6 febrero,2018 5:26 am

Muere la madre de uno de los 43 normalistas desaparecidos

“Mi hermana murió de pena, de dolor de no saber donde está su hijo, dejó de comer por el dolor”, dice Felipa Bello en el velorio de Minerva en Omeapa, Tixtla

Texto: Anarsis Pacheco Pólito
Foto: Jesús Eduardo Guerrero

Omeapa, Tixtla (Guerrero). La señora Minerva Bello Guerrero murió este domingo a las 10 de la noche sin saber donde está su hijo, el normalista de Ayotzinapa Everardo Rodríguez Bello quien fue desaparecido en Iguala el 26 de septiembre de 2014 con los otros 43 estudiantes.

Los vecinos dijeron que el Estado le quitó la vida cuando desapareció a su hijo, al que buscó incansablemente durante 40 meses, a pesar de que el cáncer la invadió.

“Mi hermana murió de pena, de dolor de no saber donde está su hijo, dejó de comer por el dolor”, relató Felipa Bello, hermana mayor de Minerva mientras cargaba en un rebozo a su sobrina.

Ayer a las 3:30 de la tarde padres de los 43 estudiantes desaparecidos, alumnos de la Normal Rural de Ayotzinapa, defensores del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, del Centro de Derechos Humanos de La Montaña Tlachinollan y vecinos de la pequeña comunidad de Omeapa despidieron de su casa, de su parroquia y de su comunidad a Minerva, a quien describieron como una mujer incansable en la búsqueda de su hijo.

Minerva Bello Guerrero murió de cáncer a los 52 años, fue madre de nueve hijos, le sobreviven María de Jesús , Elizabeth, Raúl, Everardo, Luis Gustavo, Lucas Leonel, Viridiana y dos más murieron por su precaria condición económica.

Bajo la sombra de un trueno familiares acompañaron al cuerpo en su pequeña casa de ladrillos y teja, con piso de tierra, ubicada casi al final del pueblo donde la gente se dedica se dedica a la siembra de autoconsumo de maíz, frijol y jitomate.

El paisaje predominante es seco y bajo los rayos de sol del mediodía el calor se apoderó ayer de las pequeñas calles de tierra.

Francisco Rodríguez mencionó que a finales de diciembre su mujer dejó de consumir sus medicamentos porque le provocaban vómito, y lo poco que comía le hacia daño y le restaba fuerzas.

A pesar de esto Minerva continuaba participando en las movilizaciones para exigir justicia y saber el paradero de su hijo, pero hace una semana dejó de hablar y comer.

Su hermana Felipa dijo que el dolor de perder a su hijo fue lo que terminó con su vida, porque todas las noches sufría al no verlo, al no saber de él, al no tenerlo de vuelta en su casa.

En la velación familiares y amigos ayudaron a pagar su entierro, ya que es una familia de escasos recursos, quienes a pesar de sus limitantes ofrecieron comida y agua para las visitas.

Mientras se despedían del cuerpo de Bello Guerrero en su casa con patio lleno de plantas y cercado con alambre de púas con leños carcomidos por la termitas, una banda de viento tocaba canciones de luto.

La Misa

El ataúd aterciopelado con flequillos de hilos fue cargado por tres de sus hijos y algunos estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, quienes la conocían como La tía Minerva.

Minerva salió por ultima vez de su casa de teja, pintada con cal blanca, dejando atrás a sus gallinas y la esperanza a la que se aferró durante estos 40 meses: encontrar a su hijo.

Durante la misa de cuerpo presente en la parroquia de San Juan Omeapa, durante el sermón el padre señaló que “los que buscan la justicia serán recibidos por el señor en su reino”, y recordó que en momentos tan violentos como los que se viven ahora en Guerrero se necesita de paz y unidad entre todos.

El punto de quiebre

Todo pareció más real cuando fueron colocadas las planchas de cemento sobre el ataúd de Minerva Bello Guerrero, el vocero de los padres, Melitón Ortega derramó un par de lágrimas y con voz cortada recordó que caminaron juntos en la lucha por encontrar a sus hijos.

“Te decimos compañera que aquí estamos, seguirás viva con nosotros y contaremos con tu apoyo hasta encontrar a Everardo que es tu hijo, no te vamos a olvidar y la lucha sigue”, enfatizó.

Al escuchar la voz quebrada de Melitón, las madres y padres de los 43 normalistas que acudieron al entierro se unieron al llanto, bajo la situación de que murió sin saber en dónde esta su hijo.

