Adán Ramírez Serret
Mariantuá Correa (Barranquilla, 1992) hace su debut en la novela con su obra Ciudad láser que cuenta la historia de una mujer y su desaparición en una fría ciudad de Colombia.
En los últimos años han surgido muchas novelas de escritoras que cuentan desaparición de mujeres. De manera legítima y loable cuentan las historias de mujeres que ya no están, analizan a la víctima como tal, es decir, a partir de la terrible crueldad de una desaparición que, normalmente, es causada por la espantosa misoginia que destruye el mundo y en nuestro caso particular Latinoamérica.
Pero hay novelas como 2666 de Roberto Bolaño, Nefando de Mónica Ojeda o Ciudad láser de Mariantuá Correa, que no se enfocan tan sólo desde el punto de vista de la víctima, sino que son relatos en donde se crea un universo, una ciudad con diferentes atmósferas en donde reina la sordidez casi siempre; pero en donde también aparecen los seres humanos con sus múltiples dimensiones. Son novelas en donde hay diferentes puntos de vista; narrativas en donde se focaliza desde varios puntos y, por momentos, son más sórdidas, y de manera paradójica, muchas veces también luminosas, pues tienen la capacidad de mostrar los diferentes prismas del mundo.
Ciudad láser cuenta la historia de una joven, Soledad, que trabaja en una estética de depilación láser. El día que la contrataron le hicieron una depilación para que fuera consciente, que viviera en carne propia la experiencia del tratamiento. Primero sintió algo helado y después algo caliente; una invasión fuerte a su privacidad llevada con toda la frialdad posible. Pero el momento fue más extraño aún, pues al ser una parte relacionada con el placer sintió algo de excitación al estar ahí, casi desnuda, mientras le depilaban el pubis.
Hay un contexto social bastante interesante en la novela, pues la mayor parte de las mujeres que van a esta estética son de clase alta, se las identifica por su forma de hablar, pero sobre todo en la manera natural en que ignoran sin ningún reparo al ser humano de enfrente. La protección sicológica del momento de intimidad práctica es estar en otro lado, en el celular normalmente; se mezcla con la ausencia total de empatía de las clases altas hacia las personas que consideran de servicio. Tratándolas muchas veces como si no existieran, por lo que Soledad, intuyo, toma decisiones escandalosas como tomarles fotos desnudas, y, al estar completamente en otro lado, con los ojos tapados y audífonos; no se percatan ni remotamente de lo que sucede. El placer de violar la intimidad de las clientas se incrementa cuando envía estas fotos a su novio. La novela está contada desde tres puntos de vista, desde Soledad, la detective Giselle Horn y desde Raúl, quien es el novio de Soledad y el personaje más marginal de la novela; desde el que se observa la parte más sórdida de la ciudad. Aparece junto a Soledad, pidiéndole fotos de sus clientas, acariciándola y viviendo un tanto al extremo. También aparece él ya solo, cuando ella ha desaparecido contando a la detective su acelerada vida y mostrándonos su mundo de excesos, aventuras y libertad que vivían Soledad y él. Mientras ella, Giselle Horn, es el personaje desde donde se observa con más fuerza, con más conciencia lo que está sucediendo, esas vidas a veces tristes o felices que sobreviven en medio del crimen organizado y una profunda descomposición social que es atravesada por rayos láser por Mariantuá Correa.
Mariantuá Correa, Ciudad láser, Ciudad de México, Almadía, 2024. 144 páginas.