23 mayo,2023 5:04 am

Martin Amis: la energía que reinventa la ingenuidad

Federico Vite

 

El 19 de mayo empezó a correr la noticia de que Martín Amis –el iconoclasta escritor galés, hijo de Kingsley William Amis y amigo entrañable de Christopher Hitchens– había muerto. No era una noticia falsa ni un rumor maligno. Efectivamente, el novelista británico falleció de cáncer en el esófago, justamente el mismo mal que acabó con la vida de Hitchens.

El último libro de Amis fue justamente Inside story, publicado en 2020 (en castellano como Desde dentro), y tuvo una acogida tímida debido a la siniestra vida durante la pandemia. Amis definió ese texto como “casi una autobiografía”. Se fundamenta en los retratos de tres escritores que fueron personas determinantes en su vida: el poeta inglés Philip Larkin, el novelista y premio Nobel Saul Bellow, además del historiador Christopher Hitchens. El libro es “un inestable y carismático ensamble de realidad y ficción”, escribió la crítica literaria Parul Sehgal en el diario The Times. Sehgal enfatizó algo que debe destacarse: “Es al detallar la vida de Hitchens donde Amis entra en un nuevo registro. Un escritor tan alabado por su estilo (pero también ridiculizado por ser todo estilo, sin alma), accede a la profundidad de los sentimientos y a la sencillez del lenguaje logrando algo completamente nuevo en su obra”.

En el suplemento Book Review, el reportero Tom Bissell calificó la última novela de Amis con una frase más reveladora y extensa: “Es el libro más bello de Martin Amis, en parte, por su descripción de la larga agonía de Hitchens, que no dejará impasibles a los lectores más empedernidos”.

Amis comienza este libro con un relato curioso de cómo nació Inside story. Grosso modo, Martin intentó darle forma y fondo a este documento hace más de una década, en 2010. El libro iba a titularse Life: A novel, pero cuando leyó las cien mil palabras de ese manuscrito hizo una pausa, una necesaria pausa, se sentó en una playa de Uruguay, cerca de donde vivía en ese momento, pensó que estaba acabado, literalmente acabado. Ya no podía escucharse a sí mismo en lo que había escrito, y hubo una “caída vertiginosa en la confianza en sí mismo” que lo llevó a abandonar esas páginas. “Los escritores mueren dos veces”, escribió, asumiendo el peso grávido de la fatalidad. “Y en la playa yo estaba pensando, ¡ahh!, aquí viene la primera muerte”. Hoy hablo de la otra muerte.

Martin no indica cuánto de ese manuscrito (Life: A novel) llega hasta Inside story. Sabemos que habla de la muerte literaria y la contrasta con el relato mortuorio de tres figuras tutelares: Philip Larkin, Saul Bellow y Christopher Hitchens, una tríada esencial en la vida artística de Martin Amis. También escribe para agradecer la luz, no puedo definir de otra manera el vínculo sagrado de la amistad.

Para llegar a ese lugar más oscuro, la muerte física de sus amigos, Amis siente la necesidad de convocar el pasado. El reportero Tim Adams, de The Guardian, refiere al respecto: “Al leer Inside story vamos de regreso a la década de los 70 y ‘Little Keith’, como a Hitchens le gustaba llamar a su diminuto amigo (Amis), no está satisfecho con una “chica” a la que bautiza como Phoebe Phelps”. El relato de su relación con esa mujer es narrada con una voz cómica, ese timbre que hizo famoso a Amis en cuanto apareció The Rachel papers, la primera novela de Martin. Publicada en 1973. Esa voz resucitó en la novela The pregnant widow, publicada en 2010, y fue empleada varias veces, pero nunca resultó tan afilada y gozosa como en Money. Antes de ir a esa novela asumamos que es esa voz le dio un sello característico al autor. No hablo de picardía sino realmente de mala leche, algo que no pocos autores pueden trabajar con tanta naturalidad y belleza. Son memorables algunas novelas de Amis, por ejemplo, The information (1975), libro en el que la amistad y el encono entre dos escritores está a flor de piel, y pocas veces se describe tan cínicamente este intrincado mundo de egos que es el Continente Literario; por supuesto, también conviene hablar de Money (1984), donde el autor cuenta la historia de John Self, un exitoso director de comerciales que es invitado a Nueva York por el productor Fielding Goodney para rodar su primera película. Es un hedonista y un vagabundo; suele estar borracho, se caracteriza por ser un ávido consumidor de pornografía y de prostitutas, come demasiado y, sobre todo, gasta dinero en exceso. Despilfarra mucho más de lo que gana. Eso, ya sabemos, conduce a la bancarrota de manera expedita. De acuerdo con el reportero Robert McCrum, de The Guardian, Money es una comedia con el talante de François Rabelais –autor de Gargantúa y Pantagruel– probablemente la mejor oferta de Amis para la posteridad, un libro sobre el espíritu de la época de los años 80 del siglo pasado. Yo agregaría que tiene un parentesco grande con American psycho (1991), de Bret Easton Ellis, una cercanía de alma entre los protagonistas de ambos libros, sin duda, disruptivos y provocadores que enfatizan el vacuo anhelo del consumismo.

El héroe de Money, según su autor, es “un alcohólico semianalfabeto” cuyo apetito por la pornografía, las drogas y la comida rápida es uno de los favoritos de Amis. El autodesprecio de sí mismo es compulsivo: “Mi ropa está hecha de glutamato monosódico y hexaclorofeno. Mi comida está hecha de poliéster, rayón y lurex. Mis lociones para alfombras contienen vitaminas. ¿Mis vitaminas tienen agentes limpiadores? Eso espero. Mi cerebro está manipulado por un microprocesador del tamaño de un quark que lo ejecuta todo. Estoy hecho de basura, sólo soy basura”. Al mismo tiempo, Self se vanagloria de una supremacía alimenticia: “Ha habido rica carne y sangriento vino. Han habido brandis y budines espesos. Hubo algunas conversaciones sucias. Selina está de muy buen humor y, en cuanto a mí, soy un mago gorgoteante del exceso calórico”.

Self cruza el Atlántico para realizar su primer largometraje, Good money (luego vendría Bad money), se hunde progresivamente en crisis financieras y sexuales que anuncian el colapso. En esta novela, el autor ingresa al relato como un personaje homónimo llamado “Martin Amis” y trata de evitar la autodestrucción de Self. A partir de entonces, Money se dirige a una conclusión sagaz y burlona.

Yo entiendo a Money como una energía profunda que reinventa la ingenuidad, ¿qué tan ingenuo puede ser un hombre en busca de dinero para solventar sus vicios porque cree que eso va salvarlo de sí mismo?

Desgraciadamente, Amis dejó hace algunos días este plano terrenal. Quedaron inconclusos algunos textos. Aparte de ser un narrador consumado e influyente era un ensayista y crítico literario muy sólido. Su humor sombrío desternillaba los buenos modales y crispaba las buenas conciencias. Afortunadamente tiene muchos lectores. En tiempos ampulosos y mezquinos, un autor como Amis siempre será necesario. Siempre será un remanso volver a leerlo.