“No renunciaremos, queremos con vida a los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, gracias por acompañarnos, es así como el gobierno quiere acabar con la lucha”, dijo.

En el cortejo fúnebre que partió del pueblo al panteón ubicado a medio kilometro afuera de la comunidad, llevaron cargando las coronas de flores blancas en las que se leía que se recordaría por siempre a La tía Minerva.

Al llegar al lugar donde depositarían el cuerpo el director del Centro de Derechos Humanos José María Morelos y Pavón (Centro Morelos), Manuel Olivares Hernández dijo que estaban reunidos no para darle un adiós, sino para decirle hasta pronto.

“Sabemos que vamos por el mismo camino, queremos decirles que Minerva vivió para dar vida”, agregó.

Indicó que la vida lleva por caminos diferentes y su camino inició cuando perdió a su hijo en septiembre de 2014, un dolor con el que murió y que ahora no sabrá qué fue de su hijo Everardo.

“Se fue con el dolor de no saber y encontrar una respuesta del gobierno, junto con 42 padres inició un camino de lucha e exigencia por la presentación con vida de sus hijos desaparecidos”, agregó.

Se refrenda el compromiso de lucha

Por su parte el vocero de los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, Felipe de la Cruz enfatizó que es dolorosa la pérdida de un familiar, pero el compromiso con Minerva es que esta lucha no ha terminado, que seguirán adelante hasta las últimas consecuencias y verán regresar a Everardo y a sus compañeros.

“Si el gobierno le sigue apostando al olvido, al tiempo, aquí están los padres de familia, los alumnos de Ayotzinapa y las generaciones que siguen entrando siguen con la flama encendida de libertad y justicia”, comentó.

Insistió que para ellos Minerva sigue viva en el coraje y la rabia de ver un gobierno como el de hoy en México, por lo que es necesario que se lleve la imagen de cada uno tan firmes como el primer día, para buscar y encontrar a cada uno de los maestros.

“Ayotzinapa es una escuela de maestros, no es una escuela de delincuentes como lo hace ver el gobierno, en esa escuela se forman hombres libres de conciencia y pensamiento que no descansan hasta ver la verdad y la justicia para el pueblo, porque salen del pueblo para ayudar al pueblo”, expuso.

Insistió en que Minerva sabe que los padres de los 43 seguirán en la lucha, y no existirá poder humano que los detenga, y no existirá Ejército por grande que sea que detenga a los padres y a unos alumnos, convencidos de que los verán regresar.

“Quitemos la cara de tristeza y pongamos una cara de dignidad y de coraje porque eso nos va a levantar siempre, le hemos dado una muestra y una clase al corrupto de Peña Nieto, quienes pensando que con la propuesta de dinero iban a convencer a los padres de dejar de luchar, aquí estamos y por eso decimos, ¡porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!”, gritó.

En los ataques de Iguala el 2014 también fueron desaparecidos otros dos estudiantes originarios de Omeapa, Emiliano Alen Gaspar de La Cruz de 23 años y Jhosivani Guerrero de la Cruz de 21.

La toma de la caseta

En la mañana estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa tomaron la caseta de cobro de Palo Blanco de la Autopista del Sol para recolectar dinero para la familia de Everardo Rodríguez Bello, por el fallecimiento de su madre.

Los estudiantes llegaron a las 11:30 de la mañana en un camión de la empresa Estrella de Oro del que descendieron más de 50.
Los jóvenes permitieron el paso a los automovilistas a quienes les pidieron una cooperación voluntaria.

En un documento el Comité Estudiantil Ricardo Flores Magón de Ayotzinapa lamentó el fallecimiento de “La tía Mine”, y señaló que la desaparición forzada de su hijo le provocó un gran sufrimiento.

“Hoy murió con la incertidumbre de saber dónde está su hijo, murió con el pesar de una madre y su último suspiro fue para nuestro compañero Everardo”, agregó.

(El vocero de los padres de los 43, Melitón Ortega arroja agua bendita al féretro de doña Minerva Bello Morales, madre de Everardo Rodríguez, en el panteón de Omeapa, Tixtla, donde los asistentes prometieron continuar la lucha por la presentación de los estudiantes. “Mi hermana murió de pena, de dolor de no saber donde está su hijo, dejó de comer por el dolor”, dice Felipa Bello en el velorio. Foto: Jesús Guerrero)

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