24 agosto,2021 10:36 am

Muere Rosita Quintana, longeva actriz de la Época de Oro del cine mexicano

La versátil intérprete nacida en Argentina pero nacionalizada mexicana, fallece a los 96 años. Llegó a México invitada por Jorge Negrete en la década de los 40, donde se consagra con películas como Susana de Luis Buñuel o Calabacitas tiernas junto a Germán Valdés Tin Tan

Ciudad de México, 24 de agosto de 2021.

Hasta ayer, era la estrella más longeva (con 96 años a cuestas) del ambiente artístico mexicano. Hoy, Rosita Quintana ya es leyenda.

Rostro inolvidable, actriz que dominó el melodrama y la comedia, así como en la música las canciones rancheras y los tangos.

Aún queda el recuerdo de las coplas junto a Pedro Infante en la imprescindible El mil amores (1954), comedia de situación en donde la actriz de origen argentino y el máximo ídolo del cine nacional formaron una de las parejas más entrañables.

Pero ese es sólo un título de los muchos que encabezó Quintana, quien ayer perdió la batalla contra una cirugía por un tumor en la tiroides, lo que la mantuvo hospitalizada hasta su fallecimiento.

Fue después de 1946 cuando la entonces cantante llegó a México (invitada por Jorge Negrete) en busca de oportunidades… y las halló.

Las puertas del cine se le abrieron con pequeños personajes, pero no tardó en demostrar su capacidad histriónica.

Con una villanita joven en Dueña y señora (1948), en la que se enfrenta a su paisana, Marga López, llamó la atención, pero rompió el cuadro un año después junto a Tin Tan en la comedia Calabacitas tiernas, una de las cintas emblemáticas del ídolo.

Llegarían sendos títulos y la Quintana se vio sumida en un mar de historias tremendistas, dramas urbanos, así como cintas musicales y otras comedias. En todas salió a flote.

Luego de filmar en 1950 Yo quiero ser tonta, Mala hembra, y la simpática Mi querido capitán, fue seducida por Luis Buñuel, quien la encontró ideal para el papel de la joven mancornadora en el melodrama Susana. En algunos carteles aparece el subtítulo “carne o demonio”… ¡Vaya si lo era!

Rosita Quintana fue en el filme del genio español la encarnación de la sensualidad sin límites. Una descarada que logra enfrentar a padre e hijo (Fernando Soler y Víctor Manuel Mendoza, respectivamente) por ganar el afecto de la perdida mujer, interpretación que le valió críticas favorecedoras.

Esa década le regaló a la actriz notables dramas, pues entre otros filmó Menores de edad, La ausente, Mujeres que trabajan, Sor alegría, El precio de vivir, Y mañana serán mujeres y La duda.

Como buena cantante y deseosa también de hacer reír con comedias que le servían como descanso de las escenas de tanto llanto, aceptó historias más “ligeras”.

Serenata en México, Que seas feliz, A los cuatro vientos, Cielito lindo y Cuando México canta dieron a la estrella la satisfacción de lucir su talento vocal, aquel que explotaba en su natal Argentina y que llevó de gira por Chile y que la trajo a México.

Como no podía deslindarse de su cine adorado, lo alternaba con esas actuaciones, y volvió con un argumento cargado de miseria y dolor. En 1959 filmó El hambre nuestra de cada día, película aplaudida que compitió en el Festival Internacional de Cine de Moscú.

Continuó en comedias campiranas junto a ídolos como Luis Aguilar, Eulalio González Piporro, Miguel Aceves Mejía, Javier Solís y Fernando Casanova.

Escuela de valientes, Yo no me caso, compadre, Paloma brava, Amorcito corazón, Tres balas perdidas y Dónde estás, Corazón las filmó en los 60, para después hacer una pausa en los 70.

Después de unas cuantas cintas de menor importancia en los 80, se adentró en el mundo de las telenovelas, siendo La dueña, en 1995, su actuación más recordada, junto con una aparición especial en Abrázame muy fuerte (2000).

Se despidió del cine en 2005 con Club eutanasia, dirigida por el realizador Agustín Tapia. Tenía 75 años e interpretaba a una mujer que vivía en un singular asilo para ancianos. Alternó en dicha cinta con Sergio Corona, Xavier López Chabelo, Magda Guzmán y Eduardo Manzano El Polivoz.

Volvió a los reflectores en 2016 para recibir el Ariel de Oro por su trayectoria en cine. Pasó parte de su retiro disfrutando de su familia.

Atrás quedaron los aplausos multitudinarios, los galanes seductores, las heroínas hermosas a las que dio vida, pero están ahora en las memorias del cine, joyas que aún pueden disfrutarse a través del streaming y en DVD.

En ellos, permanece Rosita Quintana etérea, bella y luminosa, como la estrella que siempre fue… y será.

Texto: Marco Castillo / Agencia Reforma