24 octubre,2017 7:06 am

METALES PESADOS

Tryno Maldonado

 

* Aquí, los ejes de la caravana nacional del CIG y su vocera Marichuy

 El pasado 12 de octubre, en San Cristóbal de las Casas, se realizó la asamblea nacional de trabajo del Concejo Indígena de Gobierno y los pueblos que integran el Congreso Nacional Indígena. Al término de las mesas, el CIG y su vocera Marichuy –con una participación protagonizada exclusivamente por mujeres al frente– iniciaron una caravana por distintos caracoles zapatistas.

Junto con los concejales y delegados, algunos tuvimos el honor de ser invitados a las mesas de trabajo y la caravana por los territorios zapatistas. El aprendizaje obtenido de este encuentro –ver de cerca el proceso organizativo a lo largo de este año y los días de convivencia con concejales del CIG– ha sido enorme, además de emotivo.

En las mesas de trabajo se definieron los ejes sobre los que se centrará la palabra que llevará la vocera y las concejalas por todo el país durante los próximos meses. Aunque muchos de los medios tradicionales han dado cobertura a nuestra vocera como el centro de la propuesta del CIG, los objetivos que deberían visibilizarse durante de estos recorridos son muy distintos: las injusticias, las resistencias y las luchas de los pueblos que conforman el CNI, así como sus logros y sus historias exitosas de organización.

Estos son los ejes que llevará la caravana nacional a través de nuestra vocera Marichuy y nuestras concejalas:

–Tierra y territorio. El despojo es uno de los objetivos de la guerra contra el narco. Grupos paramilitares informales, cárteles y fuerzas armadas formales son utilizados por el poder para amedrentar a los pueblos indígenas. Una vez consumada la amenaza, bajo una doctrina de shock, suele imponerse la consulta institucional desde el poder. Lo que el CIG propone, entre otras cosas, es la autoconsulta sin mediación de los gobiernos frente al despojo y a emergencias como los recientes sismos de septiembre. También, hacer valer acuerdos internacionales a favor de los pueblos indígenas que el gobierno mexicano ha pisoteado, como el acuerdo 169 de la OIT.

–Autonomía. El proceso de autonomía no puede existir sin comenzar a nombrar las cosas con un lenguaje nuevo. El lenguaje que usamos desde hace 525 años sólo le ha servido al poder. Es un lenguaje que sirve para encubrir, para engañar. Este proceso deberá reconstruirnos desde nuestra casa, desde nuestra comunidad, desde nuestro propio lenguaje. Los ejes fundamentales para la autonomía no los ha resuelto ni los va a resolver el Estado: salud, educación, seguridad, vivienda, producción, cultura. Debemos reconstruirnos como sujetos, no como objetos del capitalismo. Hay que construir un nuevo sujeto social para sustituir a la clase política a partir de experiencias de éxito de los pueblos.

–Mujeres. La agenda del CIG es diametralmente distinta a casi cualquier forma de organización política en México desde este punto central: la participación de las mujeres dentro de esta primera gira del CIG no sólo ha sido notoria, sino que son ellas las que encabezan el movimiento y tienen la palabra. Una de las propuestas en este eje es afianzar el modelo de asamblea con participación de las mujeres. No sólo se acordó promover el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos; para las concejalas es muy claro que la violencia del sistema capitalista tiene como objetivo principal los cuerpos de las mujeres. En este tercer eje de trabajo será que nuestra vocera Marichuy, como millones de mujeres en México, deberá enfrentar una triple lucha en su condición de mujer indígena dentro de un contexto violentamente racista, capitalista y patriarcal.

–Justicia. No existe en las lenguas indígenas la palabra justicia. No hay tal cosa como un concepto equivalente que implique castigo o daño disuasorio. La justicia de los malos gobiernos es una imposición colonial, corrupta de origen. En totonaca, por ejemplo –cuenta un concejal– se le nombra como algo más parecido al equilibrio: “estar todos contentos y bien”. Cuando le hemos exigido justicia al poder por las desapariciones, presos políticos y asesinatos, ese mismo poder nos responde desapareciéndonos, apresándonos, asesinándonos. El CIG decidió abrazar injusticias como las de las familias de los desaparecidos de Ayotzinapa y de todo el país, con quienes están caminando, pues dentro de esta otra concepción no existe justicia individualista, sino una en que nadie más vuelva a padecer un daño del poder. Si este sistema corrupto de justicia funciona para el capital, el CIG se propone quitársela de las manos. La propuesta concreta es ejercer, difundir y reforzar otras justicias que han estado por siglos entre los concejos de ancianos y las asambleas.

Los otros ejes del mensaje que llevará por todo el país Marichuy, la vocera del CIG, son: personas con capacidades diferentes, jóvenes y niños, migrantes, trabajo y explotación, y diversidad sexual –ya que el CIG ha abrazado desde el inicio a la comunidad LGBTTTIQ.