión. Ahora hay dos luchadoras en la familia.

Texto: Andrea Sosa Cabrios, DPA / Foto: DPA