24 febrero,2023 5:02 am

Mario Vargas Llosa y la Academia Francesa

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Adán Ramírez Serret

 

El pasado 9 de febrero del 2023, el polémico, virtuoso y polígrafo escritor Mario Vargas Llosa (Arequipa, 28 de marzo de 1936) fue aceptado en la Academia Francesa. El primero en la historia de esta institución que entró sin escribir en francés. Aquel lector empedernido enseñado por cura en Cochabamba conquistaba París.

La noticia sorprende en un principio al pensar en una academia de un país como Francia, autocentrado en cuanto a literatura, admita a un autor de otra lengua. Se podrían argumentar los múltiples premios que el autor peruano ha ganado, entre otros el Premio Nobel, nada menos. Lo cual sería legítimo, pero lo justo, lo indispensable, es decir la calidad y prolijidad con las que ha escrito este autor que no hay que temer en llamar maravilloso.

Vargas Llosa pertenece, aunque prefiero decir, perteneció a una de las generaciones más brillantes y sin duda la más famosa, leída y vendida de la historia de la literatura latinoamericana.

Me refiero, por supuesto, al boom de los años sesenta, del cual fueron parte Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Julio Cortázar, por tan sólo citar a los famosos.

Me gusta pensarlo en pasado en relación con el boom en el sentido que es un movimiento que tiene sesenta años y que dejó obras monumentales como La región más transparente, Cien años de soledad, Rayuela o La ciudad y los perros. Pero Vargas Llosa además de obras maravillosas de esa época como La casa verde o Conversación en la catedral y más, ha seguido escribiendo y escribiendo y leyendo y leyendo de una manera no sólo deslumbrante, también lúcida, incansable y prolífica.

Vargas Llosa, desde sus primeros años, se trató a sí mismo como un lector. Esto es interesante, no solamente como un intelectual o una pluma genial, sino como una persona que se mantiene en constante crecimiento a partir de sus lecturas.

Uno de sus libros más bellos de crítica literaria, por ejemplo, es Gabriel García Márquez: Historia de un deicidio, en el cual analiza de manera original, y sobre todo certera, la genial escritura de su contemporáneo.

Desde la primera vez que leí la entrevista que le hace Vargas Llosa a García Márquez en Dos soledades me sorprendió la actitud del peruano. No sabía que un autor se pudiera interesar por sus contemporáneos e incluso más aún, que abiertamente dijera que lo admiraba y que escribiera un ensayo académico de más de quinientas páginas sobre él. ¿Quién era, quién es ese Mario Vargas Llosa que se la pasa leyendo a clásicos, antecesores, contemporáneos y herederos como si se le fuera la vida en ello?

Ese Vargas Llosa ha escrito de manera monumental novelas a lo largo de los últimos sesenta años. Hay de todo, novelas de la selva, de dictador, de la tierra, humorísticas, eróticas, políticas, históricas… No sólo es prolijo, sino que, a diferencia de la mayor parte de autores de la historia, el reto no es encontrar las obras buenas, sino las malas.

Pensando en Francia en específico, Vargas Llosa escribió un libro autobiográfico, apologético, erótico y de crítica sobre Madame Bovary, de Flaubert, obra no sólo suficiente para entrar a la Academia Francesa, sino para enamorarse de la literatura.

Después de ensayos, novelas y teatro, Vargas Llosa agrupa su obra periodística en El fuego de la imaginación, en donde habla de libros, escenarios, pantallas y museos. Una muestra más de que sigue fresco, en donde deja clara la fuerza del periodismo para compartir, para estar vivo en el mundo de las letras.

Mario Vargas Llosa, El fuego de la imaginación, Ciudad de México, Random House, 2022. 786 páginas.